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¿Qué nos deja 2017?

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La inflación se ha mantenido dentro del rango meta ininterrumpidamente desde marzo. Foto: F. Ponzetto
Feria de frutas y verduras en la calle Luis de la Torre, Punta Carretas, ferias vecinales en el Municipio CH de Montevideo, ND 20170606, foto Fernando Ponzetto - Archivo El Pais
Fernando Ponzetto/Archivo El Pais

Institución de estudios e investigación independiente | Centro de Estudios para el Desarrollo (*)

A medida que nos acercamos a fin de año y vamos teniendo una idea más acabada de cuál será el cierre de las principales variables económicas, puede ser de utilidad analizarlo en perspectiva.

La inflación se ha mantenido dentro del rango meta ininterrumpidamente desde marzo. Foto: F. Ponzetto
Foto: F. Ponzetto

Por cierto que las cifras definitivas de 2017 las tendremos dentro de algunos meses, como la de crecimiento del PIB, pero de todas formas podemos tener, a esta altura del partido, una estimación bastante razonable.

Cierre del año. Nuestra proyección de crecimiento del producto es la misma desde que se conoció el dato del primer trimestre de este año, 3,2%, la misma que anunció recientemente el presidente Vázquez en su gira por México. Este dato es positivo, dado que significaría para nuestra economía un crecimiento interesante luego de 2 años en que, si bien los datos fueron positivos, estuvieron más cercanos al estancamiento.

Será relevante para el mayor crecimiento de este año respecto a los dos anteriores, un contexto externo más favorable que se evidencia en la elevada liquidez internacional, bajas tasas y fácil acceso al crédito, recuperación de los precios de nuestros productos de exportación en términos generales —sin alcanzar los niveles récord de la bonanza 2004-2014— y la recuperación económica de nuestros vecinos, en especial de Argentina, que deparó una buena temporada turística este año y que será aún mejor para 2018. Pesa en contra de un crecimiento mayor, el problema acuciante de la competitividad, como veremos más adelante.

La inflación se ha moderado, fundamentalmente producto de la evolución del valor del dólar, y este año estará cerrando con un incremento cercano al 6,5%. Por primera vez desde 2010, la inflación se encuentra dentro del rango meta definido por el Banco Central (entre 3% y 7%) lo que también es una buena noticia, dada la experiencia de los años anteriores.

El tipo de cambio, por su parte, ha seguido una trayectoria muy diferente a la que se esperaba a comienzo del año anterior, y en 2017 estará cerrando en un valor cercano a los 30 pesos. En esta evolución ha pesado decisivamente la política monetaria estadounidense y, en menor medida, la política monetaria del Banco Central.

El frente fiscal ha representado un desafío mayor para el gobierno, ya que pese al "ajuste fiscal dinámico" que viene aplicando desde el presupuesto nacional de 2015, el déficit fiscal se mantiene alto y seguramente cerrará el año en el entorno de 3,6% del PIB, vale decir, unos 2.000 millones de dólares. La razón de este déficit persistente, pese a los incrementos de tarifas públicas, incremento en las tasas del IRPF y del IASS y aumento del IRAE a través de modificaciones en su forma de liquidación, es que el gasto público ha seguido aumentando en momentos que requería una mayor prudencia.

El mercado de trabajo ha seguido deteriorándose y continúa la pérdida de puestos de trabajo que ya supera, en los últimos 3 años, más de 40.000 empleos. Esto se debe al sistema de funcionamiento arcaico de nuestro mercado de trabajo, hecho constatado por todos los índices internacionales de competitividad. La tasa de desempleo cerrará este año en un porcentaje cercano al 8%, pero disimulada por el creciente número de trabajadores desalentados que dejan de buscar empleo.

Competitividad. La pérdida de competitividad que viene sufriendo el país se manifiesta en los números reseñados del mercado de trabajo, y en el récord en 9 años que tendrá 2017 en cuanto a empresas que se presentaron a concurso. Puede analizarse también cómo se manifiesta en algunas áreas fundamentales: atraso cambiario, carga fiscal excesiva, altas tarifas públicas (en especial energía eléctrica y combustibles), una inserción internacional de mala calidad y el funcionamiento vetusto del mercado de trabajo.

El atraso cambiario puede medirse de varias formas, pero basta mirar la serie estadística de tipo de cambio real global del Banco Central para verificarla. La carga fiscal excesiva se puede comprobar por múltiples medios, por ejemplo, en el reciente trabajo sobre presión fiscal equivalente del BID-CIAT, que muestra a nuestro país como el tercero en el podio continental en cuanto a mayor presión. Más preocupante aún es la evolución de este indicador, ya que pasó de representar el 26.8% del PIB en 2000 al 33.2% en 2015 (último dato disponible).

La comparación regional de los precios de la energía eléctrica también nos deja mal parados, ya que su costo para uso industrial en nuestro país, de 131 USD/MWh, es el mayor de la región, así como también el de los combustibles, con un gasoil en 1,33 dólares por litro frente a 1,08 en Argentina, 1,01 en Brasil o 0,78 en Chile (datos de SEG Ingeniería a octubre 2017).

La inserción internacional de mala calidad se manifiesta en la falta de acuerdos comerciales con determinados países, lo que sí tienen nuestros competidores. El costo en aranceles y falta de acceso a mercados es otra dificultad adicional que pesa sobre nuestra economía.

Síntesis.Con este panorama, vemos una economía en crecimiento a tasas mayores que en el período de pseudoestancamiento de 2015 y 2016, pero lejos de las tasas elevadas de la década 2004-2014.

Sin embargo, la pérdida de competitividad acumulada tarde o temprano pasará factura y tenemos que tener la capacidad de reaccionar antes que la economía se vaya quedando producto de la falta de inversión, de lo que ya existe evidencia. De la capacidad que tengamos para enfrentar los problemas en torno a la competitividad del país, dependerán crucialmente nuestras perspectivas de mediano y largo plazo.

(*) Economista Hernán Bonilla, Director del CED.

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