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El Congreso quiere cambiar el nuevo tratado de comercio

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Símbolo: el Capitolio, en Washington, sede de las negociaciones. Foto: AFP

ECONOMÍA

En su Discurso del Estado de la Unión, el presidente Donald Trump elogió su nuevo acuerdo comercial con México y Canadá y exhortó al Congreso a que apruebe este tratado modificado.

El acuerdo, sostuvo, será de ayuda para los trabajadores y agricultores estadounidenses y garantizará que “más automóviles ostenten con orgullo estas cuatro bellas palabras: Hecho en Estados Unidos”.

Sin embargo, este acuerdo, que remplaza al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, está detenido en el Congreso, y tanto los demócratas como los republicanos afirman que no tiene muchas posibilidades de aprobarse sin antes hacerle algunos cambios importantes. Los demócratas mencionan que el acuerdo se queda corto en cuanto a la protección para los trabajadores y el medioambiente, mientras que los republicanos señalan que se excede en lo relativo a las restricciones comerciales, en especial dentro del sector automotriz.

Este punto muerto hace que algunos dirigentes empresariales estén cada vez más preocupados de que el gobierno no tenga una estrategia acertada para hacer que el tratado modificado obtenga el visto bueno de un Congreso dividido, en un año en el que el largo cierre del gobierno ha debilitado aún más la poca disposición que tenían los demócratas y los republicanos para trabajar juntos en leyes primordiales.

“El encono de los partidos ha dificultado todavía más el avance de cualquier tipo de legislación importante, incluyendo la relacionada con el comercio”, señaló John Murphy, vicepresidente sénior de política internacional en la Cámara de Comercio de Estados Unidos.

El senador republicano de Pensilvania Patrick Toomey dijo a finales de la semana pasada que tenía “dudas” acerca de que el tratado, también conocido como el T-MEC, se aprobara en el Congreso debido a las inquietudes de ambos partidos.

“No puedo creer que sea prioritario para la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi darle a Donald Trump lo que, sin duda, sería su victoria más importante en política económica, desde la reforma fiscal”, comentó en una entrevista Toomey, uno de los críticos más acérrimos de Trump en materia de comercio.

En lo personal, algunos congresistas demócratas siguen teniendo la esperanza de que se apruebe el acuerdo, en especial si las negociaciones con el gobierno siguen pasando inadvertidas. Trump todavía tiene que presentar el acuerdo ante el Congreso; junto con la legislación que establece cómo se va a poner en marcha.

Además, los funcionarios del gobierno siguen insistiendo en que a fin de cuentas se aprobará el acuerdo. “Tenemos confianza en que el Congreso apruebe el T-MEC”, señaló un vocero del representante comercial de Estados Unidos en un correo electrónico. “Se negoció en estrecha consulta con los demócratas y los republicanos, y tiene un abrumador apoyo de la comunidad empresarial y de las organizaciones agrarias”.

No obstante, sigue habiendo grandes trabas para llegar a un consenso bipartidista que permita que el tratado avance en el Congreso. Toomey comentó que no podía apoyar el acuerdo si no había cambios “significativos” en la legislación de aplicación. Según él, el nuevo acuerdo dificulta el libre comercio y menciona como una inquietud en particular los nuevos requisitos relacionados con los salarios en la fabricación de automóviles.

Así mismo, muchos republicanos, incluyendo a Toomey y a Ron Johnson de Wisconsin, presidente del Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales del Senado, afirman que quieren que la Casa Blanca elimine los aranceles al aluminio y al acero para Canadá y México debido a que Trump ya había llegado a un acuerdo con ambos países.

Hasta ahora, Trump se ha negado a modificar su postura en cuanto a los aranceles sobre estos metales y, en cambio, ha amenazado con retirarse del TLCAN en un intento para obligar al Congreso a votar por el nuevo acuerdo comercial. Una notificación formal de retiro le daría al Congreso seis meses para aprobar el acuerdo o regresar prácticamente al sistema de comercio anterior al TLCAN, con aranceles más altos y barreras comerciales más restrictivas.

Los republicanos están advirtiendo que lo más probable es que esa medida quede fuera de la autoridad de Trump y solo reduzca las oportunidades de que el Congreso apruebe el T-MEC.

“Me imagino que habría una gran liquidación de acciones y los mercados financieros se verían muy, pero muy afectados”, comentó Toomey. “En verdad espero que el presidente no use esa vía”.

Los estrategas republicanos afirman que a menos que Trump acepte llegar a un acuerdo, lo más probable es que sea derrotado.

“El presidente tiene dos opciones en este acuerdo comercial: la miel o el martillo”, comentó Antonia Ferrier, estratega republicana de Definers Public Affairs y antigua asesora del líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, representante republicano del estado de Kentucky. Señaló que Trump podría negociar con Pelosi o retirarse del TLCAN. “Ninguna es buena opción”, comentó, “por eso hay tanto escepticismo acerca de que se materialice el T-MEC”.

Los demócratas —incluyendo a los populistas que tienden a estar más del lado de Trump que Toomey en asuntos de comercio— dicen que están abiertos a trabajar con el gobierno para mejorar y aprobar el acuerdo. Los líderes del partido han tenido debates productivos con Robert Lighthizer, el representante comercial de Estados Unidos, para reafirmar la necesidad de que los negociadores aseguren alguna protección adicional a la mano de obra y al medioambiente antes de cualquier votación plenaria.

“Hablé con Lighthizer. Le dije que, a menos que haya una regulación estricta, el TLCAN no va a ser aprobado por el Senado”, señaló el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer del estado de Nueva York. “Él es consciente de eso y dice que hay algunas cosas que pueden hacer”.

El gobierno de Trump pasó más de un año negociando con Canadá y México para intentar rescatar el TLCAN, un tratado de 25 años que se ha vuelto muy importante para la economía de América del Norte, en especial para la industria automotriz y el sector agrícola. El acuerdo se amplió a la circulación de mercancía y capital entre los tres países, y dio lugar a que las empresas multinacionales extendieran sus cadenas de suministro por todo el continente.

A pesar de que Trump ha amenazado desde hace mucho con deshacer el TLCAN, la comunidad empresarial y muchos legisladores republicanos presionaron para conservarlo intacto, insistiendo en que acabar con ese tratado a la larga perjudicaría la economía estadounidense. El nuevo acuerdo, al que se llegó en septiembre, principalmente es una actualización del TLCAN pero contiene algunas nuevas cláusulas, que incluyen el requisito de pagar salarios más altos en las fábricas de automóviles y tener una mayor capacidad de vender productos lácteos en Canadá.

Toomey mencionó que seguía muy preocupado de que el gobierno no hubiera retrocedido en los aranceles al acero y al aluminio que había impuesto a Canadá y México después de que se llegó al acuerdo trilateral el año pasado.

Está trabajando en una legislación bipartidista que limite la capacidad que tiene Trump de imponer aranceles con base en la seguridad nacional —que el presidente utilizó para justificar los aranceles al acero y al aluminio— sin la aprobación del Congreso. Es casi seguro que el presidente vetaría esa medida.

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