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Los dilemas de la política fiscal

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Edificio del Ministerio de Economía y Finanza (MEF)
Edificio del Ministerio de Economía y Finanza (MEF).
Foto: Darwin Borrelli

Por un lado interesa sostener el nivel de demanda global con más gasto; por otro está en juego la confianza de los inversores.

En los primeros meses de 2015, el resultado financiero del sector público aparece como controlado pero sostenido en un nivel alto, que se ubica entre el 3,0% y el 3,5% del PIB. Pareciera que se logró estabilizarlo en ese nivel, a la espera de las principales definiciones fiscales en la ley de Presupuesto y el impacto sobre la economía de la fuerte desaceleración que se viene. El logro no es menor dada la tendencia ascendente que mostraba a finales de 2014, pero todavía es un punto de partida que deja poco margen de maniobra para la implementación de políticas.

Es importante comprender las limitantes que hay en la política fiscal para determinar los grados de libertad o espacio fiscal que posee el gobierno para lograr objetivos.

A diferencia de los dos últimos períodos de gobierno, en este caso el desafío de lograr equilibrio entre las diferentes propuestas enfrenta una nueva restricción, que es contemplar una propuesta fiscal que no amplifique los problemas del ciclo económico. Incluso hay que evitar que la política fiscal no genere un círculo vicioso.

Un elemento que no es menor para el análisis es el de los tiempos electorales y de gestión. En este momento, uno de los desafíos que enfrenta el gobierno es determinar cuánto utiliza la política fiscal en los primeros años de gobierno y cuánto la utiliza en los últimos.

Entrando en el análisis de los números, se observa que el déficit en los doce meses terminados en abril de 2015 fue de $ 50.519 millones, cifra que llega al 3,7% del PIB. Este valor hay que corregirlo por un impacto contable extraordinario que se modificará cuando se cierre la contabilidad de mayo. El problema es el del adelanto del pago de sueldos para el jueves 30 de abril para evitar que se dilate mucho la disponibilidad de dinero en los empleados, ya que el primero de mayo fue viernes y feriado. De no hacerse, recién hubieran recibido el dinero en su cuenta el lunes 4 de mayo.

Por lo tanto, se deben corregir los datos del año terminado en abril para evitar que en los doce meses se estén registrando el pago de casi trece meses de sueldos. Algo similar había ocurrido con los datos de marzo por las fechas de los feriados de semana santa. Con estas corrección es que el Ministerio de Economía estima un déficit de 3,3% del PIB para el último año y en el Gráfico N° 1 se puede observar como hace varios meses hay una estabilidad luego del franco deterioro a partir de la segunda mitad de 2013.

Debilidad.

Se trata de un déficit que está alto porque, al tratarse un año entero, todavía contiene varios meses en los que el ciclo económico aún presentaba condiciones favorables. Para adelante se vislumbran algunas dificultades vinculadas al ciclo económico. Se espera que la coyuntura de los dos próximos años muestre cambios en las pautas de consumo y en el mercado de trabajo que tendrán un impacto negativo en la recaudación y exigirán más gasto público.

Por el lado del consumo, se espera que la canasta de gasto de los hogares baje la ponderación de los bienes duraderos y semiduraderos que exigen crédito y que tiene precios vinculados al dólar. Coincide que estos bienes tienen mayor carga tributaria. Algo similar ocurre con cambios como el pasar del uso del auto al ómnibus como medio de transporte, ya que la nafta tiene una fuerte carga tributaria.

Por el lado del mercado de trabajo, la fase del ciclo que se inicia presentará menor fuerza en la demanda y por lo tanto menor necesidad de horas de trabajo en las empresas. Esto lleva a que baje la proporción de horas extras que tienen mayor valor y por lo tanto mayor componente de impuestos cuando las tasas son progresivas como en el IRPF. Pero el principal problema macroeconómico es el de la rigidez a la baja en los salarios. En los casos en que es necesario un ajuste a la baja, si no se logra hay desempleo. Cuando se necesita un ajuste, si no lo hacen los precios lo hacen las cantidades.

Desde el punto de vista del gasto público esta situación tiene un impacto, porque los rubros de gasto están indexados al índice de salarios que no recoge todo el impacto de la fase del ciclo en el mercado laboral. Pero los ingresos del sector público están atados al producto de horas trabajadas y salario por hora, que sí muestra un impacto de la fase descendente del ciclo.

A estas dinámicas hay que agregar que hay gastos como el de salud y educación pública que crecen en la fase de baja por sustitución de las prestaciones privadas. Otros casos están diseñados a propósito para operar como redes de seguridad, como es el del seguro por desempleo. También se acelera el ritmo de solicitud de jubilaciones cuando el mercado laboral es menos demandado. Todo esto hace pensar que hay fuerzas para que el déficit tienda a aumentar. Podrán ser más fuertes o más leves, pero en todo caso ponen un límite a las pretensiones de aumentar el gasto público para nuevos programas.

Sustentable.

La política fiscal encontrará entonces el dilema entre dos objetivos. Por un lado sería interesante utilizar el gasto público para ayudar el nivel de actividad o por lo menos no empujar a la baja el consumo con un programa de ajuste de gasto a la baja o una suba de impuestos. Por otro, es una política que debe asegurar las condiciones para la inversión y eso implica no asustar a los inversores con riesgos de insolvencia y contener la tasa de interés lo más cerca de la internacional para minimizar el riesgo país.

Para ver si el nivel de déficit es sostenible, hay que trazar proyecciones razonables del escenario actual para tasas de crecimiento de la economía, evolución de la deuda y del peso de los intereses en el total del gasto. Una medida que sintetiza la capacidad de que la situación fiscal se sostenga a futuro es el resultado financiero antes del pago de intereses, también conocido como resultado primario. La evolución del pago de intereses fue ascendente en los últimos años, tal como se ilustra en el Gráfico N° 2.

El resultado primario de todo el sector público se ubica en el último año (con la corrección del exceso de pago de salarios) en un déficit del -0,5% del PIB, cuando en el año 2011 era superavitario en 1,9% del PIB. No está afectada la sostenibilidad de la deuda pública y recientemente las calificadoras mantuvieron la clasificación del riesgo de la deuda. Igualmente, la política fiscal deberá cuidar también este aspecto para evitar el ingreso en el círculo vicioso de la pérdida de confianza.

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