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Desaceleración económica mundial, ¿impacta a Uruguay?

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Foto: Getty Images

TEMA DE ANÁLISIS

El FMI caracteriza al contexto internacional como “sombrío e incierto”.

En el contexto internacional, la incertidumbre se profundiza. Luego de dos años de pandemia, el año 2022 se presentaba como un año de consolidación de la recuperación económica. Sin embargo, estas proyecciones han sido consistentemente corregidas a la baja. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado su Informe de Perspectiva Económica Mundial (World Economic Ourlook) en donde revisa sus proyecciones y caracteriza al panorama económico como “sombrio e incierto”.

¿Por qué sucedieron estas correcciones a la baja en las proyecciones para 2022? ¿Qué es lo que ha cambiado desde inicios de año?

Existieron varios acontecimientos (shocks) que han afectado a la economía mundial que se encontraba aun debilitada y recuperándose de la pandemia.

El primero es una inflación superior a la esperada. Si bien las presiones inflacionarias comienzan sobre fines de 2021, como consecuencias de políticas monetarias y fiscales expansivas, la guerra en Ucrania le dio un impulso adicional, ubicándose hoy en el mundo en niveles récord históricos, específicamente en Estados Unidos y las principales economías europeas. La mayor inflación se da tanto en el componente volátil, con mayores precios en los alimentos y energía, como en el componente tendencial (el que excluye a los componentes anteriores).

Este contexto de presiones inflacionarias obliga a las autoridades monetarias a responder con medidas contractivas. Ello da lugar al segundo acontecimiento: una suba de tasas de interés de política monetaria más agresiva a lo que se esperaba al inicio del año, por parte de las principales economías avanzadas. Específicamente, en Estados Unidos, la Reserva Federal, inició el proceso de suba de tasas en marzo de 2022. El miércoles 27 de julio anunció su cuarto aumento de 75 puntos básicos, llevando la tasa de referencia a 2,25-2,5%. Por su parte, el Banco Central Europeo, el 21 de julio subió por primera vez en 11 años su tasa de referencia en 0,50%, ubicándola en 0,50%, terminando con los 8 años de tasas nominales negativas. Los países emergentes, también han reaccionado con aumento de tasas.

El tercero de los acontecimientos fue una desaceleración de China peor a lo proyectado. Durante los meses de marzo y abril surgieron nuevos brotes de COVID-19 en China y la respuesta de las autoridades fue una política de "cero covid" que implicó el confinamiento y restricciones a la movilidad aplicadas como. Entre las ciudades afectadas estuvo Shanghái, el mayor puerto de contenedores del mundo, que estuvo paralizado durante 8 semanas. Los confinamientos tuvieron un fuerte impacto en: (i) las cadenas de suministro, que, estaban comenzando a recuperarse luego de los retrasos causados por la pandemia durante 2020 y 2021, y volvieron a tensarse con estas restricciones a la movilidad, y (ii) en la actividad económica en general que se vio interrumpida de manera amplia y severa.

Los impactos de una desaceleración en China van más allá de sus fronteras: una reducción en el consumo de la potencia asiática tiene impactos en la demanda de bienes y servicios del mundo.

En cuarto lugar, la guerra entre Rusia y Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia han impactado de manera generalizada a todas las economías. El impacto más extendido ha sido sobre el precio de los commodities. Los precios de las materias primas que venían en aumento durante 2021 debido a la rápida reactivación de la economía y los problemas en las cadenas de suministros, tuvieron un impulso adicional en 2022 con el inicio de la guerra en Ucrania. Por su parte, el impacto de la guerra en Europa ha sido más negativo de lo previsto, debido al aumento de los precios de la energía, lenta recuperación de la producción como consecuencia de las interrupciones de las cadenas de suministro y el aumento de costos de los insumos. El fin de la guerra aún no se divisa, el costo humanitario de la guerra continúa aumentando, pero resultan incierto poder determinar los impactos que tendrá el conflicto en la economía mundial.

Nuevas proyecciones para 2022

De acuerdo con las nuevas proyecciones del FMI, se espera que la economía global se desacelere este año, y crezca un 3,2%, frente al 6,1% de crecimiento del 2021. Se revisaron a la baja las proyecciones de crecimiento para la economía mundial. El FMI pasó de estimar un crecimiento del 3,6% en abril a 3,2% en julio, mientras que para 2023 pasó de 3,6% a 2,9%. Las revisiones más grandes sucedieron en los países desarrollados.

En Estados Unidos se prevé un crecimiento del 2,3% para este año, frente a las proyecciones de abril que estimaban un crecimiento del 3,7%, y de 1% para 2023, frente a la anterior estimación del 2,3%. La corrección a la baja se debió al menor crecimiento de principios de año, la reducción en el poder adquisitivo de los hogares y la política monetaria más restrictiva. Los datos del PIB del segundo semestre indican una indican una "recesión técnica”, definida como dos trimestres seguidos de contracción económica. Sin embargo, existen algunos indicadores que dan buenas señales de la economía y que no parecerían indicar una recesión como son el consumo, el sentimiento de los consumidores, el empleo.

En cuanto a China, se espera una desaceleración drástica del 3,3%, casi cinco puntos por debajo del crecimiento del 2021 (8,1%) y de 4,6% para 2023. Destacando los efectos de contagio a nivel mundial. Mientras que, en Europa, las rebajas se debieron principalmente al impacto de la guerra en Ucrania. Se proyecta un crecimiento para la Zona Euro de 2,6% para 2022 y de 1,2% para 2023

En sentido contrario, para América Latina las proyecciones para 2022 fueron corregidas al alza, previéndose que en su conjunto el PIB crezca 3% en 2022 y 2% en 2023. En este informe, el FMI no ha publicado su pronóstico para Uruguay.

Como se ubica Uruguay en este nuevo escenario

En Uruguay, también en contraposición de lo que ha ocurrido en las economías desarrolladas, las proyecciones tanto del gobierno como de analistas han sido corregidas al alza. Según la mediana de la Encuesta de Expectativas que realiza el BCU a analistas, se proyecta en 4,7% para 2022 y 3,0% para 2023.

Sin embargo, el escenario internacional se ha vuelto más complejo e incierto. En primer lugar, por la incertidumbre sobre la persistencia de la inflación y una eventual respuesta de la política monetaria mayor a la esperada. Asimismo, un escenario de aumento de tasas tiene consecuencias para los países de América Latina, y emergentes en general, principalmente porque que se encarece el acceso al crédito. A este escenario se le añaden las incertidumbres respecto a nuestro principal socio comercial de bienes y la guerra en Ucrania, así como la evolución de los precios de los commodities.

(*) Sofía Harguindeguy. Gerente del Área de Consultoría Económica de Grant Thornton Uruguay y Paraguay

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