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Educación: el único camino contra la pobreza estructural

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Foto: El País

TEMA DE ANÁLISIS

Se recupera el ingreso de los hogares, pero se mantiene aún un 11% por debajo del nivel pre-covid.

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En junio, el ingreso promedio de los hogares creció por primera vez luego de comenzada la pandemia y alcanzó los $62.300. Sin embargo, en términos reales se encuentra aún un 11% por debajo del nivel observado en el año cerrado en febrero de 2020, ubicándose en valores similares a los observados diez años atrás.

La recuperación del ingreso de los hogares será lenta, y estará fuertemente condicionada por lo que suceda en el mercado laboral. Las cifras indican que cerrado junio, todavía unos 70 mil ocupados se encontraban ausentes en seguro de desempleo y unos 40 mil adicionales se encontraban ausentes en suspensión de actividades por cuarentena. Éstos últimos, posiblemente informales o independientes. Además, casi 22 mil personas declaraban estar disponibles para trabajar, pero no buscaban trabajo por la pandemia, y por tanto se consideraban inactivos, y no desocupados.

Las perspectivas han mejorado, pero si ajustamos la tasa de desempleo actual para incluir a los trabajadores que no buscaron trabajo por la pandemia y trazamos algunos escenarios sobre lo que sucedería si parte de los ocupados ausentes no son reincorporados, la tasa de desempleo actual rondaría el 13%. Es importante mencionar que el nivel de desempleo previo a la pandemia ya rondaba el 10%, con lo cual volver a niveles del 8% no solo requerirá de una economía dinámica, sino que también de afrontar los desafíos que genera la incorporación de tecnología en el mercado laboral.

A grandes rasgos, el ingreso de los hogares surge la combinación de salarios y empleo, y su evolución suele estar estrechamente relacionada con la trayectoria de la economía. Entre 2006 y 2017 el ingreso promedio de los hogares creció en términos reales a una tasa promedio anual de 3,6%, pasando de cerca de $49 mil a $73 mil. Sin embargo, entre 2018 y 2019, la caída real acumulada del ingreso de los hogares alcanzó el 4%.

La evolución de la pobreza en Uruguay muestra un comportamiento similar. La incidencia de la pobreza en hogares cayó fuertemente entre 2006 y 2014 (del 24,2% al 5,2%) para luego aumentar y ubicarse en 5,9% cerrado el año 2019. A consecuencia de la pandemia, algunas estimaciones indican que la pobreza podría haberse duplicado por la fuerte y rápida caída en los ingresos de los hogares que se encontraban inmediatamente por encima de la línea de pobreza.

Si bien la medición de la pobreza a través del ingreso es frecuentemente utilizada por su facilidad de cálculo, suele ser cuestionada por el hecho de que no capta correctamente otras dimensiones de la pobreza —más estructurales— como ser el acceso a la educación, saneamiento, salud, entre otros aspectos.

Para conocer alguna de las características estructurales de la situación socioeconómica de los hogares, en particular de los hogares que no se encuentran por debajo de la línea de pobreza, segmentaremos a los hogares en siete categorías diferentes en base a su ingreso en 2019. Los hogares que se encontraban por debajo de la línea de pobreza (6%), los que se encontraban por encima por hasta un 50% (12%), por hasta entre 50% y 100% (14%), entre 100% y 150% (15%), entre 150% y 200% (13%), entre 200% y 300% (17%) y más de 300% (24%), es decir, que el ingreso del hogar era al menos cuatro veces superior a la línea de pobreza.

Si se analizan las características de la vivienda del hogar, mientras que la mitad de los hogares por debajo de la línea de pobreza tenía goteras en su techo y el 15% se inundaba cuando llovía, entre los hogares inmediatamente por encima de la línea de pobreza las cifras no variaban demasiado y alcanzaban el 35% y 9% respectivamente. Por otra parte, el 18% de los hogares pobres se encuentra en un asentamiento irregular mientras que esa cifra baja al 9% para los hogares no pobres, pero con un ingreso superior por hasta el 50% de la línea de pobreza.

A su vez, si analizamos la tenencia de una computadora y el acceso a internet por parte de los hogares, fundamentales hoy en día para el desarrollo educativo de los menores a cargo y para insertarse en el mercado laboral, encontramos que dos de cada cinco hogares con ingresos por hasta un 50% por encima de la línea de pobreza no contaba con una computadora y la mitad de ellos no contaba con acceso a internet.

Si bien no se trata de un análisis profundo de las características y causas de la pobreza, la información analizada permite afirmar que existe un gran número de hogares que, si bien se encuentra por encima de la línea de pobreza, cuenta con importantes carencias en el acceso a vivienda y servicios. Es esperable que, en esas condiciones, ante el fuerte shock económico recibido, las dificultades de la población de menores recursos se hagan notar rápidamente.

Mejorar el sistema educativo y recapacitar a los trabajadores actuales con baja calificación es condición necesaria para mejorar los niveles de ingreso de la población y su calidad de vida de forma sostenible, en particular considerando el efecto asimétrico que ha generado la pandemia en el mercado laboral. Los puestos de trabajo con baja calificación, y por tanto más automatizables y difíciles de realizar de forma remota, no solo han sufrido fuertemente el impacto de la pandemia, sino que también ya se encontraban en una situación complicada producto de la desaceleración económica de los últimos años y la rápida incorporación de tecnología a los procesos de producción.

La baja calificación de la mano de obra es un fenómeno estructural de la economía uruguaya. En 2019, el 91% de los trabajadores que vivía en un hogar por debajo de la línea de pobreza no había finalizado la enseñanza secundaria. En los segmentos inmediatamente superiores, la situación era similar, el 85% y el 74% de los trabajadores no contaban con estudios secundarios finalizados respectivamente. Incluso, en el cuartil (25%) de hogares de mayores ingresos, cerca de la mitad de los trabajadores actuales no cuenta con estudios técnicos ni terciarios finalizados

Por otra parte, las cifras de utilización de computadoras son elocuentes. Solamente uno de cada cinco trabajadores que vivía en un hogar que se encontraba por debajo de la línea de pobreza había utilizado una computadora en el último mes, mientras que en el segmento inmediatamente por encima de la línea de pobreza, esa cifra alcanzaba solamente el 29%.

Resolver la pobreza de forma estructural no es una tarea sencilla. Requiere romper con el circulo vicioso de “bajo nivel educativo y bajos ingresos”, y para ello, es necesario mejorar de forma urgente los niveles de egreso del sistema educativo. Como sociedad, no podemos darnos el lujo de que, en el tercio más pobre de los hogares, solamente uno de cada cinco trabajadores haya finalizado los estudios secundarios.

(*) Nicolás Cichevski. Gerente del Área de Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay.

Gráfica Economía y Mercado

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