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La hora de la "cautela estratégica"

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Billete de un dólar. Foto: Archivo El País
Una lámina de billetes de dólar vistos durante su etapa de producción en Washington. Imagen de archivo, 14 noviembre, 2014. El dólar caía el martes, en opinión de los estrategas monetarios por el sorpresivo descenso de los pedidos de bienes duraderos en Estados Unidos, aumentando la especulación de que la Reserva Federal podría aplazar la subida de las tasas de interés por más tiempo del que se espera actualmente. REUTERS/Gary Cameron
GARY CAMERON

El comienzo del año fue agitado a nivel global: del desplome del rublo asociado al del precio del petróleo, se pasó a la ruptura de la paridad del franco suizo con el euro, al quantitative easing o aflojamiento financiero europeo y la nueva depreciación del euro y lo último, por ahora, las elecciones en Grecia.

En medio de tantas noticias, se conoció una nueva actualización trimestral de las "Perspectivas Económicas Mundiales" que vino a confirmar una vez más la relativa poca utilidad que ellas tienen. Y para muestra bastan dos botones. Primero, con relación al crecimiento económico global previsto, que fue nuevamente recortado (en tres décimas tanto para 2015 como para 2016) y estimado respectivamente en 3,5% y 3,7% para este año y el próximo, nadie cree que éstas sean las tasas a las que se crecerá en estos dos años sino que ellas seguirán sufriendo recortes en los próximos trimestres. En este sentido, algunas de las proyecciones del FMI apenas son útiles para ver el signo de su evolución más que su evolución absoluta.

El segundo caso es aún más elocuente y se refiere a variables en las que las proyecciones del Fondo son absolutamente inciertas, como en las materias primas en general y el petróleo en particular. Obsérvese que con sólo tres meses de diferencia, el FMI proyecta una caída 10 veces mayor en el precio del petróleo entre 2014 y 2015, la que ahora se estima en -41,1%, es decir 37,8 puntos porcentuales mayor a la de octubre pasado. Dicho sea de paso (aunque por lo visto no sirva de mucho) el Fondo estima el precio promedio del petróleo en US$ 56,7 en 2015 y en US$ 63,9 en 2016.

Dólar fuerte.

Mientras tanto, el dólar se siguió fortaleciendo a nivel global. Ya hace un buen tiempo que el mundo se está desinflando en términos de dólares y este proceso continuará y se verá impulsado por el aumento, tarde o temprano, en las tasas de interés de Estados Unidos. La experiencia nos dice, además, que cuando esos procesos suceden, nuestros vecinos responden más que proporcionalmente (como también lo hacen cuando el sentido del valor del dólar es el opuesto). Esto ha vuelto a ocurrir en los últimos tres años, con sendos abaratamientos en términos de dólares en nuestros vecinos, en el caso argentino ponderando adecuadamente el peso del dólar "blue" en la canasta relevante de nuestro intercambio bilateral de bienes y servicios. Cabe preguntarse si en esta oportunidad nuestros vecinos se han adelantado a los acontecimientos y sus respectivas depreciaciones reales ya descuentan la futura evolución del dólar en el mundo, o si lo ya observado es apenas una parte del total de un proceso en curso. Si vemos los respectivos tipos de cambio reales de nuestros vecinos con Estados Unidos y Europa con una perspectiva histórica, parece claro lo segundo, o sea que más depreciación real está por venir tanto en Argentina como en Brasil.

¿Y por casa cómo andamos? En dicho contexto, Uruguay también debería estar abaratándose en dólares y preparándose para hacerlo aún con mayor intensidad. En nuestro país el abaratamiento en dólares comenzó dos años y medio después que en los vecinos, y hasta ahora ha sido muy escaso. La experiencia también nos enseña que cuando se dan procesos como el actual solemos acompañar a los vecinos y que cuando nos "divorciamos" de ellos, tarde o temprano los terminamos alcanzando con un salto mayor que no es inocuo desde el punto de vista del nivel de actividad de la economía.

Desequilibrios.

Pero para ponernos en sintonía con lo que está transcurriendo en el mundo y en la región, deberíamos hacer muchas más cosas de las que estamos haciendo. Para empezar, habría que reconocer la realidad y los desequilibrios que ésta exhibe. Podemos destacar dos: uno en el sector fiscal, con un déficit considerable per se y mucho más si se lo contextualiza en el momento del ciclo económico en que se está; y otro en materia de tipo de cambio real, con un "atraso" considerable (20-25%) con todas nuestras contrapartes. Pero también tenemos a la inflación muy lejos del centro del rango objetivo; a la cuenta corriente con un déficit muy alto (aunque menor a la inversión extranjera directa, lo que es un atenuante importante); y a los salarios reales rígidos con tendencia creciente a un ritmo insostenible con la nueva expansión de la economía (si bien aún no ha generado problemas, justo es reconocerlo).

Obsérvese lo ocurrido recientemente con los precios de combustibles y electricidad. Este instrumento podía haber sido utilizado para enfrentar cualquiera de tres objetivos importantes. Uno, la inflación, si se hubieran producido las rebajas que razonablemente se esperaban; dos, el tipo de cambio real, aprovechando para compensar el impacto en el IPC de esas mismas rebajas, con un aumento en el precio del dólar; tres, que fue finalmente lo que se decidió hacer, subir las tarifas o bajarlas menos de lo que era posible para ajustar fiscalmente.

Esta situación ilustra elocuentemente los problemas que se deben enfrentar cuando se dispone (o se decide tener) menos instrumentos que la cantidad de objetivos (o desequilibrios, en este caso) que se desea acometer.

Ajuste fiscal.

Que quede claro; yo no critico el ajuste fiscal que se realizó ("prevención" fiscal según Mujica o "austeridad" fiscal según Vázquez) porque desde esta columna lo vengo pidiendo desde hace meses y en particular en las empresas públicas que mucho se habían deteriorado desde el punto de vista financiero. Pero el ajuste realizado no alcanza, por más que es relativamente importante, del orden de un punto del PIB entre Ancap y UTE.

No alcanza ni desde el punto de vista fiscal, con un déficit observado que se acerca al "estructural", que está por encima del 4% del PIB.

Tampoco desde el punto de vista de la necesaria mejoría en el tipo de cambio real, con un Gobierno Central que sigue perdiendo divisas (casi mil millones en 7 meses) porque los pesos que produce no le alcanzan para pagar su presupuesto en pesos y mucho menos para comprar los dólares que necesita para pagar sus cuentas en dólares. Y tampoco alcanza desde el punto de vista de la inflación, o al menos de la fijación de las expectativas.

Mientras tanto, el BCU volvió a hacer de las suyas y empezó a subir la tasa de corte de las licitaciones de Letras en pesos, que es la verdadera "tasa de referencia" de la política monetaria. Si en Brasil la Selic está desorbitada (12,25% desde hace dos semanas), ¿qué se puede decir de nuestras tasas, arriba del 14%? Sobre todo en tiempos de fortalecimiento de la liquidez global, ahora por el lado europeo.

Para terminar, me pareció muy interesante el punto de vista expresado por el presidente electo hace dos semanas en Búsqueda, cuando afirmó que "durante el próximo gobierno vamos a pasar de la impaciencia táctica a la cautela estratégica" en materia económica. Justamente de eso se trata, de cautela en un contexto global y regional harto complicado.

En nombre de esa cautela el nuevo gobierno debería ser muy prudente en el cumplimiento de las promesas realizadas en tiempos electorales. Si entonces no se vio o no se quiso ver la realidad, ahora ésta rompe los ojos.

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Billete de un dólar. Foto: Archivo El País

JAVIER DE HAEDO

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