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La confianza en las instituciones

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El martes se votará por la destitución de Dilma Rousseff. Foto: AFP.
EVARISTO SA

El impeachment a la presidenta Dilma Rousseff es uno de los eventos políticos más relevantes del año. Los pronunciamientos de los distintos actores políticos han sido altamente previsibles, en uno u otro sentido.

También hubo en las redes sociales una gran cantidad de comentarios. Un estimado colega, Rafael Mantero, hizo notar que "cuando la calidad institucional es mala y sensible a los ciclos, la política se vuelve oportunista y lo jurídico instrumental" y también que "a quién (políticamente) favorece el deterioro institucional, es circunstancial y por tanto, anecdótico. A la larga no favorece a nadie". Estoy de acuerdo. El episodio del impeachment puede verse como la consecuencia de devenires pasados o como la causa de penurias futuras. La confianza de la población en las instituciones evoluciona lentamente. Los escándalos de hoy tienen impacto duradero si minan este gran bien púbico a preservar.

Evidencia.

La relación entre la confianza, instituciones y bienestar social es intuitiva. Sin embargo, empíricamente, es difícil establecer el sentido de la causalidad. ¿Buenas y sólidas instituciones logran altos niveles de crecimiento y desarrollo o, por el contrario, el crecimiento económico genera los medios para el desarrollo de las instituciones? ¿La baja percepción de corrupción y la confianza en las autoridades de ciertos países se deben a que allí las autoridades son honestas, o es la propia actitud de la población que limita los casos de corrupción y perversión de la ley?

En febrero de este año se publicó en el Economic Journal (revista académica del Royal Economic Society de Gran Bretaña) un estudio con una aproximación histórico-económica original y conclusiones sorprendentes. En "The empire is dead, long live the empire! Long run persistence of trust and corruption in the bureacuracy" los autores (Sascha Becker, Katrin Boeckh, Christa Hainz y Ludger Woessmann) reportan efectos duraderos de muy largo plazo sobre la confianza y percepción de corrupción.

Antecedentes.

Empecemos con un poco de historia. Los Habsburgo fueron una casa real europea que gobernó sobre un amplio imperio compuesto por distintas etnias desde comienzos del siglo XI hasta su caída final en 1918. Por siglos, Austria fue la gran potencia en Europa central. Los autores del mencionado artículo señalan que la administración central del imperio difería de la de sus vecinos de los imperios otomanos y rusos. Los Habsburgo gobernaron de una manera más predecible. La visión histórica es que la burocracia de los Hasburgo era relativamente honesta y esforzada ("fairly honest, quite hard-working, and generally high-minded").

En cada nuevo territorio que incorporaron a su imperio instalaron una fuerte burocracia que finalmente era cubierta por población local previamente entrenada en Viena. Esto, según los autores, generó un nivel de eficiencia estatal superior para la época.

Un elemento metodológico clave del estudio es notar que la frontera del imperio pasaba a través de lo que hoy es Montentegro, Polonia, Rumania, Serbia y Ucrania. Esto determina que existan comunidades dentro de estos países que cumplen con dos condiciones clave.

Primero, llevan generaciones viviendo dentro del mismo estado y compartiendo sus instituciones. Segundo, en el pasado sus antecesores vivieron en distintos lados de la frontera del imperio Hasburgo y, por lo tanto, tuvieron contactos con instituciones formales de distinta calidad. En esencia el estudio compara las creencias de individuos que hoy comparten una institucionalidad común pero cuyos abuelos y bisabuelos no.

Los resultados muestran individuos que viven en el mismo país realizan valoraciones distintas de sus instituciones. Los habitantes de zonas que fueron parte del imperio de los Hasburgo tienen un mayor nivel de confianza en las cortes judiciales y en la policía. Esto sugiere que las normas culturales tienen una enorme persistencia que pasa de generación en generación. Estas normas culturales que refieren a la interacción entre individuos y autoridades son un canal a través del cual el pasado y sus instituciones afectan la vida en el presente.

Lecciones.

¿Qué tan distintas son las instituciones en Uruguay, en Argentina y en Brasil? ¿Son distintos los niveles de corrupción o simplemente son distintas las percepciones de éstas?

El Uruguay de hoy es el producto de un largo desarrollo histórico donde el batllismo dejó una impronta cultural formidable. En Uruguay tenemos una visión del Estado y la convivencia política que refleja elementos que fueron desarrollados hace más de un siglo. Argentina y Brasil han tenido desarrollos distintos y sus normas culturales y cívicas actuales así lo reflejan.

¿Cómo será el Uruguay dentro de 30 o 50 años? ¿Cómo será la confianza y la interacción de la población con su policía, sus autoridades judiciales y sus gobernantes? Estamos fijando las bases día a día. Las autoridades nunca deberían perderlo de vista.

La confianza de la población en las instituciones democráticas y republicanas, su honestidad y probidad es un valor tan importante que no puede reducirse a pequeñas y circunstanciales ganancias políticas.

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El martes se votará por la destitución de Dilma Rousseff. Foto: AFP.

NÉSTOR GANDELMAN

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