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Varios frentes abiertos: incertidumbre en el tercer año de gestión del gobierno

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Economía y Mercado.

OPINIÓN

Se le presentan algunos frentes con incertidumbre que, según cómo se desarrollen, tendrán incidencia diversa.

Como hemos visto en columnas anteriores, el segundo año del actual período de gobierno habrá terminado con balance positivo, por lo que el “primer tiempo” del partido encuentra al equipo ganando por la mínima diferencia y a punto de salir a la cancha para comenzar la segunda mitad del encuentro.

Ahora bien, se le presentan algunos frentes con incertidumbre que, según cómo se desarrollen, tendrán incidencia diversa.

Encuentro cuatro de ellos.

La economía global. Es notorio que ella está en tránsito hacia una normalización monetaria y que, en la medida en que ésta avance, las economías emergentes verán revertirse el escenario tan favorable que las acompañó en los últimos años, con dólar barato, tasas de interés bajas y materias primas apreciadas. Naturalmente, las economías con mayores vulnerabilidades lo sentirán antes y con mayor intensidad, pero a la larga todas recibirán un cierto impacto del cambio de escenario global.

Como atenuante, es posible que ese proceso se dé con mayor parsimonia de lo que se espera. De hecho, hasta ahora ha sido así, postergándose el inicio de ese proceso inevitable. Los riesgos financieros (burbujas asociadas a la inflación de precios de los activos) que no fueron considerados en los tiempos de la expansión monetaria pueden ser tenidos en cuenta a la hora de su normalización y dar lugar a un proceso más lento y cauteloso.

En el frente global no puede dejar de señalarse a la pandemia, que ya ha tenido varias olas y si bien parece que esta vez cederá, no se puede descartar lo contrario.

Argentina, para variar.

Que un viernes llega a un “entendimiento” con el FMI y al lunes siguiente presenta una crisis política en el corazón del gobierno por discrepancias en torno a aquel. Escribo esta columna el martes y como en Argentina el largo plazo es una semana, no puedo imaginar qué habrá pasado de aquí a que los lectores la reciban.

En todo caso, dicho entendimiento, de concretarse en un acuerdo, a lo sumo permitiría evitar deterioros adicionales, pero difícilmente mejorías sustanciales, en la medida en que parece ser solo un medio para que ambas partes salgan del paso. Y, en caso de que finalmente no ocurra, la inflación quedará indeterminada y habrá nuevos deterioros.

Desde nuestro país, tendremos allí una vez más al vecino barato a donde ir a hacer turismo y compras, pagando impuestos y remunerando trabajo allá, en vez de hacerlo en este lado de los ríos que nos separan. Lo que será más intenso cuanto mejor evolucione la pandemia.

La situación fiscal.

Que ha mejorado de manera extraordinaria, pero en gran medida transitoriamente. Basta con señalar que el MEF esperaba un déficit de 5,6% del PIB en 2021 y en realidad llegó a sólo 4,2% del PIB. A partir de ahora, muy probablemente, el “efecto covid” irá menguando y por ende contribuyendo a la mejoría fiscal, pero, al mismo tiempo, varios factores jugarán en el sentido opuesto.

Por un lado, la inversión pública (del gobierno y las empresas estatales) se encuentra en niveles mínimos (2,1% del PIB en 2021) y solo puede subir. Por el contrario, el resultado primario y corriente de las empresas estatales está en máximos (1,5% del PIB) siendo notoria la contribución excepcional, en 2021, de las exportaciones de electricidad a Brasil en el caso de UTE por al menos 0,4% del PIB. Tercero, también es claro que tanto los salarios públicos como las pasividades han sido diluidas en términos reales, hasta ahora, por la disparidad entre los aumentos nominales percibidos y la tasa de inflación. Con el inicio de la recuperación salarial prometida, a completarse en 2024, estos rubros dejarán de ayudar a las finanzas públicas y comenzarán a jugarles en contra, más desde 2023 que en 2022. Cuarto y último, continuarán creciendo los pagos de intereses del BCU, que ya cerraron 2021 en 0,9% del PIB, una de las magnitudes más altas de la serie. Con un stock de LRM de 11,5% del PIB, por cada punto que sube su tasa media, hay unos 67 millones de dólares de intereses adicionales. Esa tasa ya subió 2,5 puntos desde mediados de marzo y seguirá subiendo este año de la mano de la TPM.

Referéndum.

El último de los frentes con incertidumbre es el referéndum del próximo 27 de marzo que, cada vez más, tiene todas las características de una elección a mitad de período. Es claro que, más allá de su resultado, no habrá efectos económicos inmediatos. Pero nadie puede dudar que el día después será muy diferente según cuál sea ese resultado.

Un triunfo del No al recurso de referéndum fortalecerá al gobierno y reforzará la affectio societatis de la coalición gobernante. Reformas tales como la del servicio civil y la del sistema previsional adquirirán impulso y es posible que otros puntos de la frondosa agenda de pendientes sean encarados. En este escenario, muy probablemente se perseverará en la consecución de los objetivos macro que están planteados desde el inicio.

Un triunfo del Sí al recurso de referéndum dejará al gobierno más débil y no es obvio que el compromiso de cada uno de los sectores que lo integran permanecerá intacto. Sobre los objetivos macro, se correrá el riesgo de su flexibilización. Y sobre las reformas, no imagino al presidente, por su carácter, bajando los brazos sino todo lo contrario, pero por lo dicho antes, ya nada será igual. La máxima que reza que “los presidentes no hacen lo que quieren sino lo que pueden”, estará más vigente.

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Javier De Haedopremium

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