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La guerra comercial sacude a los chinos

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Donald Trump y Xi Jinping. Foto: Reuters
(FILES) This file photo taken on April 07, 2017 shows US President Donald Trump (R) welcoming Chinese President Xi Jinping (L) to the Mar-a-Lago estate in West Palm Beach, Florida. China announced on May 12, 2017 an agreement with the United States to open its market to US beef, natural gas and certain financial services, a month after talks between their leaders. / AFP / JIM WATSON FILES-US-CHINA-TRADE-DIPLOMACY
JIM WATSON/AFP

Internacional

A Xi Jinping le preocupa mantener la confianza en alto.

A pesar de los aranceles y las amenazas comerciales de Donald Trump, la dirigencia China intenta mantener la confianza. Sin embargo, cada vez se hace más evidente que quizá sea imposible evitar una prolongada guerra comercial con EE.UU., además de que la inquietud entre la élite política comunista crece.

Desde hace algunos días, funcionarios del Ministerio de Comercio y otras dependencias han reunido a expertos para evaluar planes como despedir a empleados o cambiar las cadenas de suministro a otros países.

En vista de que las acciones están a la baja y la moneda cayó 9% respecto al dólar desde mediados de abril, los sistemas de censura han borrado muchas críticas publicadas en línea, algunas de ellas sobre el liderazgo del presidente Xi Jinping. En contraste, los medios del Estado han intentado promover la línea oficial, y las autoridades evitan utilizar la frase "guerra comercial".

De cualquier forma, algunas controversias en cuanto a las políticas para impulsar la economía se han divulgado entre el pueblo, y en ocasiones los medios del Estado han sido blanco de ataques por alardear sobre las fortalezas económicas de China.

A algunas personas les preocupa que, si la guerra comercial escala u2014y Trump no ha dado ninguna señal de dar marcha atrásu2014, disminuya la confianza de la gente en la economía y entonces la nación quede expuesta a problemas mucho más serios que una reducción en las exportaciones. Nuevos datos económicos muestran un crecimiento más lento en la inversión y el gasto de los consumidores, y existe el temor de que la crisis financiera de Turquía se extienda.

Los dirigentes chinos han argumentado que pueden resistir un retraimiento comercial por más tiempo que Trump. Su sistema autoritario puede sofocar cualquier ideología contraria y modificar rápidamente la canalización de recursos, y esperan que Washington se vea acorralado y bajo la presión de los electores cuando comiencen a sufrir los efectos de los trastornos causados al comercio.

En público, los dirigentes han dicho que China puede soportar la guerra comercial sin ningún problema. Un estudio de amplia circulación preparado por algunos economistas de la Universidad Tsinghua calculó que los aranceles impuestos hasta ahora y los que se ha amenazado con imponer solo causarían una reducción de 0,3 puntos porcentuales en la tasa de crecimiento de China, que se ha mantenido estable en un 6,7%.

Aun así, el gobierno solicitó el mes pasado que decenas de institutos de investigación y universidades presentaran análisis sobre los posibles efectos en diferentes regiones y sectores industriales en caso de agravarse la guerra comercial, así como en el desempleo y los mercados financieros.

China vendió productos por unos U$S 500.000 millones a Estados Unidos el año pasado, que representaron casi una cuarta parte de sus exportaciones totales y alrededor del 4% de la producción económica nacional.

Si EE.UU. aplica aranceles a todos los productos chinos, incluso los economistas chinos más pesimistas consideran que el país sufriría una caída de solo el uno por ciento en la producción debido a la pérdida de exportaciones.

Sin embargo, el peor problema para China se presentaría si la guerra comercial merma la confianza económica. El mercado inmobiliario del país apenas mantiene el equilibrio sobre una montaña de deudas, y los préstamos con tasas bajas de interés otorgados por los bancos del Estado han ocasionado que haya un exceso de capacidad en muchas industrias. La inquietud es que, si se prolongan las tensiones comerciales, los inversionistas comiencen a sacar dinero de China a pesar de los controles de la moneda, lo que podría provocar problemas financieros y económicos mucho mayores.

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