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La crisis política le da el golpe de gracia al tipo de cambio en Brasil

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Istvan Kasznar. Foto: El País

Los fundamentos de la economía de Brasil son un claro reflejo de lo que vio Standard & Poor’s: Brasil no puede mantener su grado inversor, afirmó el economista Istvan Kasznar, de la Fundación Getulio Vargas de Brasil.

LUIS CUSTODIO - [email protected]

El experto cree que su país está en una fase crítica y considera que la política jugó un rol muy importante en ese desempeño. A continuación, un resumen de la entrevista a Istvan Kasznar, doctor en Economía por la Universidad de California, profesor titular y asesor de la presidencia en la Fundación Getulio Vargas. Consultor y asesor en el sector público y privado.

—¿Cuál es su opinión sobre la decisión tomada por Standard & Poors de quitar a Brasil el grado inversor?

—Cuando se observa que la inflación sube, el crecimiento baja, la importación se dispara, la exportación cae, la agricultura está mal, la industria produce negativamente, crece el desempleo, es predecible pensar en que nos califiquen mal. Aunque haya buenas reservas internacionales y una deuda manejable, esa es una condición necesaria pero no suficiente.

—¿En breve harán lo mismo Fitch y Moodys?

—Cada agencia se guía por sus propias percepciones, pero es claro que los fundamentos de la economía no van bien y eso lo ven todos: la producción industrial fue negativa el año pasado, si miramos el valor de las inversiones totales en capital fijo apenas llega al 16% en 2014, mientras el consumo del gobierno se ubicó en 22,4% y subiendo.

Repasemos otros números: la tasa de desempleo estaba en 4,8% el año pasado y ahora va para 6,5%. En 2013 teníamos una inflación de 5,9%, en 2014, 6,3%, ahora se espera que cerremos con 9,2%.

Gran déficit público, tasas de interés disparándose hasta 14,25%. Con estos elementos sobre la mesa, las agencias deben mostrar que el país no va bien.

Hay un excesivo desgaste de la estructura macroeconómica del país. El año pasado teníamos un ahorro total en la economía de 16,2% en relación al PIB. Es muy bajo para un país como Brasil que necesitaría por lo menos un 25%, con vistas a crecer a una media de entre 4 y 5% al año.

Desde el punto de vista del comportamiento del PIB, en 2012 crecíamos a una tasa de 1,8%, en 2013 llegamos a 2,7%, en 2014 a 0,1% y este año hablamos de 2,2% de caída.

—A ello, hay que sumarle la crisis política…

—La percepción de lo que está por ocurrir no es positiva, porque los partidos políticos que integran el gobierno tienen opiniones bien diferenciadas de cómo llevar adelante esta situación, y eso es una pésima señal que también toman las calificadoras.

—¿Cómo han actuado los agentes oficiales en este contexto?

—El Banco Central salió tarde a tratar de aplicar una política contractiva. Es más, todos los agentes de política macroeconómica reaccionaron muy tarde en los últimos cinco o seis años, hay un cúmulo de lo que muchos llaman equívocos, que yo no comparto, porque gente muy bien formada no puede haberse equivocado así. Lo que hay es puja de poder, intenciones de ganar unos sobre otros y pasarse facturas. Las claras evidencias de la mala administración pública, tienen que ver con los problemas de ética, corrupción y descontrol.

—¿Qué factores tienen mayor importancia en impulsar el tipo de cambio?

—La tasa de cambio en este momento está acompañando las expectativas del juego político, es el factor de baja confiabilidad en el gobierno de Dilma Rousseff lo que está en juego, es la posibilidad de un juicio político a la presidenta, aunque no resulte muy probable. Los agentes desconfían. La falta de credibilidad acaba llevando hacia esta realidad.

—¿Seguirá subiendo?

—Es muy difícil hacer una previsión. Lo grave es que si miramos y pensamos lo que ocurrió desde el primero de enero de 2015 hasta hoy, el cambio ha variado 33%, el real ahora está batiendo los 4 reales por dólar. Saltó de tasas de 2,4 para un nivel de 4. Eso es muy sintomático de que las cosas no van bien. Y hay quienes pronostican que la tendencia seguirá.

—Brasil fue un ejemplo de prosperidad económica al comienzo de esta década. Basta recordar el crecimiento de 7% en 2010…

—Los números pueden ser muy ilusorios. Ese dato es una falsedad, porque en aquel año, como en el anterior y en el siguiente, se habían reducido selectivamente diversos tipos de impuestos para acelerar y mantener el crecimiento de algunos sectores económicos. Claramente, por ejemplo, la industria automovilística, lo mismo los electrodomésticos. Entonces, las personas, notando que había precios menores en buena parte de aquellos bienes que deseaban, los compraban. En otras palabras, el consumo creció y también el endeudamiento. Hubo una anticipación de consumo. Era perfectamente previsible que en el año 2013, 2014 o 2015, el abismo estaría delante de Brasil.

—El PT destaca que sacó 40 millones de personas de la pobreza. Sin embargo, también en esos ámbitos hoy tiene resistencia la actual administración…

—Este es un país de enormes contradicciones. Así como podemos decir que hay 40 millones de personas, según el IPEA, que fueron sacados de la pobreza, más allá de eso la desigualdad sigue siendo un gran problema. Brasil tienen 204 millones de habitantes, y el 10% más pobre tiene el 1% de la producción anual y el 10% más rico tiene el 45%. Y hablamos de mucha gente; 20 millones de personas que están en el decil superior pueden mostrarnos un nivel de consumo muy bueno y dar una imagen de que el país anda muy bien, pero tenemos a los sectores más pobres que prácticamente no participan de la actividad económica. Los 40 millones de brasileños más pobres estarían consumiendo apenas el 2,4% del producto del país. Claro que hay que rescatar a esta gente y mucho se ha hecho por ellos. Pero hay que darles educación, vivienda, trabajo, y eso no está ocurriendo con el nivel de demanda que existe.

—Y eso la población se lo reclama al gobierno…

—Tengo la sensación de que la población confió en esta administración, depositó su esperanza en la renovación del poder en el PT, y por lo tanto, perdió en parte su poder de reclamar, de controlar, de ejercer la democracia. Dejó hacer. Al haber reducido el control sobre el gobierno y el partido, surge una suerte de "estado de silencio" en la población brasileña. Y de eso se aprovecharon aquellos que utilizaron el poder.

Hoy la población esta con rabia, no está satisfecha. Porque tenemos que pagar nosotros la fiesta de aquellos que abusando del poder pagaron sobreprecios o permitieron actos de corrupción. Ahora hay un cuestionamiento creciente. Y eso es bueno, porque desde ese punto de vista la democracia brasileña se muestra fuerte nuevamente. Salió del letargo que pareció pasar durante el período en el que no se cuestionaba nada. Hoy está en la calle y reclama honestidad y eficiencia.

—El Gobierno anunció un plan de austeridad para afrontar la crisis. ¿Cuál es su opinión?

—De qué manera y hasta qué punto un plan económico que tiene mucho de corto plazo puede cambiar aquello que no se está tocando, que es la estructura. Puede ayudar, pero el país necesita cambios de fondo, rediscutir y redimensionar el papel del Estado. Corregir las políticas de gasto del poder judicial y del legislativo, Redefinir el papel de las empresas estatales.

Brasil actualmente está pasando por una fase crítica. Las termitas se han comido la parte interna del árbol, hay una fina corteza por afuera pero el árbol en sí está feneciendo, pasando por un momento de secamiento de sus fuentes generadoras de valor. El modelo está agotado. Así no podemos seguir.

Más impuestos, mayor deuda y una suba en las tasas de interés.

—¿Qué se puede hacer para minimizar los daños de esta crisis?

—Serán medidas bastante dolorosas . Más temprano que tarde los impuestos van a subir. Y lo harán en momento de recesión, con la economía parada, con empresas cerrando las puertas y la gente quedándose sin trabajo. También seguramente se va a emitir más títulos públicos. Aumentará la deuda, y habrá que aumentar la tasa de interés, si esto ocurre hay más recesión. Las medidas deberían ser fiscal-monetarias de corto plazo. Contracción monetaria para combatir la inflación, aumento de impuestos para un nuevo reequilibrio fiscal, para inmediatamente repensar el tema de fondo, esto es el dibujo de las estructuras de producción nacionales.

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Istvan Kasznar. Foto: El País

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