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Los Fondos Soberanos, un amortiguador en la pandemia

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Javier Capapé (PhD), Director del Sovereign Wealth Research en el Center for Governance of Change de IE University.

ENTREVISTA

Detrás de la investigación que permitió el desarrollo de las vacunas de Moderna, Biontech, CureVac y Sputnik, están los fondos soberanos.

La crisis derivada de la pandemia puso en primera línea el valor de los fondos soberanos con los que cuentan decenas de países, convertidos en un importante colchón que permitió amortiguar los efectos del contexto recesivo. En América Latina —especialmente en Chile, Colombia y Paraguay— se destinaron 13.000 millones de dólares de los fondos soberanos para respaldar los programas fiscales y de ayuda de los gobiernos, según el "Sovereign Wealth Funds 2020”, presentado la pasada semana en Madrid. Los abultados desembolsos han puesto a algunos de estos fondos en riesgo de supervivencia, advierte el economista español Javier Capapé, Director del Sovereign Wealth Lab de IE Business University y responsable del informe. Asimismo, destaca que el papel de los fondos en 2020 no se limitó a colaborar con la estabilidad macroeconómica de los países, sino que además fue clave su rol como inversor, detrás de proyectos de alta demanda en la pandemia, vinculados con logística, educación a distancia, fintech y biotecnología, en especial, las vacunas contra COVID-19. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo fue el desempeño de los fondos soberanos durante el año pasado?

—Relevamos 95 fondos soberanos de 67 países, que en 2020 gestionaron 9.1 billones de dólares. En el año de la pandemia, el volumen de activos que manejan los fondos aumentó un 8% en relación a 2019. Este es un dato que reflejan las estadísticas, pero no nos muestra el verdadero comportamiento de los fondos. El aumento no responde a un incremento de recursos que fueron volcados por los países a sus fondos, sino por una exposición a carteras globales en renta variable que han mejorado su valoración bursátil, lo que representa una ventaja pasiva para las arcas de los fondos soberanos. Y esto se ve reflejado en el total, pero especialmente responde a los fondos de Estados Unidos.

—En realidad, los recursos no solo no ingresaron a los fondos, sino que fueron retirados…

—Es así, la mayor parte de los fondos soberanos existentes tienen como misión la estabilización macroeconómica, y 2020 ha sido claramente un año desestabilizador en esa materia. Especialmente en el segundo trimestre del año pasado, se verifica una salida importante de recursos de muchos de los fondos soberanos que analizamos en el informe. Debido a la pandemia, se ha puesto a disposición de los gobiernos un volumen de recursos muy superior a lo que generalmente observamos año a año.
Una conclusión importante que los recursos que los fondos han acumulado en los años buenos, han permitido a los países tener un colchón importante ante los requerimientos extraordinarios de esta crisis. La famosa tarea de los “rainy-day funds” ha sido puesta de manifiesto en un año de lluvia, o más que eso, de tormenta.
Eso se observa claramente en los fondos latinoamericanos, pero también en otros, como el de Noruega, donde se resolvió retirar un 5% de los fondos, que son algo así como 50 mil millones de dólares. Capitalizar la gestión de determinadas empresas, participar con ayudas vía presupuesto, han sido medidas recurrentes en este último año.
También hay otros beneficios indirectos, que en momentos en que los países necesitan de mayores recursos, son muy importantes…

—¿A qué se refiere?

—Los inversores institucionales, a la hora de comprar deuda, tienen en cuenta la existencia de esos fondos como reflejo de prudencia fiscal. La existencia de esos fondos incide en que las emisiones de bonos sean más viables.

—La mayoría de los fondos soberanos cumplen con sus objetivos, precisamente, cuando son utilizados para paliar crisis de este tipo…

—Las razones tipificadas para retiros ante situaciones extraordinarias pueden tener el foco en desastres naturales —es el caso de Chile que tiene una cláusula específica en ese sentido—, pero casi todos los mandatos de los fondos incluyen la estabilidad macroeconómica como objetivo general. Eso incluye situaciones excepcionales como la que aún estamos atravesando. Y han hecho uso de estos recursos fondos de distintas zonas del mundo, con el mismo objetivo. Irlanda, por ejemplo, creó un fondo destinado a ayudar a empresas a subsistir durante la crisis.

—Teniendo en cuenta que la mayoría de los fondos soberanos están vinculados con recursos provenientes de materias primas, su cotización internacional incide en el balance final…

—Un 60% de los fondos provienen de materias primas, como petróleo, gas o cobre, particularmente. Claramente el precio del activo incide en los resultados de los fondos y esos países sintieron el doble impacto: la crisis y los menores precios internacionales durante buena parte de este período, aunque ahora los minerales e hidrocarburos están teniendo una importante recuperación.
Pero el restante 40% de los fondos tienen diversos orígenes, por ejemplo responden a una regla fiscal, como es el caso de Nueva Zelanda y Australia. El fondo recibe un primer impulso con fondos obtenidos a partir de la privatización de una empresa pública y se preserva durante el tiempo mediante una regla fiscal. O se reasigna una reserva de divisas que gestiona el banco central y pasan como préstamo o transferencia a otra entidad que es la responsable de administrar ese capital, gestionándolo de una manera activa. Son los casos de China y Singapur, por ejemplo. También están los llamados fondos de coinversión, entre los que destacan los de España, Italia, Irlanda, Rusia, India o Indonesia. Son fondos pequeños de origen, pero para su proyección crean instrumentos de coinversión con otros fondos internacionales. En el caso de España, 100 millones de dólares los pone una empresa semi pública nacional (Cofides) y el fondo soberano de Omán pone otra cifra similar. Esos 200 millones los invierten en una decena de empresas españolas que tengan potencial de crecimiento.

—El último ranking (*) no ofrece cambios entre los mayores fondos soberanos, con el fondo noruego en primer lugar, seguido de una larga lista de fondos asiáticos…

—Así es, y con escasos cambios también en la cantidad de fondos. Solo relevamos dos más en 2020 respecto del año anterior. La variación de la cantidad de fondos que relevamos esconde algunas situaciones peculiares. Hay fondos que se liquidan, porque su cometido era muy específico y se ha cumplido —por ejemplo en Mauricio, Mongolia y Argelia— y otros porque se fusionan entre sí. Eso último ha ocurrido en Omán o Emiratos Árabes, luego de la crisis del petróleo de 2019. Es una manera de maximizar la eficiencia, sumar activos y buscar un fondo mayor que le otorgue mayor capacidad de visibilidad y músculo financiero. Como contracara, hay nuevos fondos en India, Indonesia, Chipre, Turquía creados en los últimos dos años, entre los más mencionados.

—En Latinoamérica, ¿cuál ha sido el rol de los fondos durante la crisis?

—La región tiene 10 fondos soberanos, que han volcado parte de sus recursos para apuntalar la acción de los gobiernos en la crisis. Son unos 13 mil millones de dólares que han sido volcados con ese objetivo, especialmente en tres países: Chile, Perú y Colombia.
Colombia estableció un vehículo de emergencia económica, capitalizado con el Fondo de Estabilización. Los dólares del fondo se pasaron a pesos colombianos y transferidos a este vehículo, por un volumen cercano al 86% de los recursos existentes. Parte de ese dinero ha sido destinado a créditos, por tanto puede ir recuperándose para recomponer el Fondo de Estabilización Fiscal.
En Perú, hubo una transferencia de capital a una cuenta especial del gobierno, por un monto equivalente al 99% del total de recursos de que disponía el fondo soberano con el objetivo de satisfacer demandas sociales y en el área de la salud.
Chile retiró un volumen equivalente al 22% del capital de uno de sus dos fondos (Fondo de Estabilización Económica y Social) y, al mismo tiempo, se suspendieron las contribuciones en el Fondo de Reserva de Pensiones. De esa forma, se pudieron reorientar recursos por parte del gobierno.
También hubo aportes, aunque de menor volumen, por parte de los fondos soberanos de Trinidad Tobago y Panamá, en el entorno del 15% de sus recursos.
En el caso de Perú y Colombia, los fondos han quedado notoriamente reducidos en su volumen debido a lo voluminoso de los aportes que han servido para paliar los efectos de la crisis. Igualmente es suficientemente claro que no hay intención de los gobiernos liquidar los fondos, sino que la coyuntura les exigió un aporte mayor y ahora deberán buscar los caminos para recomponerlos.

—El informe establece que las inversiones de los fondos soberanos durante el pasado año se han destinado especialmente al sector tecnológico, operaciones, servicios y ciencias de la vida…

—Es que los soberanos generalmente invierten fuerte en el nicho de las tecnologías, y ahora han tenido un rol preponderante en aquellas actividades que se potenciaron durante la pandemia: alimentación sostenible, educación a distancia, desarrollos de pagos y neobancos, logística y servicios de distribución de mercaderías, y especialmente, la investigación y el desarrollo de las vacunas contra COVID-19. Es el caso del fondo ruso, que tiene como proyecto propio la Sputnik V. Lo mismo pasó con el fondo de Abu Dhabi (ADIA) y la vacuna de Moderna desde hace un par de años; Temasake de Singapur invirtió a principios del año pasado en Biontech que elaboró su vacuna con Pfizer; CureVac, la vacuna alemana que se aprobará pronto, en colaboración con Glaxo, fue invertida por el fondo de Qatar. Los fondos soberanos invirtieron en biotecnología en el primer semestre, el doble que lo que habían invertido en la media de los tres años anteriores, que ya era muy alto.

—La pandemia ha tenido efectos adversos sobre la globalización y las cadenas globales de valor. ¿Qué lectura se hace desde la óptica de los fondos soberanos?

—Preocupa la posibilidad de nuevas regulaciones que impidan la entrada de capital soberano en empresas o sectores que los países consideren estratégicos. En este sentido, el sector tecnológico seguramente será de los más revisados por los gobiernos, que lo considerarán casi de seguridad nacional. El tema salud es otro aspecto sensible. Todo aquello que requiere investigación y desarrollo encaja muy bien en el camino de los fondos soberanos, debido a sus estrategias a largo plazo. Está por verse aún cómo impactan los eventuales cambios.

(*) Los primeros 10 fondos sobernaos dle ranking global, por volumen de recursos:
1) Government Pensión Fund Global (Noruega);
2) China Investment Corporation;
3) Abu Dhabi Investment Authority (UAE);
4) State Administration of Foreign Exchange (China);
5) Hong Kong Montetary Authority – Exchange Fund;
6) Kuwait Investment Authority;
7) Saud Arabian Monetary Authority – Reserve Assets;
8) National Social Security Fund (China);
9) GIC (Singapore);
10) Qatar Investment Authority.

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