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Una imparable des-desdolarización

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El precio del dólar en nuestro país sube desde hace ya varios años. El ritmo al que lo hace es sensiblemente mayor en los últimos meses y particularmente en los dos iniciales de 2016.

Justamente una época en que, por razones estacionales —básicamente por turismo tanto interno como del exterior— es alta su afluencia al mercado. El aumento responde a una demanda que desde hace tiempo se presenta creciente ante una oferta declinante. El resultado no puede ser otro: la cantidad demandada de dólares supera a la cantidad ofrecida al tipo de cambio diario y lo obliga naturalmente a subir. Varias son las consecuencias pero la que más se siente es la que genera la declinación del poder de compra de los uruguayos en moneda extranjera ya que, por otro lado, los aumentos salariales vienen siendo sensiblemente menores a la devaluación del peso.

Sectores netamente importadores, como por ejemplo los de venta de electrodomésticos y automóviles son los que, pese a ajustes significativos a la baja de sus precios, no logran atraer compradores en la medida en que lo hacían hasta hace dos años. A pesar de no ser bienes comercializables internacionalmente, también se ven afectados todos los que habitualmente se han cotizado en dólares como los inmuebles, las tierras y otros por el estilo. Aunque por ahora solo haya ocurrido con los precios de los importables, los precios de los últimos mencionados deberán caer significativamente, consecuencia inexorable del funcionamiento y de las características de esos mercados.

Cuál será el valor.

Es muy difícil determinar cuál será el valor del dólar cuando existe flotación cambiaria y la política monetaria acota el accionar del mercado. El Banco Central limita la posición de los bancos en dólares, lo que reduce su demanda por dólares y permite, además, que la autoridad monetaria esterilice liquidez en pesos colocando letras de regulación monetaria, pagando bajísimas tasas de interés arbitradas a dólares. Si se subieran esos límites con las tasas de interés vigentes, la demanda por dólares aumentaría y se contraería notablemente la de letras por lo que, lógicamente, haría trepar más fuertemente su cotización. Para evitarlo, las tasas de interés en pesos mencionadas deberían ser sensiblemente mayores para atraer un aumento de su demanda y así moderar el aumento del tipo de cambio. Esos límites a las posiciones de los bancos frenan la suba del dólar y, el accionar del BCU a través de ellos, subiendo las tasas de interés de las letras de regulación monetaria o vendiendo dólares en el mercado de cambios, puede poner al valor del dólar en el nivel que desee. Pero solo por un lapso transitorio, como lo deja traslucir la suba de 30% del tipo de cambio en los últimos doce meses y a pesar de ello, la pérdida de reservas internacionales del BCU.

Se trata de un proceso que no cambiará en el corto plazo y que, probablemente continúe agravándose en los meses que vienen, al desaparecer la ayuda temporal de una oferta de dólares por turismo que estacionalmente se diluye y se revierte desde marzo. Si la autoridad monetaria, como se comenta o se informa por las autoridades, interviene en el mercado cambiario para moderar los cambios bruscos de la cotización del dólar, es claro que esas intervenciones, al menos últimamente, no lo han logrado. Las devaluaciones del peso que mencioné que han ocurrido en los últimos doce meses y en el primer bimestre de este año son evidencia de que la presión alcista no ha podido ser controlada con moderación.

Si agregamos que a pesar del aumento del valor del dólar y los límites a la posición de dólares de los bancos, ha habido una impresionante caída de las reservas internacionales del BCU que se ha traducido en una posición neta de dólares de la autoridad monetaria menor de la mitad de lo que era hace diez meses, y que sus pasivos en pesos son incluso mayores que esa disponibilidad neta de dólares, nos encontramos con una situación externa del Banco Central difícil de mantener. No es improbable, entonces, que se tomen medidas monetarias más drásticas: aumento considerable de las tasas de interés en pesos de las letras de regulación monetaria, reducción de los límites de la posición de cambios del sistema financiero o flotación cambiaria libre para que el mercado defina el verdadero nivel que debe tener el tipo de cambio. Todas decisiones difíciles ante sus efectos económicos y financieros. Decisiones que pueden llevar al tipo de cambio a un valor, difícil de precisar, dentro de un rango amplio.

Más alto.

No me atrevo a decir cuál será el precio del dólar a fin de año. Solo puedo decir que será mucho más alto. Y aquí agrego que lo será no solo por lo que he señalado sino porque además golpean factores regionales como la diferencia de precios relativos a favor de Brasil. Y también de fuera de la región como el que la Reserva Federal, decida elevar su tasa de interés de referencia, lo que sería una señal de mayor fortaleza del dólar en el mundo. Solo por razones internas debemos esperar un dólar mucho más alto y más aún si las circunstancias regionales y externas repercuten sobre una alicaída moneda uruguaya. La des-desdolarización, es decir, la dolarización de los activos es una tentación que es y será, nuevamente, difícil reprimir.

Jorge Caumont - Economista

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