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La gestión financiera de las empresas en la actualidad

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

Los desafíos post pandemia para la actividad empresarial en Uruguay

Si bien es cierto que el 2020 fue un año desparejo para las empresas y que en algunos sectores tuvieron una recuperación relativamente rápida de sus ventas y de sus finanzas, en este artículo me voy a referir a aquellas empresas que hoy están más estresadas financieramente.

Para una mayoría de las compañías uruguayas, el 2020 implicó un detenimiento o enlentecimiento de la actividad, con varios meses operando a un volumen por debajo del equilibrio; con pérdidas acumuladas y con problemas por el enlentecimiento de sus ventas y de sus cobranzas. Uno observa que —en general— este período se caracterizó por un primer impacto negativo en las ventas (por el surgimiento de la pandemia); un segundo impacto en la rentabilidad; un tercer impacto en la liquidez y un cuarto impacto en el endeudamiento. Esta dinámica de baja actividad y de estiramiento de los flujos de ingresos ha sido, en varios casos, sostenida vía un mayor endeudamiento financiero o con proveedores.

En 2020, a medida que avanzó el año, las empresas revisaron sus presupuestos (por lo menos una vez), evaluando las necesidades de capital de trabajo y la liquidez en el contexto COVID e intentando controlar los gastos discrecionales. Por el lado de las inversiones, en varios casos las empresas han debido invertir para modificar o sostener sus nuevos modelos de negocios; inversiones que están especialmente ligadas a la incorporación de nuevas tecnologías. Un buen número de empresas modificó sus políticas de dividendos (al menos transitoriamente).

Las empresas locales —en general— contaron con buen apoyo de los bancos y de las medidas específicas anunciadas por el Poder Ejecutivo. El Banco Central reaccionó impulsando una ampliación del SiGa para estimular el crédito bancario vía garantías, que son un respaldo del crédito a las micro, pequeñas y medianas empresas. Además, el Banco Central también redujo los encajes en moneda nacional, ampliando la disponibilidad de los bancos para prestar. Tanto los bancos privados como el BROU, en general, dieron facilidades de plazo y condiciones para aquellas empresas de mayor porte.

Esto, además, coincidió con un periodo de tasas de interés bajas en el mundo, que también favoreció un reperfilamiento de los pasivos de las empresas a costos reducidos.

Hoy, a principios del 2021, una mayoría de las empresas locales enfrenta varios desafíos al mismo tiempo: proyectar la normalización de las actividades comerciales; identificar y ampliar las fuentes de capital de trabajo, especialmente para hacer frente a los próximos gastos; recuperar la rentabilidad; gestionar el endeudamiento y financiar sus inversiones. Eso en lo que tiene que ver con lo financiero. Además, las empresas tienen otros desafíos en las áreas comerciales, logísticas, tecnológicas y de recursos humanos.

La pregunta es: ¿cómo seguir para adelante? En lo comercial y productivo: ¿se requiere un nuevo modelo operativo?, ¿se requieren nuevas inversiones? En lo financiero: ¿cómo se financiará la actividad de corto, mediano y largo plazo?

El desafío financiero

En el contexto actual, más que nunca, cash is king. Para las empresas es vital asegurarse la continuidad de la empresa en marcha y hacer una previsión cierta de los flujos de fondos que permitirán cubrir los gastos operativos. Un buen ejemplo a mirar son las empresas tecnológicas, que han estado normalmente más expuestas a cambios de tendencias más radicales y han priorizado históricamente contar con mayores niveles de “caja”. Quizás, a la salida de la pandemia, empresas de distintos sectores pasarán a dar ese mismo nivel de prioridad a la liquidez, pasando a buscar mantener mayores niveles de caja en comparación con la situación “normal”, antes de esta pandemia. Seguramente, este motivo de precaución no pasa por que vuelva otra pandemia, pero sí por la eventualidad de que se aceleren otras transformaciones o cambios de tendencias en sectores que antes parecían estables y previsibles.

En mi opinión, la pandemia dejó en claro la necesidad de contar con distintas fuentes de financiamiento de largo plazo. Para algunas empresas, el 2020 jerarquizó el rol de contar con crédito bancario y también la importancia de participar activamente en el mercado de capitales; por ejemplo, vía emisiones de deuda que permiten plazos más largos que los del sistema bancario (Conaprole es un caso paradigmático).

En el caso de las empresas medianas y pequeñas, trabajar con bancos es especialmente exigente, pero tiene ventajas que quedaron expuestas en 2020. Ojalá la salida de la pandemia favorezca la resolución de distintas empresas de hacer los trabajos necesarios que permitan mayor transparencia y el acceso a distintas formas de financiamiento. Contar con líneas de créditos disponibles es comprar un seguro, pero requiere la formalización de procesos, la disponibilidad de la información y políticas de gestión conservadoras.

Para muchas empresas pequeñas y medianas, una clave para asegurar el capital del trabajo pasa por ampliar su pasivo espontáneo; especialmente por el lado del crédito de proveedores. Intuitivamente, las empresas más grandes y con mayor acceso a diversas fuentes de financiamiento pueden funcionar como “intermediarios financieros” al otorgar más crédito comercial a sus clientes. Las empresas tienen más posibilidades de acceder al crédito comercial, en la medida que hayan sido buenos pagadores en los tiempos buenos. Y ser buen pagador depende de la suerte que se haya tenido en los negocios, pero también de la buena gestión financiera en los tiempos buenos. Frecuentemente, algunas empresas incurren en atrasos en pagos a proveedores que son innecesarios y que parecen no tener costos ni consecuencias. En mi opinión, esto no es tan así, ya que en momentos en los que pueda haber mayores restricciones financieras, o múltiples objetivos, los malos pagadores podrán tener menor espacio para obtener crédito comercial. Y eso es muy costoso.

Por otro lado, hoy parte de la función comercial y el éxito en concretar nuevas ventas, pasa por tener la capacidad de otorgar mejores términos de pagos (plazos) a los clientes. Como todo aumento de un activo (de las cuentas a cobrar, en este ejemplo), esta “inversión” deben ser financiada por algún elemento del lado derecho del balance. Y es en este punto donde la gestión financiera de una empresa vuelve a ser protagonista, también del éxito de la función comercial. Si hoy es clave poder vender a plazos, entonces es clave tener acceso al financiamiento.

Algo que nos dejó la pandemia, es la jerarquización de la función financiera dentro de las empresas. La planificación financiera en las empresas es fundamental por muchos motivos; también es esencial para poder comprar y vender mejor; y esto es clave para la rentabilidad empresarial. La planificación financiera también vuelve a ser clave para invertir ahora e intentar aprovechar algunas nuevas oportunidades que están apareciendo en algunos sectores, a la salida de la pandemia.

(*) Director Maestría en Finanzas y Postgrado en Data Science de la Universidad de Montevideo.

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