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¿Qué podemos esperar que no sea de nosotros mismos?

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Foto: Pixabay

ESPACIO SURA

Parece claro que, a la fecha, no hay nada claro. La incertidumbre va rampante a lo largo y ancho del mundo tocando todas y cada una de nuestras cuestiones cotidianas.

No van a encontrar aquí ninguna respuesta a las incertidumbres, ni siquiera una explicación cabal de lo que ha ocurrido a nivel sanitario o económico.

Me contentaría con poder explicar en un breve espacio el impacto que el COVID-19 viene teniendo en los portafolios de las AFAP, y qué podemos esperar en este nuevo escenario. No es un tema para alentar el revisionismo respecto del sistema de capitalización individual, sino una faceta que debe afrontar un administrador de activos de este tipo.

Se ha dicho mucho, y por mucho tiempo, que el ahorro previsional en Uruguay no tiene acceso a la renta variable internacional, y que con ello se estaba perdiendo capacidad de diversificar los portafolios, concentrando su riesgo geográfico y aumentando riesgo/retorno por encima de lo deseable. Sin embargo, desde hace unos años, la industria financiera ha habilitado a las AFAP a incorporar rápidamente instrumentos financieros (con capital garantizado) que le dieron exposición a mercados accionarios del mundo entero, así como un sinfín de otros índices de activos financieros.

Si bien esto estaba disponible desde hace años, ahora se cuenta con la flexibilidad de tomar posiciones diferenciadas de manera continua, lo que antes no era posible.

Esto ha cambiado fundamentalmente la forma de pensar las inversiones en la industria, y ha dotado mayor dinamismo a los resultados obtenidos por las administradoras. En el 2019, los resultados que se alcanzaron fueron excepcionales y estuvieron apalancados en gran medida por la incorporación de estos instrumentos. Hoy, frente a un escenario de volatilidad financiera, vemos la contra cara. En estos momentos, el diseño de los portafolios es donde muestra su valor, donde encuentra su balance en activos que entregan rentabilidad y compensan los vaivenes, por diseño.

En situaciones de mucho estrés, la diversificación muchas veces es aparente, porque todos los activos son castigados ante un riesgo sistémico, pero dicha diversificación permite tener alternativas distintas para la salida de la crisis al no estar concentrados en un único tipo de activo.

Si bien las noticias están todavía en franco desarrollo, parece claro que hemos visto la mayor caída de la bolsa de Nueva York desde la crisis financiera desde el 2008 e incluso en un horizonte más amplio. En ese entonces, la recuperación de las caídas fue rápida, teniendo en cuenta la magnitud de la crisis económica si lo comparamos con la recuperación de otras crisis que llevaron más años. Visto en el tiempo, de todas formas, fue un proceso que llevó meses, dado que la crisis financiera comenzó en setiembre de 2008 pero el mercado “tocó fondo” en marzo de 2009. No está claro, donde terminará esta situación actual, las discusiones sobre qué forma (U, V, W) tendrá la recuperación no están ni cerca de ser laudadas.

A cierre de 2019, los portafolios estaban compuestos en su mayoría por bonos del tesoro y letras de regulación monetaria en un 49%, un 21% en bonos corporativos, fideicomisos de renta fija y certificados de participación, un 14% en instrumentos de organismos internacionales de crédito de renta fija y exposición a índices accionarios internacionales.

A excepción de las disponibilidades (caja) en dólares, gran componente a la fecha de los portafolios, todos los activos en menor o mayor medida han caído de valor. Ello, producto de las desvalorizaciones de los activos considerados riesgosos, los únicos activos a nivel global que han visto valorizaciones son los bonos del tesoro americano.

A pesar de haberse visto grandes caídas entre febrero y marzo de los bonos de deuda uruguayos en dólares (Bono 2050 cayó 35%) y en pesos nominales (bono global al 2028 cayó 14%) o unidades indexadas, en abril y en línea con los índices accionarios como el S&P 500, los bonos uruguayos evidenciaron recuperaciones; el bono en dólares al 2050 recuperó un 20% desde su valor mínimo y el bono en pesos nominales al 2028 tuvo una recuperación del orden del 5%.

En dicho contexto, la rentabilidad del año 2020 viene siendo positiva, sostenida principalmente por la valorización del dólar, que hoy representa el 35% de la cartera de las AFAP (que estaba a tope).

Son noticias buenas, pero que son de una sola vez, los elementos que sustentan este efecto no son de continuo. Claramente, la posición dolarizada relativa de los portafolios no fue casual, fue una estrategia activa que cada administrador fue tomando en el último tiempo, y que terminó pagando a los trabajadores en forma de rentabilidad en su ahorro previsional.

Lo que sí sabemos, es que el mundo ha entrado nuevamente en un escenario de bajas tasas de interés (más bien nulas), y eso es un elemento muy importante para considerar en los modelos de capitalización individual. Volver a ganar el terreno perdido en un mundo que paga menos por el capital, resulta complejo. Y de largo plazo, poder contribuir sustancialmente con rentabilidad para el momento del retiro, se torna aún más complejo si no nos adaptamos institucionalmente a este contexto. Aquí es donde surge nuevamente la necesidad de poder ajustar el diseño, y repensar restricciones autoimpuestas en pos de navegar en este nuevo escenario.

En este momento de shock, no está claro cómo se conceptualizará la reforma de la seguridad social que avecina. Y eso está bien, porque no es el momento de tomar grandes decisiones dado el contexto, sobre todo cuando pensamos en estos temas de muy largo plazo. En algún lado está la frase que dice que soluciones permanentes a problemas temporales, conducen en gran medida problemas permanentes.

Tal vez alguna de las certezas que tengamos es que necesitaremos mayor capital para nuestro retiro. No voy a ahondar en el desafío demográfico —que entiendo como el más grande por su magnitud y originalidad—, sino que necesitamos visualizar que es necesario que aquellos que pueden, deben comenzar a ahorrar prontamente. La rentabilidad no será la fuente mayoritaria de su ahorro previsional sino que será lo que ahorre individualmente y como parte de un colectivo. Pasa a un tema de conducta individual y del nuevo pacto social que se entablará.

(*) Gerente General de AFAP SURA

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