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Se enlentece demanda por créditos

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El mercado anticipó menor dinamismo de la economía y, ante alza del dólar y problemas regionales, modera su endeudamiento

El comportamiento del crédito al sector privado durante el primer semestre del año refleja la cautela instalada en un mercado que no luce tan dinámico. Más allá de la sorpresa que señalan las nuevas autoridades ante la situación financiera que encontraron y supuestamente no conocían en profundidad, lo que refuerza su propio mensaje de austeridad a futuro, por distintas razones los agentes económicos ya estaban actuando en consecuencia.

En primer lugar porque ya descontaban la nueva realidad. El contexto económico regional y la incertidumbre a nivel internacional llamaban a prudencia al sector empresarial a la hora de aumentar su endeudamiento. Esa misma situación llevó a las instituciones financieras también a ser cautas a la hora de otorgar nuevos préstamos.

A nivel de las familias, sin un conocimiento de la realidad tan detallado, pero con una intuición muy aguda, ante la aceleración del ritmo devaluatorio lentamente comenzó a moderarse la expansión del gasto, al punto que por primera vez en varios años el consumo privado está creciendo a un ritmo menor que el del PIB.

Moderación.

Todo ello se ve reflejado en una evolución del crédito otorgado por el sistema financiero al sector privado residente, que al mes de mayo de este año mostraba un saldo inferior al registrado en diciembre de 2014 en US$ 100 millones, y también inferior en la misma magnitud al presentado un año atrás. Más allá de la innegable moderación del crédito, los números hay que analizarlos adecuadamente, ya que esconden distintas variaciones de precios relativos. No hay que olvidar que las familias son uno de los principales demandantes de crédito, y sus obligaciones están denominadas fundamentalmente en moneda nacional. Por su parte, el endeudamiento empresarial se da mayoritariamente en moneda extranjera.

Al medirse el saldo del crédito al sector privado en dólares estadounidenses, el efecto devaluación contribuye a la baja en esa moneda. Pero en términos del poder adquisitivo ello no necesariamente es así. Lo correcto es analizar la evolución del crédito por separado según la moneda en que se concedió.

Los datos a mayo señalan que el sector privado residente adeudaba al sistema financiero US$ 14.273 millones por concepto de créditos recibidos. Tal como se muestra en el Gráfico N° 1, los saldos han venido cayendo lentamente en los primeros meses del presente año y se encuentran levemente por debajo del nivel alcanzado un año atrás. El gráfico muestra un comportamiento errático durante el pasado año, con un aumento importante del crédito en el segundo trimestre y una caída similar en el siguiente. Por otra parte los resultados se ven alterados, por el crédito a los pasivos que otorga el BROU en cada diciembre.

Esos aspectos determinan que el análisis separado por moneda y depurado del efecto BROU sea el más adecuado.

El crédito en moneda nacional se dirige fundamentalmente hacia las familias. Hacia allí canaliza el sistema financiero el 80% de estas colocaciones.

Pesos.

La información que divulga el BCU respecto a esos préstamos está expresada en dólares, por lo que para análisis el comportamiento de los préstamos en pesos hay que convertir los datos a moneda nacional. Por otra parte, la inflación resta poder adquisitivo a esos pesos, por lo que para medir su impacto real sobre la economía y sobre el potencial de gasto de los deudores, hay que ajustarlos por la variación de los precios.

El Gráfico N° 2 muestra la evolución real del crédito en pesos, pero no de una manera lineal, sino comparando por año el desempeño de 2013, 2014 y los cinco primeros meses de 2015. Se construyó un índice con base 100 en enero de cada año, y la idea es mostrar el dinamismo relativo en cada uno de esos períodos. Se ve claramente que durante el año 2014 el crédito otorgado por el sistema financiero al sector privado en moneda nacional evolucionó a un ritmo más lento que en 2013, y que en lo que va del presente ejercicio se sigue enlenteciendo.

Los préstamos a las familias se canalizan aproximadamente en un 55% al consumo y un 45% a la compra o refacción de inmuebles. Son dos grandes líneas de crédito diferentes, pero que tienen algunos puntos en común. En primer lugar la capacidad de pago del deudor. En tal sentido evolucionan de la mano del empleo y los salarios. Otro elemento importante, desde la óptica de las familias, es el monto de la cuota. Se conjugan aquí el plazo de los préstamos y las tasas de interés.

Analizando la evolución de cada una de ellas por separado se constata un descenso en los saldos de los préstamos para consumo y un aumento de los de vivienda. En el caso de los primeros se observa una conducta más prudente de los bancos. De hecho el saldo nominal del crédito al consumo está cayendo desde el pico alcanzado en febrero. Efecto devaluación mediante, el endeudamiento por consumo de los privados residentes con el sistema financiero disminuyó en US$ 350 millones en los tres meses siguientes. El aumento de la morosidad sin duda que jugó un papel muy importante en ello. En los últimos meses se ha venido incrementando hasta alcanzar el 3,6% del total de los créditos concedidos.

Por su parte el crédito para vivienda, si bien también se está moderando, creció 5,6% en términos reales en el último año. Una característica importante de esta modalidad, de hecho de todos los préstamos a las familias otorgados por el sistema financiero, es la alta participación de aquellos créditos en los que existe acuerdo para que se debite automáticamente en una cuenta del deudor en la institución acreedora el monto de la cuota, lo que reduce el riesgo de no pago. La morosidad de estos préstamos se ubica en el 2%.

Pero así como se enlenteció el crédito bancario al consumo, aumentó el que conceden las administradoras de crédito. El saldo del crédito bancario al consumo es de unos US$ 2.750 millones y el de las administradoras de crédito de US$ 740 millones. En el Gráfico N° 3 se muestra la variación del crédito al consumo donde se constata que en los tres últimos trimestres los préstamos otorgados por las administradoras de crédito crecieron a un ritmo mayor.

Empresas.

La evolución del crédito en dólares hay que analizarla cuidadosamente, a la luz del particular comportamiento mostrado en el segundo trimestre del pasado año. El Gráfico N° 4 muestra que hasta mayo del pasado año crecía a tasas muy importantes, lo que se ve reflejado en una pendiente de la curva bastante empinada. Entre 2013 y la primera mitad de 2014 los préstamos en dólares aumentaron a una tasa promedio anual del 17%. Luego caen bruscamente, se recuperan en el último trimestre, pero la tendencia mostrada en lo que va de 2015 es de una mayor moderación. La tendencia anualizada al cabo de los cinco primeros meses del año es de un crecimiento del 5,7%.

Varios son los factores que explican esta evolución. El propio enlentecimiento de la economía es uno de ellos. En particular las empresas son más reticentes a endeudarse ya que no hay tantas perspectivas favorables como en el pasado. Varios sectores de actividad vinculados a la exportación enfrentan un contexto menos dinámico, caracterizado por menores precios internacionales y una estructura de costos internos que les resta competitividad. El crédito en moneda extranjera se otorga básicamente al sector empresarial. No hay que perder de vista que el crédito en moneda extranjera se concede básicamente a las empresas (un 85% de los préstamos otorgados a las empresas son en m/e).

Por otra parte, el comportamiento del crédito en dólares refleja sin duda las expectativas de una mayor devaluación que hace que aumente el costo esperado del préstamo.

Todo ello se ve reflejado en la morosidad del sector empresarial, que experimentó un aumento importante a lo largo del último año, pasando del 1,2% en mayo de 2014, al 2% en la actualidad. Si bien son niveles bajos, la tendencia es clara.

HORACIO BAFICO Y GUSTAVO MICHELIN

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