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Desde el FMI hasta un neófito

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Facturar en dólares al mercado interno es una de las estrategias de empresas locales. Foto: AFP

JORGE CAUMONT

Tras su visita anual a Uruguay para recoger y analizar la información económica que luego se vuelca en su tradicional informe del Art. 4, los representantes del "nuevo" Fondo Monetario Internacional (FMI) realizaron una conferencia de prensa en diciembre pasado.

Durante el encuentro cubrieron diferentes aspectos de la situación económica del país. Transmitieron en ella su análisis de la situación macroeconómica y, muy tímidamente, sus sugerencias de cambios para lograr extender el crecimiento y lograr consolidar la estabilidad de precios sin afectar a la balanza de pagos.

Un punto al que se refirieron que siempre tiene relevancia, y en particular en momentos en que sectores de actividad productores de bienes exportables de gran relevancia y otros que sustituyen importaciones lo consideran un obstáculo para su producción, es el que se refiere al tipo de cambio. Según asistentes a la conferencia de prensa, lo que concretamente dijera en ella el jefe de la misión del FMI es que la competitividad cambiaria está bajo presión y lo asoció con una sobrevaluación del peso del 14% según surge —dijo— de un modelo de tipo de cambio real efectivo. En otras palabras —menos elegantes—, lo que interpreto que dijo quien representara en la conferencia de prensa a una institución creada en julio de 1944, hoy con 189 países miembros, que desempeña un papel mucho más extendido aunque menos importante que durante las cinco décadas de dudoso suceso siguientes a su creación, es que en Uruguay existe "atraso cambiario". Es la primera vez en la que se manifiesta esa preocupación, o como quiera llamársele a la apreciación del organismo internacional al que nuestro país coopera con más de 400 millones de dólares de aporte. Pero la referencia al "atraso" no es solo del FMI. También la realizan representantes de variados sectores productivos, analistas económicos, economistas y hasta quien —representante de la coalición electoral que gobierna— hace pocos meses asumiera la vicepresidencia de la República.

Otras formas.

No conozco el modelo del que se desprende la afirmación del FMI y no creo que sea el que publica el Banco Central mensualmente —salvo que se tomen bases de períodos de comparación diferentes— y que muestra una mucho más desfavorable realidad para los productores de bienes —y servicios— transables. Es decir, para aquellos bienes que pueden ser objeto de comercio internacional, sea porque son exportables —como los del agro y sus derivados por ejemplo— o porque sustituyen importaciones, es decir que se producen localmente compitiendo con importables.

Lo señalado por el jefe de la misión admitiendo la sobrevaluación de la moneda uruguaya y los modelos alternativos que manejan quienes también creen en la existencia del "atraso" me animan a ilustrar relaciones entre el nivel del tipo de cambio nominal que es parte importante en la formación del ingreso de los productores de transables, y el nivel de otras variables de costos de los referidos productores. Considero que es difícil tener una medida exacta de lo que es la situación de lo que se denomina "tipo de cambio real". De todos modos creo que es posible tener indicadores que el lector puede juzgar si existe o no un obstáculo fuerte para la actividad de los productores de transables.

Uno de esos indicadores es el que simplemente vincula la evolución de los precios internos de nuestro país —el IPC que estima e informa mensualmente el Instituto Nacional de Estadística (INE)— con la evolución en igual lapso del tipo de cambio nominal. Se puede medir de ese modo, la "inflación en dólares" que vive una nación. Desde 2006, cuando la resaca cambiaria y de precios de la crisis del 2002 había desaparecido por el catch up de la inflación a la devaluación del 2002, los precios internos han subido 91% más que lo que ha ocurrido con el valor del dólar. En otras palabras, esa ha sido la inflación en dólares en Uruguay en los últimos once años.

Otro indicador es el que —también simplemente— vincula la evolución de los salarios nominales del sector privado —que también informa el INE—- con la evolución del tipo de cambio nominal. De esa comparación surge el aumento en dólares de uno de los componentes importante —seguramente el más importante— de los costos de producción de transables. En otras palabras, el aumento de los costos salariales en dólares, el que desde 2006 ha sido 139%.

Pienso que alejándonos un poco de la medida más exacta que puede proporcionar el modelo más aceptable de estimación de tipo de cambio real efectivo —o determinante del nivel exacto del tipo de cambio nominal general—, los indicadores presentados, sencillos como se dijera pero que descubren relaciones difíciles de justificar entre el nivel del tipo de cambio y el de los salarios nominales, nos brindan razones para entender las conclusiones que se generalizan.

Lo que importa ahora es cómo desandar o al menos compensar el castigo del nivel del tipo de cambio nominal actual sobre la actividad económica de los productores de transables. Sus estados contables que recogen los efectos del nivel del tipo de cambio nominal, del nivel de las tarifas públicas, de los salarios nominales y el de otros insumos no transables, deben estar reflejando resultados nada justos con sus esfuerzos productivos.

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