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Las empresas necesitan un puente para cruzar la crisis

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Julio de Brun – Economista, consultor privado. Foto: El País

ENTREVISTA

La economía uruguaya puede tener una salida en V, como en 2002; para ello es clave la calidad de las políticas a aplicar.

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Aunque los bancos tienen capacidad para afrontar la demanda de créditos actual, es necesario tener a disposición otros instrumentos y reforzar esa línea de acción, afirmó Julio de Brun, docente, consultor privado y expresidente de Banco Central del Uruguay. En ese sentido, instrumentos que habiliten la participación de inversores institucionales serán una buena opción. Las empresas necesitan crédito ahora, para que sirva como puente para superar la coyuntura, afirmó. De Brun espera que la recuperación sea en forma de V, volviendo a la trayectoria de crecimiento previo a la emergencia sanitaria. Vislumbra un segundo trimestre que será “el peor de todos”, estabilidad en el tercero y recuperación en el cuarto, aunque debajo del último trimestre 2019, para recuperar vigor en el arranque de 2021. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿El crédito es un aspecto crucial de las medidas que se necesitan poner en marcha para la salida de la crisis?

—El crédito se necesita ahora, para que las empresas hagan un puente entre la situación negativa de hoy y la recuperación posterior. Es el tipo de medidas mitigantes que hay que tomar en esta coyuntura. Esa preservación del capital —tanto físico como humano— es clave para que la reactivación sea en forma de V, volver a la trayectoria de crecimiento que tenía la economía anteriormente y no quedar, aún cuando crezca lo mismo, un escalón más abajo en cuanto al nivel de actividad. Lo que se conoce como recuperación en U. Esta última situación obedece a la pérdida de capital que se suele dar en procesos de crisis, asociado con la bancarrota de empresas, y la pérdida de trabajadores con habilidades en determinados sectores. Son las cosas que se tratan de evitar, con distintos mecanismos, los fiscales y también crediticios, para que la economía vuelva a su plena capacidad.

—¿Es posible una salida en V en esta coyuntura?

—Sí, y para ello es clave la calidad de las políticas; Uruguay tuvo una salida en V en la crisis de 2002, pero la de 1982 fue en U. En ambos casos se recuperó la tasa de crecimiento que se tenía previamente, pero en 2002 se volvió a la senda que traía la economía desde antes, mientras que en 1982 la economía se recuperó en un escalón más abajo del que venía anteriormente. La diferencia entre los dos procesos deriva de las políticas que se implementaron.

—¿Cuáles son las condiciones necesarias?

—Como está todo el mundo en lo mismo, se puede ir aprendiendo de lo que hacen los demás; es lo que vemos en el Gobierno, atendiendo a las experiencias que se aplican en otros países, tanto en la prevención original de la propagación del virus como las medidas mitigantes y, probablemente, en la estrategia de salida. Uruguay tiene la posibilidad de aprovechar lo más exitoso.

—Con las limitantes fiscales de esta coyuntura y estructurales de la economía, ¿en qué deberíamos poner énfasis?

—Desde el punto de vista fiscal, nos ayuda que la situación sea global. Lo que podría ser una observación de una calificadora de crédito tres meses atrás, hoy quedó de lado. Hay una cierta tolerancia que juega a favor que hay que aprovechar, recursos que se pueden utilizar, pero que deben tener un alto impacto en la senda de recuperación. Uruguay puede hacerlo con fuentes de organismos multilaterales, que están disponibles, y con los anuncios de nuevas líneas que se pueden activar.

Después están las características propias de la economía uruguaya. Michos de los factores que iban a impulsar su crecimiento en el corto plazo, están relacionados con actividades en las cuales, bajo protocolos adecuados, pueden realizarse con cierta seguridad. Son las que en el mundo se van a abrir primero. Por ejemplo la agropecuaria, que se ha mantenido pese a esta situación. La construcción, que se está retomando con ciertas precauciones; la industria manufacturera, que puede organizar el trabajo de manera de mantener las condiciones favorables. Y en la medida en que Uruguay vaya mejorando el sistema de información en cuanto a la evolución del virus, se puede ir haciendo un proceso de apertura gradual donde se privilegien este tipo de actividades.

—Todos esos sectores necesitan dinero…

—La ventaja es que son, por lo general, la gama de empresas medias y grandes, que están más vinculadas con el sistema financiero y son las más beneficiadas en forma directa por alguna de las medidas adoptadas; por ejemplo las prórrogas de vencimientos, la instrumentación de mecanismos de garantías, etc. Y no debemos olvidar que en gran medida el crédito en Uruguay es inter empresarial. Cuando se observa el conglomerado de balances de las empresas en el país, sobre todo para las empresas pequeñas y medianas, la principal fuente de financiamiento es el crédito entre las propias empresas, el que otorgan los proveedores. Entonces, mantener a las empresas grandes, indirectamente también supone mantener líneas de crédito y financiamiento de capital de trabajo para quienes son normalmente proveedores de esas empresas grandes.

—¿Puede ser momento de buscar otras herramientas que faciliten aún más el acceso al crédito?

—El ahorro minorista en momentos como está golpeado, no solo por el aumento del riesgo, sino porque además, con los efectos que tiene esta coyuntura sobre el nivel de ingreso corriente de las personas, no se puede pensar que financie la recuperación. Debemos pensar más en fuentes de financiamiento externo, ya sea directas, por la capacidad de financiamiento que puede tener el gobierno, o por los inversores institucionales, ahí es donde se puede encontrar la escala suficiente, con productos focalizados.
Hay un sistema financiero en Uruguay que tiene buen nivel de liquidez y está en condiciones de mantener y hacer crecer su volumen de créditos al sector no financiero, pero es posible que llegue un momento en que por los niveles de riesgo que se asumen, o por las propias limitaciones basadas en regulaciones o normativas de los bancos, haya que reforzar esa capacidad de financiamiento con instrumentos adicionales.

—Esos instrumentos adicionales, ¿cuáles deberían ser?

—Hoy ya existe una infraestructura en el mercado de capitales como para poner en marcha rápidamente instrumentos que le permitan al sistema financiero, generar líneas de crédito y descargarlas a través del mercado de capitales. Hoy puede que no se perciba tanto como un camino probable, pero en el camino de la evolución de esta coyuntura, en las próximas semanas puede empezar a haber algún límite en los bancos y, tener ese tipo de instrumentos prontos, ayudaría también a que no haya restricciones en materia crediticia.

—¿Es necesario diseñar nuevas opciones de instrumentos?

—A diferencia de 2002, hoy tenemos legislación de fideicomiso, administradores fiduciarios, los fondos previsionales están acostumbrados a invertir en fideicomisos, existen muchos contratos estándar de fideicomisos financieros y de garantía, y en el Banco central ya hay también experiencia en evaluarlos y aprobarlos, con lo cual no debería ser demasiado difícil el proceso de generación e implementación del instrumento en sí. Después, en la operativa, habrá que apoyarse en el corto plazo en gestores acostumbrados a trabajar en materia de créditos, que en Uruguay son las instituciones financieras.

— Soluciones que deben ponerse en marcha lo antes posible…

—Lo que no puede ocurrir en el momento de la vuelta a la normalidad es que el proveedor habitual de determinado producto no lo fabrique más, o cierto insumo importado no esté a disposición porque el importador cerró, eso es lo que no puede ocurrir. Las medidas de ayuda al sector privado que se pusieron en práctica lo que permiten es que, ahora que arranca la construcción, por ejemplo, todas las actividades conexas estén en condiciones de sumarse. Lo mismos en la industria, el comercio o los servicios. De eso se trata, mantener toda esa actividad latente, pero lista para cuando se pueda reanudar la producción.

Lo esencial en este momento es poder decir, “llego en diciembre 2020 en una situación que, por lo menos, debe ser como febrero 2020”. Y evitar que actividades productivas que claramente son viables se queden por el camino debido a la crisis.

—¿Diciembre 2020 es una referencia o un ejemplo?

—No, solo un ejemplo. Va haber recuperación a distintos ritmos. En la economía mundial, el cuarto trimestre va a estar por debajo del cuarto trimestre del año pasado, pero mejor que el segundo y el tercero.
En Uruguay va a pasar algo similar. El segundo trimestre en nuestro país va a ser el peor, luego de un primero que estará sufriendo los efectos sobre el final, mezclándose con una floja temporada turística. En el tercero, posiblemente tengamos una estabilidad y en el cuarto podemos ir viendo una recuperación, todavía por debajo del mismo trimestre del año anterior. Técnicamente va a ser una recesión, pero es de esperar que sea relativamente corta y que podamos retomar una senda de crecimiento bastante fuerte en la primera mitad de 2021.

—¿Cuándo se estará en condiciones de emitir nueva deuda?

—En este momento es difícil, porque los mercados emergentes están muy castigados, muy correlacionado con lo que está pasando con los mercados de renta variables de los países desarrollados. En esta situación, donde hay bajo apetito por riesgo, eso lo sufren también los emergentes. Pero una vez que esto pase y que vaya volviendo la normalidad, se van a abrir ventanas de oportunidad en el mercado internacional, sin dudas.

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