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Experto prevé un año sin sobresaltos en el sector financiero

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Gustavo Trelles, Country Head de Santander en Uruguay. Foto: Marcelo Bonjour

ENTREVISTA

"Será un año sin sobresaltos para los bancos", aseguró Gustavo Trelles, Country Head de Santander en Uruguay, a pesar de la lógica prudencia con que empresas y familias actúan ante la débil coyuntura y el efecto del año electoral.

Resaltó el crecimiento del crédito a tasas muy bajas, en un contexto de desaceleración económica, "lo que no es del todo malo", sostiene, apuntando que "aprendimos que no está mal acompañar los ciclos".

Afirmó que las dificultades presentes en la economía "no son una sorpresa" y por tanto, resultan manejables, al tiempo de descartar situaciones que generen alarma en cuando a niveles de endeudamiento y morosidad. A pesar de ello, los bancos se vieron favorecidos por una combinación de mayores tasas de interés en EE.UU. y la apreciación del dólar, para que, en base a sus resultados, se pueda hablar de "un gran año". A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cómo afecta a la banca la actual coyuntura?

—A todos los efectos que están ligados a la desaceleración económica deberíamos agregarle el componente de año electoral, donde generalmente muchos inversores, empresas y también particulares, evalúan con cautela los pasos a dar, hacer una emisión, tomar un crédito. Lo estamos viendo. Los bancos no somos ajenos a la prudencia con que en general se toma un año electoral.

La evolución de indicadores como inversión y empleo son importantes para nosotros, y sus perspectivas a futuro. Hay que prestar atención también a lo que ocurre en Argentina y Brasil. Más allá que nos hemos desacoplado en algunos aspectos, no es posible analizar a Uruguay sin tener en cuenta qué sucede en los vecinos. Además, están las cuentas públicas y la preocupación sobre el déficit fiscal, asunto que el próximo gobierno, deberá encarar tomando medidas para mitigarlo. En ese sentido, hay buenas condiciones para hacerlo. Uruguay tiene acceso al crédito, solvencia y credibilidad importante a nivel internacional, algo que se ha afirmado en los últimos años y eso le da margen en cuanto a plazos y confianza en las medidas que decida tomar.

En ese contexto, algo que tenemos que explicar más de una vez a nivel internacional, porque resulta poco creíble: el sistema financiero uruguayo tiene una solvencia que es de las más grandes del mundo. Está en condiciones de soportar cualquier escenario de crisis.

—¿Cómo será 2019 para la industria?

—Será un año sin sobresaltos. No esperamos noticias negativas para el desempeño de la industria este año, pero tampoco datos notoriamente positivos.

El crédito creció muy levemente el año pasado en todo el sector. En nuestro caso, en términos globales crecimos en torno al 8% anual, por encima de la media, gracias a un segundo semestre muy bueno, gracias a un par de créditos muy importantes a nivel corporativo que movieron la aguja en un mercado que estaba muy chato. Este será un año similar.

En lo personal, no veo como algo negativo que el crédito no tenga crecimientos importantes en un contexto de desaceleración económica.

—¿Por qué?

—Los bancos aprendimos mucho que no está mal acompañar los ciclos; en momentos de menor dinamismo es mejor que la gente no se endeude. Crecer en momentos malos, tarde o temprano traerá malas noticias. Se trata de crecer con calidad.

—¿El comportamiento ha sido similar en empresas y en familias?

—En cuanto a crédito corporativo algunos se han visto muy afectados, caso el sector lácteo, aunque ahora hay señas de que podría recuperarse. Claramente el sector inmobiliario se vio afectado, también el comercio en términos generales. Cuando el turismo tiene resultados 30% menores a la temporada anterior, detrás de los empresarios están los bancos.

El crédito a las familias se ha debilitado también, con crecimientos menores en el segmento del consumo, pero no con resultados negativos. Eso se ha visto también en el segmento inmobiliario o el de automóviles.

Hay una precisión que hacer, a la hora de valorar la coyuntura: no ha ocurrido nada que sorprendiera a los diversos agentes económicos. Lo que ha pasado en cuanto a la debilidad de algunos sectores de actividad y de la demanda de las familias era de esperarse, dada la evolución de diversos indicadores económicos. Por tanto, hay que tomárselo con calma.

—Los niveles de endeudamiento y morosidad se han mantenido dentro de niveles razonables…

—No son preocupantes. Resultan históricamente razonables y muy manejables. Un ejemplo: el 98% de los préstamos hipotecarios son en unidades indexadas. Los uruguayos aprendieron del impacto que pueden tener cambios bruscos en la economía si se endeudan en dólares. Esas son señales buenas para todos.

De la misma forma, la morosidad está controlada. Ha habido casos públicos de empresas con graves dificultades o sectores específicos con endeudamiento creciente. Pero cuando miramos el conjunto de operaciones no existen razones para alarmarse. De ninguna forma vemos situaciones críticas en este terreno.

—En esta coyuntura, ¿han definido estrategias más selectivas a la hora del financiamiento?

—No hemos tomado ninguna medida mitigante de admisión ni hemos cambiado las políticas a partir de decisiones que fueran más rígidas o estrictas. Entiendo que tampoco lo han hecho las demás instituciones del sector. Insisto, los bancos aprendimos mucho, somos cautos, pero en ese marco mantenemos las condiciones que ofrecemos al mercado.

—Tampoco hubo crecimiento en materia de depósitos en el sistema…

—Un año prácticamente sin cambios respecto al anterior. Al igual que con los créditos, la desaceleración se notó, pero no es alarmante. Y acá es bueno precisar que la relación créditos/depósitos sigue siendo excepcional. Tenemos uno de los sistemas financieros más líquidos del mundo, donde los créditos son entre un 30% y un 40% de los depósitos. Es una enorme señal de solvencia que existe en pocos lugares del mundo, y no se ha visto afectada.

—¿Cómo les afectó el tipo de cambio?

—La mayor devaluación de 2018 relativa al año anterior llevó a que algunos clientes se pasaran de sus depósitos en pesos a dólares. Ese fue el mayor efecto que observamos. En el último trimestre se generó una cautela mayor en la operativa de inversión en dólares en el sector inmobiliario o automóviles. La venta de bienes dolarizados se afectó, pero tampoco hablamos de movimientos bruscos.

—Con un comportamiento débil de mercado, sin embargo en materia de resultados parece haber sido un muy buen año para los bancos…

—Tuvimos un gran año que se sustenta en algunas variables positivas: el aumento de tasas en Estados Unidos, donde muchos bancos colocamos nuestra liquidez y eso genera un mayor retorno; también la evolución del tipo de cambio favorece a los bancos que nos medimos en moneda extranjera para reportar al exterior; la evolución de la inflación, para los bancos que tenemos una gran cartera de préstamos hipotecarios en unidades indexadas fue una noticia positiva. Se dio una combinación interesante para que los números finales de los bancos fueran buenos, a pesar que la plaza local no atravesara un gran momento. En 2019 esperamos tener un año como el anterior.

Para 2020 pensamos en un año "bisagra" para nuestra economía, aún con tasas modestas de crecimiento, para despegar a partir del año siguiente si las medidas son las correctas.

—Más allá de la coyuntura, los bancos han reclamado por cuestiones estructurales que consideran que afectan el negocio. ¿Cuáles son las que más le preocupan?

—Hay cosas que se pueden corregir, pero no es sencillo hacer hincapié en eso cuando venimos todos los bancos de un año 2018 con resultados muy buenos en términos generales. Podemos hablar de que existe mucha rigidez laboral, pero hemos sabido convivir con esa realidad. Por defecto, en lo personal me gustaría que algunas regulaciones para con el sector, fueran más flexibles, normas más adecuadas a la realidad de un país chico como Uruguay, que debamos hacer menos previsiones, pero por otro lado da mucha tranquilidad cuando se recibe a auditores internacionales y destacan las bondades del esquema regulatorio uruguayo.

—¿El proceso de concentración en la banca uruguaya concluyó?

—Creo que ese proceso se terminó. No quiere decir que no pueda haber otros episodios de compraventa de carteras entre bancos, pero los mayores bancos han adquirido ya activos de otros bancos que ya no están, en un proceso donde hay una distribución bastante concentrada del negocio. No creo que haya mucho margen para que esa concentración aumente.

También me parece poco probable que entren jugadores nuevos al mercado.

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