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Los chinos ricos de segunda generación

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Foto: Archivo.

Andy Guo, inmigrante chino de 18 años de edad, le encanta conducir su Lamborghini Huracán rojo. El automóvil de 360.000 dólares canadienses fue un regalo del año pasado de su padre, quien viaja entre Vancouver y la provincia norteña de Shanxi, en China, e hizo su fortuna con el carbón , dijo Andy Guo, licenciado en economía por la Universidad de Columbia Británica.

El acelerado ascenso económico de China ha convertido a campesinos en milmillonarios. Muchos chinos ricos están cada vez más impacientes por embarcar a sus familias, y sus riquezas, a Occidente, donde el estado de derecho, aire limpio y buenas escuelas ofrecen paz mental, particularmente para aquellos que buscan escapar del escrutinio del Partido Comunista y una campaña de combate a la corrupción que ha enviado a la cárcel a cientos de ricos y poderosos.

Con su débil divisa y políticas de inmigración acogedoras, Canadá se ha convertido en uno de los principales destinos para el 1% de China. Con base en cifras gubernamentales, de 2005 a 2012, cuando menos 37.000 millonarios chinos aprovecharon un programa de inversionistas actualmente extinto para convertirse en residentes permanentes de Columbia Británica, la provincia que incluye a Vancouver. Esta área metropolitana de 2,3 millones es cada vez más el hogar de inmigrantes chinos, quienes integraron más de 18% de la población en 2011, por arriba de menos de 7% en 1981.

Muchos residentes dicen que la inundación de capital chino ha causado una crisis de viviendas accesibles. Vancouver es la ciudad más cara de Canadá para comprar un hogar, con base en un sondeo de 2016 por parte de la firma consultora Demographia. El precio promedio de una casa en el área mayor de Vancouver creció en más del doble de 2005 a 2015, hasta cerca de 1,6 millones de dólares canadienses (1,2 millones de dólares), con base en el Consejo de Bienes Raíces del Gran Vancouver.

Residentes enojados por el aumento de ricos compradores extranjeros de bienes raíces y propietarios ausentes, particularmente de China, han lanzado protestas en medios sociales. El gobierno de la provincia accedió este año a empezar a rastrear la propiedad extranjera de bienes raíces, en respuesta a demandas de políticos locales.

La ira ha tenido escaso efecto sobre las vidas de oropel de los chinos ricos de Vancouver. De hecho, para los recién llegados que no tienen problemas de dinero, la siguiente compra después de una casa suele ser un automóvil, y después unos pocos más.

Muchos concesionarios de autos de lujo aquí dan empleo a personal chino, testamento del poder adquisitivo de los residentes más nuevos de la ciudad. En 2015, había 2.500 autos con valor superior a 150.000 dólares registrados en el área metropolitana de Vancouver, por arriba de los 1.300 registrados en 2009, con base en la Corporación Aseguradora de Columbia Británica.

Muchos de los propietarios jóvenes de superautos en Vancouver son conocidos como fuerdai, expresión en mandarín, similar a niños de fideicomiso, que significa "rico de segunda generación". En China, donde los súper ricos son criticados ampliamente por ser corruptos y materialistas, el término provoca una mezcla de desdén y envidia

Los fuerdai han llevado su pasión por la extravagancia a Vancouver. Lamborghini blancos son populares entre jóvenes mujeres chinas: los hombres a menudo entregan sus superautos alquilados tras unos pocos meses a fin de jugar con un símbolo de estatus más nuevo, más cool.

Cientos de jóvenes inmigrantes chinos, a la par de un puñado de chinos nacidos en Canadá, han formado clubes de superautos cuyos integrantes se unen para conducir, modificar y fotografiar sus llamativos vehículos, proporcionando un atractivo visual para sus seguidores en medios sociales.

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Foto: Archivo.

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