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Menos empleo impacta en los más jóvenes

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En los principales motivos para rotar de trabajo se mantienen las oportunidades de mejora salarial y desafíos mayores. Foto: Archivo

TEMA DE ANÁLISIS

Desempleo sigue debajo de 8% de la PEA, pero hay un deterioro en condiciones de empleo.

El desempleo detuvo la marcha ascendente y parece haberse plantado en 7,9%. De todas formas, es una realidad que sigue preocupando porque se mantiene la destrucción de puestos de trabajo y la falta de oportunidades para los jóvenes.

La reducción de puestos de trabajo se concentra en los sectores productores de bienes que están reclamando por la pérdida de competitividad con mayor intensidad. En este contexto, el empleo en el sector público sube, por lo que es el sector privado el que baja en su participación, a su vez, se registra más subempleo pero se está logrando que mejore la tasa de formalización en la seguridad social.

La tasa de desempleo surge de la interacción entre la demanda por parte de las empresas y la oferta de las personas que desean trabajar (población activa). La diferencia entre oferta y demanda es la cantidad de personas desocupadas que luego se expresa como un porcentaje del total de personas que quieren trabajar. Por lo tanto, es posible que la tasa de desempleo se mantenga estable como en los dos últimos años, a pesar que los puestos de trabajo son menos. Solamente se necesita que la cantidad de personas que quieren trabajar también baje en el mismo período.

La oferta de trabajo por parte de las personas se expresa como porcentaje de las personas con más de 14 años (en edad de trabajar). En los dos últimos año tuvo una caída al pasar del 63.4% a 62.9%. Al haber menos oferta, la caída de los puestos de trabajo demandados por las empresas (de 58.4% a 57.9% de las personas en edad de trabajar) no provocó un salto en la tasa de desempleo.

En el gráfico superior del cuadro adjunto se ilustra la evolución de la tasa de desempleo en Montevideo y en el resto del país para los promedios anuales en la última década. Del 2011 al 2014 la tasa de desempleo fue muy baja (en el orden del 6,5% de la población activa) en las dos zonas geográficas. Luego comienza un ascenso que se consolida al repetir en 2017 los valores del año anterior. Los niveles actuales coinciden con los del 2008 y 2009, con lo que la gráfica toma la forma de una valle entre dos colinas similares, al comienzo y al final de la década.

Si se toma como punto de referencia el año 2013, la suba hasta la fecha fue de un punto y medio de la población activa. Si bien resultó más intensiva en Montevideo (1,7 puntos) que en el Interior (1,2 puntos), hay que tener en cuenta que existe migración interna que se intensifica cuando escasea el empleo en el interior del país. Se puede estimar para el año 2017, en función de las proyecciones de población, que fueron 142 mil personas que querían trabajar pero no consiguieron empleo. Esta cifra comparada con la del año 2013 refleja que el problema social ahora involucra 28 mil personas más.

A estos desocupados se agrega que, dentro de los que están empleados, hay 137.500 personas que se consideran sub-ocupadas, o sea que tienen trabajo pero desean trabajar más horas en las mismas condiciones. En términos de tasa, implica un 8,4% de los ocupados que nuevamente contrasta con el 6,7% de 2013.

Hay otros indicadores que pautan que, además del aumento en el desempleo, las condiciones de desempleo actuales son más duras. La duración promedio del desempleo actual es de 8,1 semanas mientras que en el 2013 solo eran 7 semanas de espera. La falta de oportunidades lleva a que se prolongue el período de búsqueda.

Al mismo tiempo, en 2013 el 55,9% de las personas desempleadas no ponía condiciones para aceptar una propuesta, mientas que en el 2017 ese porcentaje subió al 61,3%. La condición de desocupado que no pone condiciones es clave para calificar el desempleo como problema social. En efecto, cuando es bajo se puede asumir que las personas que están desocupadas lo están en forma friccional durante el tiempo de búsqueda de un trabajo acorde a sus expectativas. Cuando empieza a subir es una señal que la falta de empleo empieza a generar problemas en la economía.

Habitualmente, estos problemas impactan en los salarios, pero en el contexto actual no lo están haciendo. El esquema actual del mercado de trabajo es diferente: hay menos puestos de trabajo pero con salarios y condiciones que mejoran para los afortunados que tienen empleo.

Es que las oportunidades de trabajo son cada vez menores y eso se refleja en la tasa de empleo que se ilustra en la gráfica de la zona media del cuadro. Los cuatro años de bajo desempleo fueron años de buenas tasas de empleo (entre el 59,5% y el 60,5%) pero hay una baja año tras año hasta ubicarse en 57,9% en el 2017.

El menor empleo ocurre principalmente en las personas con menos de 25 años de edad. En el 2017, solo 1/3 de los jóvenes tenía empleo mientras que en el 2013 se llegaba al 40%.

La consecuencia de esta evolución se ve reflejada en la tasa de desempleo, tal como se ilustra en el gráfico de la izquierda en la zona baja del cuadro. Hay un incremento en la tasa específica de desempleo entre los jóvenes, que pasa del 19% en 2013 al 25% en el 2017. Esta evolución es muy relevante, pues hay que tener en cuenta que es un porcentaje del total de jóvenes en actividad. Por lo tanto, el denominador también bajó en los últimos años, porque la reducción de la tasa de actividad impactó más entre aquellos que tenían entre 14 y 24 años de edad.

También se pueden ver los puestos de empleo por sectores de actividad, para determinar si hay tendencias a cambios estructurales en las condiciones de uso del trabajo en la economía. La comparación con el año 2013 indica que ganaron participación las actividades como los Servicios sociales y de salud, Servicios inmobiliarios y administrativos, Alojamiento y comidas, Enseñanza y Actividades profesionales. En el otro extremo, perdieron participación la industria manufacturera, las producciones primarias (agropecuario, forestal, pesca y minería), la construcción y los servicios en los hogares.

Hay una coincidencia entonces en que los sectores más afectados por la pérdida de puestos de trabajo son los elaboradores de bienes y coincidentemente los que están manifestando un alto nivel de preocupación por la pérdida de competitividad frente a los precios de los productos en el resto del mundo. Este fenómeno es un poco más complejo, ya que junta la suba del salario real contra los precios internos con la apreciación de la moneda.

La última gráfica indica el porcentaje de empleados que la encuesta identifica como no registrados formalmente. La evolución es favorable con una reducción en la cantidad de quienes trabajan pero no tienen cobertura de seguridad social de aproximadamente 20.000 personas.

Una parte se debe al aumento de puestos de trabajo en el sector público, pero también por una mejora en los niveles de formalización de la actividad privada.

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