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Desempleo en jóvenes con baja formación

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El número de empleos que se perdió en 2015 es similar al que se creó en 2014.

A tono con el enlentecimiento de la economía, el mercado laboral mostró un deterioro a lo largo del pasado año. Si bien en una perspectiva de más largo plazo tal deterioro se puede relativizar, ya que es comparando contra un año electoral que por definición es siempre muy particular, mirando hacia adelante presagia un deterioro mayor.

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Las dificultades por las que atraviesa la economía mundial y, en particular, el cambio en el humor de los agentes económicos locales contribuirán a enlentecer aún más a la economía, con un impacto negativo en el empleo. El impacto será mayor a nivel de los jóvenes con menor capacitación.

A lo largo del pasado año la economía redujo los puestos de trabajo, tal cual se muestra en el set de gráficos que acompañan esta nota. En la gráfica de más arriba se muestra la evolución de la tasa de empleo por trimestre, la que refleja una incuestionable tendencia a la baja durante 2015, aunque con un repunte en el último trimestre. Antes de sacar conclusiones apresuradas hay que mirar ese número con más detalle. En primer lugar, si se compara cada trimestre de 2015 con el correspondiente de 2014, se constata en todos los casos una tasa menor.

Por otro lado, los números resultan de una encuesta que puede tener errores. Y si bien el cuarto trimestre estacionalmente es el de mayor empleo del año, visualmente en el último experimentó un salto al alza muy llamativo que de alguna manera podría estar compensando el también llamativo descenso registrado en el tercer trimestre.

El análisis de corto plazo muestra claramente un deterioro del mercado laboral. Si se toman valores promedio de cada año, durante 2015 se perdieron aproximadamente 34 mil puestos de trabajo.

Pero en una perspectiva de más largo plazo tal deterioro se relativiza. En la gráfica de abajo se ve claramente que entre 2011 y 2013 la economía prácticamente no creó puestos netos de trabajo y sí lo hizo en 2014. Esos nuevos puestos son los que se perdieron el último año.

Las particularidades del año electoral se vieron reflejadas en un aumento en la ocupación en determinados sectores como la educación, los servicios sociales y hasta la construcción. También el comercio. Por el contrario, los sectores transables disminuyen el empleo. Tal el caso de la industria manufacturera y las actividades agropecuarias, que continuaron cayendo en 2015, junto a la construcción (menores inversiones de empresa públicas y finalización de la construcción de Montes del Plata).

Pero más allá del sube y baja del 2014-2015, el fenómeno subyacente a lo largo del período 2011-2015 es que la economía prácticamente no genero nuevos puestos de trabajo. Varias pueden ser las explicaciones. En primer lugar, hay que señalar el pleno empleo que prácticamente se alcanzó hacia el año 2011-2012. Todos los que querían trabajar y tenían una formación medianamente adecuada formaron parte de la fuerza laboral. Quienes no participaban era o por que no querían, o porque no reunían capacidades mínimas para desarrollar un trabajo.

La contracara del pleno empleo es la suba del salario real. Esta situación, y la falta de recursos humanos adecuados en un contexto de financiamiento muy barato llevó a las empresas a adoptar funciones de producción ahorradoras de mano de obra.

De ahí la paradoja de un crecimiento económico sin mayor empleo.

Pero el mundo cambió y con ello las perspectivas hacia el corto y mediano plazo. El humor de los agentes ya no es el mismo. La última encuesta de la Cámara de Industrias señala que el 58% de los empresarios planea reducir su inversión en el presente año. A su vez el consumo interno, que fue uno de los motores del crecimiento a lo largo de los últimos años, está cayendo. Incertidumbre sobre el propio empleo y la suba del dólar (difícilmente haya una variable que más inquiete a los uruguayos que la suba del dólar) están moderando los gastos, todo lo que indefectiblemente va a repercutir en el empleo.

Y esos cambios ya comenzaron a operar durante el último año, en el que no fue posible mantener los puestos creados en 2014. El deterioro es real y ello se ve reflejado en el aumento del desempleo que en el último año se ubicó promedialmente en el 7,5% de la población que desea trabajar (7,9% en la medición del último trimestre). Se trata de la tasa más alta desde 2009 y afecta a unas 130 mil personas (139 mil en la medición del último trimestre).

La nueva realidad del mercado laboral se ve reflejada en las condiciones requeridas por esos desocupados en la búsqueda de un trabajo, ya que se viene incrementando el porcentaje de personas que no impone ninguna condición (60,7% en el último año, frente al 59% de 2014).

El que aumente el porcentaje de desocupados que no impone condiciones, en términos absolutos no quiere decir que caigan los que sí las imponen. De hecho éstos últimos se mantienen relativamente estables en número. Son los nuevos desocupados los que no las imponen. Si se analiza quienes son, puede en parte entenderse porqué.

Más de la mitad de los puestos que se perdieron son jóvenes menores de 25 años. El empleo juvenil tiene algunas características muy particulares. Si bien en términos absolutos es minoritario (aproximadamente 220 mil trabajadores en un total de 1.6 millones), en su composición tienen un peso relevante aquellos con baja calificación.

Seguramente la mayor parte de quienes perdieron su trabajo y son hoy desocupados tengan estas características, lo que explica que no impongan condiciones.

Ello no deja de ser un problema, ya que por sus características son un grupo vulnerable que en el actual contexto económico tendrá dificultades para encontrar un nuevo empleo.

En una perspectiva más amplia es un tema que, a la luz de los últimos resultados conocidos de las pruebas PISA, preocupa a todos. La Ley de Empleo Juvenil, que aborda estos problemas, puede ser en el corto plazo un instrumento válido si corrige rigideces y aspectos burocráticos que contiene.

Otro aspecto a destacar del mercado laboral a lo largo del último año es el mayor descenso relativo del empleo masculino con su correspondiente aumento de desocupación que ha llevado a que las contribuciones de hombres y mujeres a la tasa de desempleo, es decir la cantidad absoluta de desocupados de uno y otro sexo, sean muy similares.

En el gráfico chico de la derecha se muestra que las mujeres explican cuatro puntos del desempleo, nivel que se mantiene relativamente estable en los últimos años. Por el contrario, en 2015 aumentó considerablemente el peso de la desocupación masculina, alcanzando niveles parecidos.

HORACIO BAFICO Y GUSTAVO MICHELIN

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