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Inserción en modo carrousel

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Foto: El País
ever general. Servicio semanal para puertos asiáticos BARCO CARGADO DE CONTENEDORES,

OPINIÓN

Uruguay sigue dando vueltas sobre un tema trascendente, sin tomar medidas concretas que modifiquen rumbos.

Días pasados se dieron a conocer por parte del instituto Uruguay XXI las cifras de solicitudes de exportaciones de nuestro país con datos cerrados a setiembre.

En los primeros 9 meses del año las colocaciones cayeron un 16%, considerando las exportaciones que se realizan desde las zonas francas. Persistente falsa distinción esta de, a veces, obviar las colocaciones que se realizan desde las zonas francas como si éstas no fueran uruguayas, máxime cuando desde la aprobación del nuevo código aduanero las zonas francas, además de estar localizadas en nuestro territorio político, integran nuestro territorio aduanero. Bien podría ser tema de un análisis futuro.

Claro que cada vez que se verifica un deterioro de las exportaciones, vuelve a resonar la necesidad de modificar el rumbo de nuestra inserción, concebida como instrumento para colocar mas producción nacional, más trabajo local. La profunda crisis que atraviesan la inmensa mayoría de las economías del mundo a causa de la pandemia por COVID-19, si bien puede explicar en parte los magros resultados de las exportaciones uruguayas, no puede concebirse como excusa de aceptación pasiva de una realidad dada. Todo lo contrario.

En momentos de mayores dificultades, de incremento de posibles restricciones, es cuando más debemos activarnos para transformar un estatus que incomoda demasiado. Hay un diagnóstico que parece bastante consensuado, y un camino a seguir, aunque no sencillo, bastante lógico: descolgarnos de algún modo del “todos o ninguno” que rige el funcionamiento del Mercosur, que en la práctica termina siendo un “ninguno”, y nos obliga a rehacer el ejercicio de lo que pretendemos, pero por alguna razón no terminamos de ejecutar.

China, todavía nuestro principal socio comercial, parece comenzar a dejar definitivamente atrás sus nubarrones económicos, y la expectativa es, mientras el mundo se cae a pedazos, que su economía crezca un 3,2% en este fatídico 2020. Registrará récord en importaciones de carne al resto del mundo. Sin embargo, nuestras colocaciones hacia aquel mercado vienen cayendo un 39% y en particular, las de carne hacia este mercado un 37%.

Para una economía con las dimensiones y características de la uruguaya, las exportaciones son un elemento imprescindible para el desarrollo. Cualquier enclave o sector productivo que pretenda ser eficiente en nuestro medio, debe orientar su producción hacia el exterior. La posibilidad de exportar más es multifactorial. Pero indudablemente dos ejes son centrales: la competitividad de la producción y el marco que regula al comercio.

La competitividad es un concepto demasiado amplio. Abarca un sinfín de elementos que hacen que la producción de un país sea competitiva o no. Desde infraestructura, por ejemplo, vial o portuaria, pasando por la productividad laboral, hasta la evolución de los costos internos. Sin embargo, un factor clave es la evaluación del tipo de cambio real versus los mercados relevantes. En lo que va del 2020, con datos cerrados a agosto, el desempeño de este indicador es alentador, salvo con Brasil con el que se verifica un importante encarecimiento relativo y, para el caso de Argentina, los resultados están distorsionados y alejados de la realidad económica en virtud de su realidad cambiaria (ver el cuadro al pie de la nota).

El otro factor clave es el marco que regula nuestro comercio. Las condiciones a las cuales estamos sujetos cada vez que pretendemos exportar o importar. Desde la lamentable parálisis del multilaralismo en la órbita de la Organización Mundial del Comercio, los distintos países o bloques se han volcado masivamente por la negociación de acuerdos bilaterales o plurilaterales.

Ese es un aspecto en el que nuestro bloque Mercosur ha sido extraordinariamente errático. Apenas ha avanzado con el acuerdo con la Unión Europea que ha llevado más de 20 años negociar. Además, ha iniciado en los últimos años rondas de negociación con mercados interesantes como Canadá, Singapur y Corea. Es aquí, en este punto, que nuestro país debe avanzar decididamente, sin más vueltas.

Colombia tiene ya su acuerdo comercial con Corea desde 2016. Desde entonces, sus exportaciones hacia aquel mercado han crecido significativamente. Este año, el del COVID-19 y caída de exportaciones por doquier, Colombia aprovechando el acuerdo, ha logrado incrementar las exportaciones no mineras en un 20%.

Corea, un mercado de más de 50 millones de personas, importador de alimentos, productos farmaceúticos y otros tantos industrializados, pareciera tener un flujo comercial complementario con el nuestro. Las negociaciones están avanzadas, la voluntad política del país asiático para avanzar está.

Uruguay un país que necesita de las exportaciones como el pan, debe decidir si continúa preso de este destino, o sale a construir uno alternativo.

(*) Director de UCU Business School

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