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Gasto social no debe afectarse por austeridad

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Nora Lustig

Latinoamérica sorprende por la crudeza de su desigualdad, afirma la experta en asuntos latinoamericanos de la Universidad de Tulane, Nora Lustig. Destaca el avance significativo de la pasada década, en base a una mejor distribución del ingreso y las transferencias gubernamentales.

LUIS CUSTODIO - [email protected]

Lustig advierte que ante la etapa de bajo crecimiento que se avecina, los gobiernos deben de tratar de cuidar la inversión social hecha hasta el momento. A continuación, un resumen de la entrevista con esta doctorada en Economía en Berkeley y docente de la cátedra de Economía Latinoamericana de la Universidad de Tulane, Nueva Orleans.

—Latinoamérica ostenta el peor nivel de desigualdad en el planeta, a pesar de las noticias que llegan sobre pobreza extrema de otras zonas del mundo….

—Como comenté en un reciente trabajo que publiqué para el Fondo Monetario Internacional, el segundo hombre más rico del planeta y alrededor del 5% de los multimillonarios del mundo residen en América Latina, mientras tanto, la pobreza sorprende por su crudeza.

Las diferencias, en muchos casos, son parte de la historia de discriminación, opresión y exclusión de los grupos afrodescendientes e indígenas. Además, América Latina presenta niveles de desnutrición y mortalidad infantil entre los grupos más pobres dignos de países muchos más pobres. Y la desnutrición condena a las nuevas generaciones a repetir el círculo vicioso de la pobreza.

—¿No considera usted que en la pasada década se hicieron avances significativos en la región?

—Hubo un salto cualitativo importante. Se avanzó en países con alto crecimiento durante el período como Chile y Colombia, y también en países con un crecimiento menor, como Brasil y México. Cayó en países con regímenes de izquierda (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay, Venezuela) y en países con gobierno de centro o centroderecha (como México y Perú). Disminuyó en países exportadores e importadores de materias primas, y en países con salarios mínimos en alza o estancados.

—O sea que en la década pasada, la desigualdad y la pobreza disminuyeron en toda la región...

—En un conjunto de países, esto fue producto del boom de las materias primas que permitieron expandir el gasto público y aumentar el salario mínimo, pero de manera no sostenible. Sin embargo, existe también una fuerza estructural que ha sido igualadora y tiene posibilidades de continuar: la fuerte expansión del acceso a la educación en todos los niveles, expansión que en un conjunto de países empezó en los años noventa. (Por cierto, Uruguay es una excepción porque tiene una alta deserción en la educación secundaria por lo que la expansión de estudiantes con acceso a educación terciaria no ha crecido como en otras partes). Asimismo, los programas de transferencias monetarias dirigidas a la población pobre han reducido la pobreza extrema en varios países. Como en muchos gastos estos programas representan una baja proporción del presupuesto público, se esperaría que pudieran continuar aun en periodos de mayor austeridad como el que ahora se enfrenta.

—Precisamente, al estar atravesando América Latina una zona baja del ciclo económico, ¿corren riesgo los planes sociales que llevan adelante los países?

—Es necesario asegurarse que no se queden sin los fondos necesarios los programas que van dirigidos a los más pobres y a los que se vuelven pobres a raíz del nuevo entorno de austeridad. Es importante mantener la vigilancia de los procesos de aprobación de presupuestos. Lo que pueden hacer los gobiernos en esa materia es asegurar que en los procesos de reducción de gasto no se disminuyan o se disminuyan lo menos posible los gastos destinados a la población más pobre.

—¿Cuánto de la reducción de la pobreza corresponde al crecimiento económico global de la región y cuánto es en realidad producto de políticas focalizadas?

—En la década de los años 2000, la proporción de indigentes en América Latina bajó de 25% a aproximadamente 12%. El 60% de la reducción de la pobreza puede atribuirse al crecimiento económico y el 40% a la disminución de la desigualdad. Los dos factores principales que contribuyeron a la disminución de la desigualdad en América Latina, son una distribución más equitativa del ingreso y las transferencias gubernamentales. La distribución equitativa del ingreso laboral entre los asalariados y los trabajadores autónomos es el factor más importante. Explica el 60% de la corrección de la desigualdad de la región. Eso se debe a que los sueldos de los trabajadores con muy poca escolarización aumentaron más rápido que los trabajadores más formados, especialmente con título terciario.

—¿Qué opinión tiene de los planes de asistencia directa sin contrapartidas?

—En general, es preferible que las transferencias directas (salvo las que van a personas minusválidas o en la vejez) tengan contrapartidas. Esto genera una dinámica diferente en los hogares, ya que bien diseñados este tipo de programas pueden venir acompañados de procesos transformacionales. Los beneficiarios pasan de ser pasivos a activos participantes en mejorar sus condiciones de vida.

—¿Los cambios de política aplicados en la región no han sido suficientes para sacar a la región de ese poco honroso primer lugar en desigualdad?

—A pesar del progreso en materia de reducción de la desigualdad experimentado durante la última década, la región sigue siendo la más desigual. Con cualquiera de los indicadores típicos que utilicemos. Si tomamos el coeficiente de Gini para medir esta realidad, en los países de América Latina la desigualdad es 30% mayor que el promedio mundial.

América Latina no es la región con el mayor número o porcentaje de pobres, pero es la que tiene la desigualdad más marcada en la distribución del ingreso. Los pobres reciben una proporción del ingreso nacional total menor que los pobres de otras regiones. Por tanto, en la región las tasas de pobreza son sistemáticamente más altas que las que cabría esperar en otros países con ingresos medios parecidos.

—¿Cuáles son a su juicio las políticas más acertadas que pueden llevarse a cabo para lograr un avance mayor?

—Varias: expandir el acceso a educación de calidad para continuar achicando las brechas salariales, mantener los programas de transferencias a los más pobres y a quienes enfrentan choques adversos aun durante las bajas del ciclo económico, acabar con comportamientos discriminatorios, abusivos y/o excluyentes hacia la población afrodescendiente e indígena. También, eliminar los cotos monopólicos que permiten el enriquecimiento exacerbado de unos pocos a costa del resto de la población, y ajustar los sistemas de impuestos para que las enormes fortunas de la región contribuyan mucho más a financiar el gasto público en educación, salud, infraestructura y protección social.

—¿La redistribución vía políticas tributarias es la más efectiva?

—La política fiscal, bien utilizada, cumple un papel fundamental en generar sociedades más equitativas e incluyentes. Un sistema de impuestos que grave mucho más a los más ricos y genere niveles mínimos de bienestar para los más pobres y acceso general a educación y salud, es clave.

—¿Qué expectativas debemos tener ante el nuevo ciclo económico ?

—La disminución del crecimiento, especialmente de las exportaciones de materias primas agrícolas, se traducirá en una menor demanda de trabajadores poco calificados. Es probable que, como consecuencia, sus sueldos dejen de subir e incluso pueden bajar.

La disminución del crecimiento conlleva también a una caída del crecimiento tributario. Como los gobiernos intentan mantener bajo control las cuentas fiscales, tendrán que subir los impuestos y/o recortar el gasto. En tales circunstancias los salarios mínimos no mantendrán la tendencia al alza y las transferencias dejarán de crecer. Quizás en algunos países, deban disminuir. En países con alta inflación, las transferencias simplemente podrían verse erosionadas por el alza de precios. Si las demás condiciones se mantienen sin cambios, la contracción de la demanda de trabajadores poco calificados y el estancamiento o disminución de los salarios mínimos y de las transferencias gubernamentales incrementarán la desigualdad.

Las autoridades deben encontrar maneras de que la desigualdad siga disminuyendo aun en un contexto de austeridad. Mejorar la suerte de los pobres debe seguir siendo prioritario, incluso en medio de dificultades fiscales.

Transferencias gubernamentales explican 20% de avance social.

—¿Qué resultado han dado las transferencias gubernamentales?

——En promedio explican alrededor del 20% de la reducción de la desigualdad. Las transferencias gubernamentales han aumentado en volumen y están mejor focalizadas en los pobres. Casi todos los países de la región tienen un programa central de transferencias de efectivo, que exigen a las familias, como condición, mantener a sus hijos en la escuela y llevarlos a exámenes periódicos. Las llamadas transferencias monetarias condicionadas han sido una de las innovaciones más importantes de la política social en beneficio de los pobres. Hoy por hoy, cerca de 27 millones de hogares de la región, se benefician de esas transferencias.

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