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Las familias y la escuela del delito

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En las letras de tango abunda el crimen, la venganza y, al final, la celda. María Inés Hiriart
SECCIONAL 2 DE SANTA LUCIA, ENTREGA DE CERTIFICADO ISO 9001, FOTO HIRIART, ND 20081017, esposas, reja, preso, detenido, esposado, carcel - MARIA INES HIRIART
MARIA INES HIRIART

OPINIÓN

Si sos joven y te encarcelan, y además te colocan en la cárcel junto con jóvenes que muestran altos niveles de agresión y provienen de hogares problemáticos, cometerás más delitos cuando te liberen.

Megan Stevenson, de la Universidad de Pennsylvania, acaba de publicar la investigación Breaking Bad: Mechanisms of Social Influence and the Path to Criminality in Juvenile Jails en la revista científica Review of Economics and Statistics.

Emplea una base de datos —extremadamente novedosa en términos de tamaño y de información— sobre jóvenes encarcelados. Es una base compilada por el Departamento de Justicia del Estado de Florida, y contiene los datos individuales de todos los jóvenes que salieron de la cárcel entre 2006 y 2011. Contiene información sobre el tipo de delito cometido, el centro de rehabilitación y otras 136 variables que describen el hogar del joven, su familia y educación, su vida social, salud mental, expectativas, índices de agresividad, de impulsividad, etc.

Con estos datos, el autor realiza una serie de pruebas sobre la influencia que pueden tener los pares en los centros de reclusión. Esa influencia puede originarse en tres canales: (a) transferencia de habilidades para delinquir; (b) formación de nuevas redes delictivas; (c) contagio social para inclinarse hacia el delito.

Stevenson encuentra evidencia robusta para afirmar que el mecanismo principal por el que la cárcel se vuelve una escuela del delito es por el contagio social: el contacto con otros jóvenes encarcelados que provienen de hogares problemáticos y que muestran elevados niveles de agresión causa que, al salir de la cárcel, se refuerce su inclinación por las conductas riesgosas y antisociales, y cometa más delitos.

Hogar de procedencia.

Interesante: Stevenson encuentra que pertenecer a una banda delictiva no hace que un joven sea más influyente que los otros. Los jóvenes que más influyen para que otros encarcelados se involucren en delitos son aquellos que provienen de hogares problemáticos.

El citado investigador resume descubrimientos de la psicología que muestran que las dificultades en la primera infancia pueden tener efectos sobre el desarrollo emocional y las funciones ejecutivas, efectos adversos que perduran incluso a largo plazo.

Una teoría que explica este hallazgo, aceptada por la mayoría de los investigadores, es la llamada "carga alostática". La idea es que si el sistema de manejo del stress que tiene el cerebro está repetidamente sobrecargado, empieza a agotarse y romperse. Los estudios demuestran que, aun aislándolo de factores socioeconómicos, el aumento de experiencias traumáticas que una persona sufre durante la niñez es un fuerte predictor de comportamientos riesgosos futuros, problemas de salud mental, funciones ejecutivas débiles y otros resultados indeseables. Los descubrimientos psicológicos también sugieren que los problemas de comportamiento, derivados de traumas en la niñez, pueden ser contagiosos: el hecho de compartir la clase con niños que han sufrido algún tipo de violencia doméstica empeora la conducta. En suma, circunstancias difíciles en el hogar suelen acarrear problemas emocionales y de comportamiento que impactan en otros jóvenes del entorno.

Prevención.

La evidencia que muestra este estudio sugiere la importancia de revisar cómo se están distribuyendo a los jóvenes infractores dentro de los centros de rehabilitación, para minimizar el efecto negativo de pares.

Y otra señal de alerta que sugiere el investigador de la Universidad de Pennsylvania es el impacto negativo que tienen los hogares problemáticos sobre los jóvenes. Ya se ve que las acciones que favorezcan la estabilidad afectiva y emocional del hogar son clave. Esto exige que los diseñadores de política incluyan una perspectiva de familia a la hora de tomar sus decisiones: esta política de vivienda o de empleo, ¿cómo va a afectar a la familia?, esta política de educación, ¿va a mejorar la estabilidad afectiva del hogar?, este rediseño de los impuestos, ¿qué impacto tendrá en la pareja y en sus hijos?

Parece algo difícil, pero es necesario incluir la familia en la agenda del hacedor de políticas. Al final, es una cuestión de dinero: Stevenson demuestra que una batería de políticas de prevención podría reducir la tasa de reincidencia en delitos perpetrados por jóvenes hasta en un 18% y eso significaría un ahorro de 5,6 millones de dólares, sólo tomando en cuenta los costos de encarcelamiento.

Cuidar la familia tiene un buen retorno.

(*) Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía de la Universidad de Montevideo.

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