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¿Cuál herencia? La lucha por el relato

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

Ya estamos y estaremos en los próximos meses en una lucha de relatos sobre la situación económica que deja el Frente Amplio.

Como pasa casi siempre en las ciencias sociales, es posible encontrar datos aislados para respaldar la posición que sea que queramos tomar.

En los próximos párrafos trataremos de analizar en qué se basan las visiones más optimistas y más pesimistas sobre el legado en materia económica. Es legítimo, y hasta deseable, que en una democracia como la nuestra los distintos partidos disputen por el relato y traten de resaltar la parte de la realidad que más les favorece. No debemos esperar de ellos un análisis que ponga en pie de igualdad todos los hechos, no es su rol. Es razonable que el ex ministro Danilo Astori prefiera hablar del nivel del salario real alcanzado al final de su gestión y las nuevas autoridades hagan énfasis en la trayectoria fiscal insostenible que reciben.

Las visiones más positivas del legado económico de esta era frenteamplista suelen concentrarse en torno a dos ideas: la estabilidad del crecimiento económico y los buenos niveles de los indicadores socio monetarios. Es indudable que el país logró una estabilidad económica importante. El hecho más importante que refleja esto es que, a pesar de estos últimos 5 años económicos muy magros, no tuvimos ningún año calendario de retracción del PIB. Resta ver qué sucederá cuando el Banco Central actualice su metodología de cálculo de cuentas nacionales, allí nos sacaremos la duda de si el 2015 tuvo signo positivo o negativo. En cualquier caso, el desempeño de nuestra economía fue estable y evitó los problemas de algunos de los vecinos. Sin dudas, la solidez financiera fruto de una política de Estado de manejo de deuda jugó un rol importante en esto.

Por otro lado están las variables socio monetarias que son quizás el mayor orgullo de muchos militantes del saliente partido de gobierno, me refiero a la pobreza e indigencia monetaria, al salario real y a los ingresos de los hogares. En concreto, se verificó una expansión muy importante de la capacidad de consumo de la sociedad uruguaya; con algunas diferencias, todos estos indicadores muestran una muy buena evolución en los períodos de gobierno del Frente Amplio. Es importante ver que el grueso del avance se produjo durante los primeros 10 años de gobierno, desde 2014 es mucho menos lo que se avanzó en estos indicadores socio monetarios, incluso algunos de ellos tuvieron algún grado de deterioro menor. En cualquier caso, es indudable que los niveles que deja el Frente Amplio en este tipo de indicadores socio monetarios son históricamente buenos.

Por otro lado, tenemos una serie de variables económicas que muestran problemas importantes que el gobierno que asumió ayer deberá abordar con pericia y rapidez. No es motivo de este artículo expandirse en esta parte del legado que tan bien explicó Isaac Alfie en las páginas de este mismo suplemento, pero parece claro que este último quinquenio no tuvo casi buenas noticias en materia económica. La situación fiscal requerirá un abordaje rápido para evitar situaciones indeseables por todos. Atado a esto aparece un endeudamiento que recibe el nuevo gobierno que es preocupante por su nivel, pero sobre todo por su trayectoria creciente e insostenible. Por el lado de la inversión y el empleo también hay malas noticias evidentes y vinculadas. Los problemas de competitividad de la economía fueron deteriorando significativamente los niveles de inversión y el empleo. El mercado laboral perdió desde 2015 buena parte de lo alcanzado durante el boom de los commodities. Por el lado de la inflación y la evolución del tipo de cambio, también el gobierno saliente deja deberes al próximo. Nuestros niveles de inflación siguen siendo muy altos, Uruguay tiene la inflación más alta de la región si no consideramos a las patológicas economías argentina y venezolana.
Finalmente, mencionar un nivel de atraso cambiario considerable que está en buena medida causado por las necesidades de financiamiento. Esto, sin dudas, afecta a la competitividad y en su defecto a la inversión y el empleo.

Que existan elementos para sostener ambos relatos no quiere decir que sean igual de válidos. Naturalmente cada uno sacará sus conclusiones, pero desde nuestro punto de vista parece claro que el nuevo equipo económico recibe una situación problemática en la que ser pasivo no es una opción.

Los logros que más enorgullecen al saliente gobierno pueden justamente llegar a estar en riesgo dadas las inconsistencias económicas que ese mismo gobierno dejó. Argentina nos enseñó muy claramente que nada bueno sale de ignorar sistemáticamente las restricciones. La inconsistencia macroeconómica sostenida en el tiempo provoca el peor de los ajustes, el que hace el mercado vía devaluación e inflación deteriorando la tan valorada capacidad de consumo de las personas. No habrá mantenimiento y mejora de las variables socio monetarias, que tanto enorgullecen a quienes se fueron, sin una mejora gradual pero decidida de los desajustes de los que se quejan los que llegan. La oportunidad y la responsabilidad es de estos últimos, ojalá puedan conciliar los dos relatos en diputa.

(*) Director Ejecutivo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED)

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