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Un golpe que profundiza desigualdad y pobreza

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Guillermo Tolosa, Director Ejecutivo de Ceres. Foto> El País
Darwin Borrelli

ENTREVISTA

Nuestro patrimonio va a empeorar considerablemente, pero también lo hará el de los otros países con los cuales competimos por recursos.

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Para el Doctor en Economía (Universidad de California, Los Ángeles) y director Ejecutivo de Ceres, Guillermo Tolosa, enfrentarnos a la primera recesión planificada de la historia, a partir de la pandemia por coronavirus, nos pone ante un desafío del que deberemos salir sin la falsa oposición de salvar vidas o economía. Considera imprescindible intentar reasignar gastos y obtener el mayor financiamiento posible para llevar adelante medidas que permitan mitigar la situación generada. Advirtió que el estrecho margen fiscal hará que algunos países, como Uruguay, tengan menos posibilidades de aplicar paquetes de apoyo más ambiciosos. “La falta de margen fiscal se paga con vidas”, afirmó. A continuación, un resumen de la entrevista.

—No se conocen estimaciones oficiales de las consecuencias que esta crisis dejaría en la economía uruguaya. ¿Qué podemos esperar a corto plazo, una vez se disipe la etapa más profunda de propagación de la enfermedad?

—Esta es la primera recesión planificada de la historia. Cuán grave sea, dependerá de las decisiones y actitudes que tomemos a nivel global y local.

El distanciamiento social es una etapa absolutamente necesaria e inevitable para dar tiempo a ampliar capacidad médica y aprender de la experiencia de otros países. Y durante un período limitado de tiempo los costos del distanciamiento son manejables ya que las empresas, hogares, bancos y Estado suelen tener o conseguir algún colchón financiero para sobrellevarlo. Pero a partir de cierto umbral de intensidad y duración con los que se lo lleve adelante, los costos de este distanciamiento aumentan de una forma exponencial, ya que, entre otros fenómenos adversos, las empresas comienzan a quebrar en gran escala, aumenta el desempleo y la pobreza y se debilita el tejido productivo de forma permanente.

Según dicen los expertos el virus va a seguir existiendo por lo menos un año más, con lo cual enfrentarlo solamente con la herramienta del distanciamiento será insostenible. Todo dependerá de nuestra capacidad de revertir el distanciamiento a partir del mes que viene o el otro, sin propagar el virus.

En parte esto tiene que ver con decisiones gubernamentales concretas: la capacidad de testear y controlar las cuarentenas de los infectados. Pero por otra, la de impulsar cambios actitudinales de la sociedad.

Necesitamos como sociedad un foco muy fuerte en la experiencia de los países que han logrado esto como China, Corea del Sur, Singapur, quizás Japón. Implica un cambio cultural profundo que será un desafío importante. Esos países demuestran que a partir de cierta etapa, la oposición entre economía y vidas que embandera, por ejemplo Alberto Fernández, es falsa. La economía china esta retornando su normalidad sin ningún sacrificio de vidas.

De hecho, a un nivel más general, lejos de estar enfrentados, la economía y la vida van de la mano. Una economía más sólida permite fondear mejores sistemas de salud, remedios más caros, rutas nacionales más seguras.

Además, como los uruguayos sabemos muy bien luego de tantas crisis económicas, evitarlas es una condición clave para el florecimiento humano.

Una economía sólida genera más cantidad de puestos de trabajo, que permiten hábitos más saludables y que los hijos del hogar crezcan en un entorno de mayor estabilidad emocional y permanezcan mayor tiempo en el sistema educativo.

—Lo urgente desplazó a lo importante. El plan de austeridad previsto por el Poder Ejecutivo ha quedado en segundo plano. ¿Estarán dadas las condiciones para retomarlo, cuando seguramente la economía este bastante dañada, el desempleo más alto y el resultado fiscal con mayor presión?

—Estoy de acuerdo que en estos meses el foco debe estar en el gasto para paliar la dramática situación, y obtener financiamiento para hacerle frente.
Luego de unos meses, dado nuestro mayor nivel de déficit y deuda, la austeridad en gastos no será una opción de política económica a ser debatida; será una necesidad, ya que el Estado no podrá financiar el tamaño del que hoy goza.

—En el plano fiscal, ¿hay margen de poner en marcha medidas contracíclicas más profundas?

—Las medidas para mitigar una situación tan desafiante son imprescindibles. El Estado tiene que intentar reasignar gastos y obtener el mayor financiamiento posible para llevarlas adelante.

Pero no nos engañemos, lamentablemente su capacidad de hacerlo será muy limitada ya que nuestras necesidades de financiamiento corriente, que ya eran altas dado el déficit existente, aumentará considerablemente por la caída mayúscula de ingresos y un gran aumento de gasto en seguro de paro y salud.

Esto sucede cuando los mercados de crédito están cerrados para los países emergentes. Tenemos colchones financieros y líneas de crédito contingentes aprobadas con los organismos internacionales de crédito —y seguramente algunas nuevas— que servirán durante varios meses enfrentar nuestro creciente déficit. Pero, desafortunadamente muy poco margen para aumentarlo aún más con nuevas medidas ambiciosas, aunque se crea necesario.

—Proveer liquidez implica, en una economía con restricciones, más endeudamiento. ¿Comprometen esas variables la consideración internacional del país, su calificación y acceso a crédito?

—Nuestro patrimonio va a empeorar considerablemente. Pero también lo hará el de los otros países con los que competimos por recursos.
La clave es que una vez que pase la emergencia, exista un sendero creíble de reducción de déficit y deuda hacia el futuro, sustentado con medidas concretas. Pero que esas medidas no sean austeridad generalizada o realizada donde es más fácil cortar, en lugar de donde es más importante hacerlo. Desde Ceres creemos que es importante hacer un profundo ejercicio que a nivel internacional se conoce como "expenditure review”, que permita un ajuste inteligente, que redunde en una estructura de gasto más liviana y orientada de forma mucho más focalizada al crecimiento económico con justicia social. Se trata de un ejercicio de reconsideración de todos los gastos del estado en base a un análisis profundo de su efectividad, y si están siendo consistentes con las prioridades de política.

—¿Cómo se responde ante empresas sin facturación o al borde del cierre, e individuos sin empleo o, si lo mantienen, mayor precarización?

—Se responde ayudando a las empresas con sus dificultades de liquidez. Postergar impuestos va en la dirección correcta, suspender los costos de servicio de utilidades también. Y también reducir exigencias de capital a los bancos por exposiciones a empresas que vayan empeorando su situación.

Es posible que esto no sea suficiente. Quizás las empresas requieran de un paquete de nuevos préstamos. En el marco de las severas restricciones fiscales, quizás haya que pensar creativamente. Es un shock nunca visto lo cual requiere pensar en formas que nunca lo hicimos.

—Los sectores más vulnerables, sin ingresos previsibles y con baja capacidad de respuesta ante la crisis, ¿cómo la superan? Hay países que optaron por transferencias directas, aquí se ha planteado una renta básica por parte del PitCnt, ¿comparte?

—Sí comparto que transferencias directas son esenciales. Pero la implementación es un enorme desafío, ya que la escasez de recursos requiere focalización, pero la focalización lleva tiempo y se necesita atender la situación con urgencia.

Las crisis siempre afectan más a los más vulnerables, pero esta crisis es particularmente dañina para ellos ya que aquel que no tiene trabajo y vive de la changa, le desaparecen en muchos casos completamente sus ingresos.

El distanciamiento pega menos a aquel incluido digitalmente que puede hacer el trabajo desde su casa. Pero se estima solo un 4% de los trabajadores no calificados pueden teletrabajar.

—A largo plazo, ¿qué condicionantes nos deja esta crisis sanitaria en la economía local?

—Una vez que el virus se logre combatir a nivel global, se saldrá del abismo en que nos encontramos. Pero eventos de esta envergadura suelen dejar algunas secuelas por un tiempo prudencial.

Empresas y hogares quedarán con un patrimonio más debilitado, lo cual les generará, por un tiempo considerable, dificultades de acceso a crédito, y la necesidad de cautela y austeridad para restablecerlo. Eso quitará dinamismo a la actividad económica. Dadas las pérdidas totales que muchos sufrirán, habrá muchos desalentados para realizar emprendimientos, restándole vigor a la economía.

El mayor endeudamiento estatal implicará mayores intereses de deuda que quitarán espacio fiscal y quizás menor margen de financiamiento.

—A nivel global, ¿estamos ante un final de ciclo en cuanto a la evolución de la economía?

—También va a restar vigor a la economía mundial por los argumentos expuestos. Y también este golpe profundiza desigualdad y pobreza. Dentro de los países, pero también entre países. Los países emergentes tienen menor cantidad de empleados en condiciones de teletrabajar. Además, tienen menos capacidad de endeudarse para mitigar el impacto del golpe y por tanto sufrirán más.

—Los bancos centrales han redoblado la apuesta en cuanto a la provisión de liquidez y tasas bajas. ¿Será ese el factor determinante que ayude a superar esa crisis?

—Es importante que los bancos centrales provean liquidez para evitar que situaciones de iliquidez deriven en innecesarias insolvencias a empresas de buenos fundamentos. Les tiende un puente a las empresas entre el mundo con distanciamiento social y el posterior a él.

—¿Hay condiciones como para adoptar perspectivas de largo plazo y más allá de la incertidumbre, pensar en una recuperación más o menos rápida?

—La recuperación dependerá de la capacidad de acercarnos físicamente sin contagiarnos el virus. Los países asiáticos muestran que la recuperación puede ser considerable luego de dos o tres meses de contracción severa.

—¿Qué enseñanzas deja para la economía local y global un impacto tan profundo a partir de un evento inesperado?

—Uruguay y otros países con poco margen fiscal podrán desplegar paquetes de apoyo a la economía mucho menos ambiciosos, con lo cual el impacto económico y social de este evento será mucho mayor que aquellos en los que el Estado cuenta con más margen para mitigar los efectos. Como dijo Ricardo Hausman esta semana, hasta se puede pagar con vidas. La falta de margen fiscal se paga con vidas. En este país hemos escuchado analistas, ministros de gobierno, dirigentes de organizaciones civiles argumentando que aumentar el déficit fiscal no conllevaba riesgos. Es una oportunidad para que finalmente internalicemos este tema y no haya más lugar para ese tipo de expresiones. Es una oportunidad para que luego de tantas crisis, maduremos como sociedad.

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