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La explosiva e innecesaria combinación de cepo y default

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Juan Luis Bour - Economista Jefe y Director de FIEL, Argentina. Foto: FIEL

ENTREVISTA

Una incipiente corrida bancaria contra los depósitos en dólares se llevó unos 7 mil millones en algo más de tres semanas.

Anunciar el default fue “pegarse un tiro en el pie” por parte del presidente Mauricio Macri, según el Director de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Juan Luis Bour.

El economista argentino, además de considerar que el anuncio de default fue una medida poco feliz, entiende que hubiera sido más racional aplicar directamente las restricciones al retiro de dólares. Era “una cosa u otra”, indicó. Advierte que se logró una cierta estabilización en el mercado de cambios que es importante, pero de muy corto plazo. Le preocupa que poco se sepa de cuáles van a ser las decisiones del potencial ganador en las elecciones del 27 de octubre, a quien los agentes económicos siguen paso a paso, mucho más que al actual presidente, al que solo le cabe el rol de “administrar la transición”. A continuación, un resumen de la entrevista

—Una transición fluida y medianamente ordenada, ¿es todo lo que puede esperarse de esta etapa que atraviesa Argentina?

—Estamos en una transición que tuvo una primera etapa muy convulsionada, con alta volatilidad económica, con una huida rápida de los inversores de cualquier activo argentino, para después pasar a una semana con mayor tranquilidad, una vez que se aplicaran medidas drásticas de controles y restricciones al movimiento de capitales, a partir del domingo de la semana anterior. Al instaurarse las restricciones a la compra mayorista y minorista de dólares y obligar la liquidación de divisas para otros agentes económicos, se estabilizó el mercado de cambios. Estoy describiendo una situación de muy corto plazo, de aquí al 27 de octubre, que no deja de ser importante porque en una economía bimonetaria es necesario evitar una corrida contra el dólar, que puede transformarse en una corrida bancaria.

Este segundo punto, la corrida bancaria, comenzó a verse, en forma incipiente, contra los depósitos en dólares, saliendo unos 7 mil millones de dólares del sistema privado en algo más de tres semanas, más de un 20% del total. Esa salida está disminuyendo día a día desde el establecimiento de los controles, no tanto por ello sino por la estabilización del tipo de cambio. De todos modos, esto se da en un escenario de contracción mayor de la actividad económica, lo que genera mucha incertidumbre de cara al futuro próximo…

—El rol determinante para las expectativas que tenía el 27 de octubre, ¿se traslada inevitablemente al 10 de diciembre, o existe alguna atención especial aún para el día posterior a la elección?

—Todo pasa ahora por saber cuáles van a ser los aspectos prioritarios de la propuesta de quien gane la elección y deba asumir el 10 de diciembre. Cuestiones de política económica, en particular en materia fiscal y monetaria, pero también decisiones sobre el sistema judicial, por ejemplo. En suma, detalles que nos indiquen quién en la coalición que seguramente gobernará el país, es el que domina. Es una coalición heterogénea, con diversos centros de poder y no es nada menor saber cuáles son los equilibrios entre el kirchnerismo, los gobernadores y Sergio Massa, por ejemplo.

Parece ser un hecho el triunfo de Alberto Fernández, la incógnita es por cuánto, y eso tiene directa relación con el poder que pueden acumular quienes hoy son la oposición. Es extremadamente necesario, además, que lo antes posible digan cuáles son los pasos que van a dar de aquí en adelante.
Hay que tener en cuenta que Argentina tiene que reconstruir instituciones. No es solo un cambio de orientación. Lo que en otro país sería simplemente eso, aquí hay cuestiones que tienen que ver con la ruptura institucional. Y esa reconstrucción es un camino complejo.

—De la misma forma, la atención pareció trasladarse íntegramente al potencial gobierno entrante…

—Y sí, los agentes económicos viraron su atención hacia el que creen que va a tener el poder. El poder de la administración de Mauricio Macri es el de la transición, nada más. En esa transición se pueden hacer algunas cosas, pero no demasiado importantes. El objetivo de mantener cierta estabilidad cambiaria, de evitar una corrida contra el sistema financiero. De eso se trata.

Mucho movimiento no va a haber de aquí al 27 de octubre, porque el potencial ganador no tiene la necesidad de hacer mucha cosa, y quien está en el gobierno debería hacer una gran movida para intentar revertir la situación electoral y no tiene muchos instrumentos para hacerlo. Quizás a Macri le resulta suficiente con terminar su mandato, el primero en 90 años para un gobierno no peronista. Algo es algo…

—¿Se puede hablar de que las PASO desencadenaron la debacle, o el resultado de esa jornada eleccionaria adelantó algo que inevitablemente iba a suceder?

—Macri tuvo una gestión en la cual hubo una corrección muy débil de los desequilibrios, donde a nivel externo y fiscal esos desequilibrios eran de una magnitud tal que no corregirlos podía llevar a problemas extremos. Con un déficit fiscal de 6-7% del PIB y un desequilibrio de las cuentas externas de 5-6% del producto, se requiere constantemente mucho financiamiento para cubrir esa brecha. El riesgo de que ese recurso no estuviera disponible permanentemente era un hecho. De manera que estas correcciones bruscas, a las apuradas en el último período de gobierno, por el camino más violento, y hechas en tiempos electorales, tienen un enorme costo. Sobre todo si la economía en lugar de crecer, se contrae. Por tanto, los resultados del 11 de agosto están en línea con lo que se podía esperar. El timing que eligió la administración Macri fue totalmente inapropiado.

—¿La instrumentación del cepo cambiario, evitó realmente la fuga de divisas, o en forma fraccionada, se está yendo igual?

—Se están yendo dólares igual, pero en menor cantidad. Se ha tratado de evitar el atesoramiento de dólares por parte de compañías e individuos, la limitación es notoria. No son tantos los argentinos que pueden sacar 10 mil dólares todas las semanas y transferirlos al exterior.

Esta medida que se tomó, de alguna manera deja la puerta abierta para que, en caso de que las condiciones mejoren, pueda haber retornos. Si en lugar de este “Cepo Light” se hubiera tomado una medida más dura, es probable que hubiera que esperar varios años para pensar en un retorno.

—¿Es acertado combinar cepo y anuncio de default?

—No era necesario anunciar un default tan rápidamente, cuando se iba a tomar esta medida. Además, un default que seguramente no se va a poder implementar en lo que queda de este período. Anunciar determinadas reglas de incumplimiento e intención de reestructuración, por parte de un gobierno que se está yendo, legítimamente pueden generar la duda de si quien ingresa al poder las va a cumplir. Un anuncio de default que genera todos los males, y una implementación que no se puede cumplir. Es el peor de los escenarios.

—¿Fue una decisión imprudente del gobierno de Macri anunciar el default?

—Fue un anuncio poco feliz, un tiro en el pie del gobierno que terminó coordinando la salida de capitales. Uno se pregunta por qué no se esperó a la nueva administración para tomar decisiones sobre este tipo…

—¿Y por qué lo hizo?

—Tenía la alternativa de anunciar el default para que lo arreglara el gobierno que viene, versus la aplicación de un control de cambios. Pero aplicó las dos, una a tres días de la otra. Hubiera sido razonable ir directo al control de cambios.

—Los argentinos empezaron a escuchar repetidamente a hablar de FMI, cepo o default, lo que inevitablemente asocian con riesgo, incertidumbre, crisis...

—Todos términos que alarman. Los argentinos sabemos que hablar del FMI es admitir que estamos en graves problemas. El default es una tragedia; otra vez, por muchos años estamos comprando tasas de interés demasiado altas para un país normal. Y hablar de cepo genera miedo de saber si nos van a sacar hasta el dinero que pueda tenerse en cajas de seguridad, a ese nivel afecta sicológicamente. Son imágenes dantescas, producto de haberse quedado sin instrumentos. Y no debería haberse encontrado en esta situación, si observamos los vencimientos de deuda de Argentina. Debería ser manejable.

—¿Preocupa la posibilidad de estallidos sociales en este tramo de la campaña?

—Fíjense que una vez que parece superarse, por lo menos transitoriamente, la etapa más tensa, comienzan a darse estos movimientos en las calles. En relativa calma, se producen las manifestaciones. Eso forma parte del entrenamiento electoral: de aquí al 27 de octubre es necesario mostrar que la situación es dramática. En estos días va a haber mucho ruido, seguramente.

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