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La inflación mal tolerada

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Una delicada confusión parece introducirse en la consideración general, respecto de fenómenos económicos conocidos en sus efectos, aunque no tanto en sus causas.

Me refiero a la continua referencia a la intervención del Banco Central en el mercado de cambios, en este caso vendiendo dólares, para evitar según se dice que la inflación supere la mágica cifra que la sitúa en las dos cifras. La constante referencia a este hecho parece sugerir que el movimiento del dólar es el responsable de la inflación; peor aún, lo anterior parece establecer la idea de que la inflación es entonces un fenómeno exógeno de nuestra economía. Para rematar lo anterior, algunas informaciones dan cuenta del éxito o el fracaso del BCU en su intento de detener la inflación a partir de sus acciones contra la devaluación del peso. Se trata de un error que como se verá puede continuar afectando la suerte ya muy amenazada del sector agropecuario.

Dólar.

El movimiento del dólar es el de una mercadería cualquiera, que si escasea en un mercado se vuelve cara, y si sobreabunda ocurre lo contrario. Es decir que si por alguna razón hay una corriente hacia Estados Unidos buscando menos inestabilidad, el aumento de valor del dólar en términos de moneda doméstica es difícil de detener salvo marginalmente y por un período corto, dependiendo del "poder de fuego" de nuestras reservas. Esto al país ya le ha costado casi US$ 3 mil millones. En definitiva, si el país no tiene un desorden macroeconómico que haga prever ajustes severos de precios relativos, como Argentina o Brasil, la mayor demanda de dólares no es por temores internos por ahora, sino fundamentalmente acompañando una corriente global imparable. En el caso de nuestros vecinos es diferente, ya que se trata de una conducta típica de fuga de capitales desde una inestabilidad interna de difícil pronóstico, hacia un resguardo de valor como lo es el dólar. Dicho sea al pasar, la fortaleza de una moneda estriba en la de sus instituciones; en el respeto que por ellas se tiene en ese país, por ejemplo de los derechos de propiedad, o por las relaciones contractuales entre acreedores y deudores. A partir de todo lo anterior, es notorio que el mundo entero deprecia sus monedas frente al dólar, situación ésta que, según lo que ocurra con la inflación en cada país, puede hacerle más fácil o difícil su competitividad. Según como se mueva el dólar respecto de la inflación en cada país, éste se hará más o menos caro, o más o menos competitivo.

Precios.

La inflación es un fenómeno monetario caracterizado por la existencia de cada vez más pesos "a la caza" de pocos bienes. O dicho mejor, la monetización del déficit global, es la que explica básicamente la inflación. Y ésta es la base de un problema, este sí esencialmente dependiente de decisiones domésticas. Estas son muy difíciles porque la sociedad uruguaya cree que el Estado es el protector de todos y el único capaz de resolver los problemas crecientes y nuevos, para lo que requiere cada vez más recursos. Así las cosas, este gobierno que en la década hizo crecer el gasto más de 6 puntos del PIB, ahora se plantea en el presupuesto para los próximos dos años un aumento del gasto de unos US$ 1130 millones. Estos derivarían de una mayor recaudación asociada a un crecimiento de la economía estimado en 2,5 % anual que ya nadie admite. Así las cosas y si el gobierno no reacciona a sus propias estimaciones, tendremos más inflación y endeudamiento en proporciones variables, pero pase lo que pase con el dólar, la inflación superaría las previsiones.

Nexo causal.

En la medición de la inflación hay un 20% o menos de precios vinculados al valor del dólar. Esta es la ponderación máxima del movimiento del dólar en la inflación. Está mal por tanto atribuir al movimiento del dólar —por el momento derivado especialmente de elementos externos— una causalidad directa sobre la inflación, básicamente determinada por decisiones domésticas. Esto implica que hay que combatir la inflación con mecanismos difíciles de control del gasto, en tanto no hay que "tirar piedras a la luna" pretendiendo que el dólar haga lo que tiene que hacer. Más aún; la oportunidad se presenta óptima para dejar de ser uno de los países más caros del mundo, que seguiremos siendo si mientras el mundo relevante acumula una importante devaluación, nosotros no lo hiciéramos.

Entonces, en lugar de ponerse dura la Aduana en la frontera, ni el ejército todo alcanzaría para detener los efectos de una diversidad de precios originada no en el espíritu contrabandista, sino en la tozudez oficial. La única forma de restablecer condiciones de competencia vía tipo de cambio con el mundo es que la devaluación nominal se convierta en real; es decir que la inflación no se trague lo que la devaluación suponga. Si el gobierno no ajusta sus previsiones de gasto a la realidad de un equilibrio interno impostergable, si no intenta divorciar este movimiento del que sufre el dólar, el sector productivo va a sufrir mucho, al igual que el turístico. Es difícil, pero ordenadamente siempre será mejor que de modo forzado.

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Banco Central del Uruguay. Foto: El País

Julio Preve Folle

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