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China renueva su agenda en la región

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Empresas y gobierno chino están centrando la mirada en áreas menos exploradas.

En la próxima década, las corrientes de inversión chinas en Latinoamérica van a ser lo más importante para nuestros países

A medida que se fortalece la relación entre China y América Latina, aumenta el interés de las empresas estatales chinas por diversificar sus inversiones y dirigirlas tanto hacia sectores tradicionales como las materias primas, pero también a políticas de defensa y seguridad ciudadana, y la gobernanza.

El primer ministro Li Keqiang está en plena gira por Sudamérica. Visitó Brasil, siguió camino a Colombia y luego viajó a Perú y Chile. Los cuatro países acaparan el 57 por ciento de los intercambios comerciales entre China y América Latina. En enero, el presidente Xi Jinping había prometido inversiones por 250.000 millones de dólares para la región en una década .

El motor.

A principios de este año, China anunció que su economía había crecido a la tasa más baja de las últimas dos décadas —7 por ciento en el primer trimestre—. Ante tal desaceleración, América Latina podría quedarse en la "nostalgia" de aquellos años de bonanza en los que la economía crecía a tasas de dos dígitos. Sin duda el gigante asiático ha sido uno de los principales motores de crecimiento en los últimos años en la región.

"La visita del Primer Ministro Li y el discurso que dirigirá a la región desde la Cepal el 25 de mayo se enmarcan en un esfuerzo sostenido por parte de China de impulsar un camino conjunto, desde que en 2008 este país reconoció el carácter estratégico de la relaciones con nuestra región en su Libro Blanco (el documento formal donde consigna su política oficial al respecto)", sostuvo Alicia Bárcena, Secretaria General de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe.

"China ha sido algo muy positivo para América Latina porque nos ha permitido defendernos de la crisis", afirmó Enrique García, presidente ejecutivo de CAF (corporación Andina de Fomento), banco de desarrollo de América Latina. "Estos han sido los mejores años de América Latina en términos macroeconómicos".

Pero si bien China fue una extraordinaria póliza de seguros contra la crisis financiera de 2008, el legado de los más de 15 años de acercamiento entre América Latina y Pekín va mucho más allá de una década de crecimiento y estabilidad macroeconómica.

En poco más de diez años —entre 2000 y 2013— China incrementó más de 20 veces el comercio bilateral e inyectó en América Latina 80.000 millones de dólares, una cifra que según el Ministerio de Comercio chino representa el 13 por ciento de la inversión del país en el mundo.

El gigante asiático no sólo se ha posicionado como uno de los principales socios comerciales de la región, sino que también se ha convertido en un nuevo referente en áreas en las que tradicionalmente Estados Unidos era el único polo de influencia en América Latina: la defensa, la seguridad, la gobernanza y hasta el intercambio político y cultural.

"China está interesada, por un lado, en obtener recursos y, por otro, en abrir nuevos mercados para sus productos, y el mercado de la seguridad y defensa es uno de sus principales objetivos", dice Ricardo Neeb, profesor del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile. "De tecnologías que datan principalmente de la era soviética, China ha modernizado y ampliado su oferta de productos en áreas como pertrechos militares, policiales y, en general, de seguridad. Su interés es ser un actor más y competir con Rusia, Estados Unidos y Europa", indica.

En los últimos dos años, China ha construido y puesto en órbita un satélite de comunicaciones para Bolivia y también ha entrado en el sector de la seguridad ciudadana, un mercado que mueve miles de millones de dólares en América Latina.

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Ciudades.

La seguridad ciudadana está intrínsecamente ligada al crecimiento de las urbes latinoamericanas y, en este aspecto, el gigante asiático podría ser un gran aliado para América Latina. Se estima que para el año 2020, tanto en China como en América Latina habrá por lo menos siete grandes ciudades con más de 10 millones de habitantes. Esto presentará un desafío en cuanto a políticas de urbanización, sanidad y seguridad. América Latina podría beneficiarse de la experiencia china en alianzas público-privadas y de crecimiento coordinado de las ciudades.

Estas ciudades presentan además una oportunidad para que América Latina logre hacer de su vínculo una relación de dos vías. Los ambiciosos planes de urbanización impulsados recientemente por el gobierno de ese país representan una extraordinaria oportunidad de diversificar las exportaciones de la región a productos de mayor valor agregado. "América Latina no puede seguir exportando a China principalmente materias primas. En el futuro debe haber una simetría, donde la región exporte también bienes de valor agregado", dice García, el presidente ejecutivo de CAF, institución que organiza en estas fechas una conferencia en Pekín sobre la perspectivas en materia de seguridad ciudadana y gobernanza en China y nuestra región.

Nuevo menú.

Para Ignacio Bartesaghi, Doctor en Relaciones Internacionales y Coordinador del Observatorio América LatinaAsia Pacífico de la Aladi, CAF y la Cepal, es lógico que el primer ministro chino visite a los cuatro países señalados; "Brasil es un socio estratégico para el gobierno chino, ambos forman parte de los Brics, y después vienen dos países con los que tiene acuerdos comerciales, como son Chile y Perú. A ellos se les agrega Colombia, que en breve comenzará a negociar un acuerdo similar".

Pese a que es el primer viaje de Li a América Latina, no es un hecho aislado, como muestra la continua presencia de altas autoridades chinas en los últimos años. El presidente Xi Jinping estuvo dos veces en la región. La primera en junio de 2013 (Trinidad y Tobago, Costa Rica y México) y la segunda en julio de 2014 (Brasil, Argentina, Venezuela y Cuba.

Según Bartesaghi, "hasta ahora ha sido un comprador compulsivo de materias primas a muy buen precio, pero China ya siente que debe dar el siguiente paso, que es afirmarse por otras vías en la relación con nuestra región. En los próximos diez o quince años, las corrientes de inversión chinas en la región van a ser lo más importante en la agenda latinoamericana", afirmó.

"Las inversiones, la financiación por parte de bancos chinos, la progresiva importancia en el comercio de servicios, los potenciales intercambios políticos y la cooperación en áreas de defensa, científica, energética y cultural son ya parte importante de las relaciones", explicó.

Ahora, además de los rubros tradicionales como el petróleo, el gas o la minería, las empresas y el gobierno chino están centrando la mirada en áreas menos exploradas, aprovechando la necesidad de América Latina de mejorar su infraestructura, modernizar sus políticas de defensa y combatir el delito tras años de crecimiento económico que sumaron a millones de personas a las filas de la clase media.

En materia de defensa, Argentina cuenta con un memorándum de entendimiento de cooperación en logística, firmado el año pasado por la Administración Estatal de Ciencia, Tecnología e Industria para la Defensa Nacional de la República Popular China y el Ministerio de Defensa argentino. Por esa vía, se pusieron en marcha varios proyectos ambiciosos: la producción de vehículos blindados 8x8, la cooperación técnica para la construcción de un buque polar, seis remolcadores y cuatro lanchas de instrucción, entre otras cosas.

A qué aspiramos.

"La presencia a nivel de comercio es notoria, nuestra relevancia como proveedores de alimentos y otras materias primas, también —sostiene Bartesaghi— y el nivel de apoyo financiero de los bancos chinos en esta parte del mundo ya está presente. Lo que se viene ahora son inversiones muy fuertes de China en diversos sectores, y para América Latina el desafío está en recibir esa inversión en áreas que tengan que ver con su estrategia de desarrollo".

"Tener claro hacia dónde vamos nosotros, es clave para saber a qué inversiones podemos aspirar. No es lo mismo una inversión limitada a la extracción mineral o a infraestructuras que no tienen derrame en otras áreas, a que se logre inversión china en sectores clave de ciencia y tecnología, que permita la cooperación entre empresas, etc. Para ello hay que tener una estrategia bien definida, que no es fácil encontrarla en América Latina, y también se necesita normativa vinculada a inversiones que sea atractiva para los inversores del exterior", apuntó.

Bartesaghi destaca que el gobierno chino está llevando a cabo una transformación que lo convertirá al país en una potencia tecnológica. Así, razona, "es esperable que los países latinoamericanos logren modificar la lógica del relacionamiento con este país, pasando desde la perspectiva de la amenaza a la de la oportunidad". De hecho, esas oportunidades están a la vista: entre 2000 y 2013, la participación de China en las exportaciones regionales pasó del 1% al 10% y la Cepal estima que si simplemente el comercio bilateral se expande en los próximos años al mismo ritmo al que lo hizo en 2013 (un 6 por ciento), llegará a los 500.000 millones de dólares entre 2023 y 2024.

A juicio de Bartesaghi, los alimentos han pasado a ser un componente geopolítico muy importante para países de fuerte crecimiento como China. "Por tanto, como proveedores de alimentos de dicho país, siempre tendremos un rol importante que cumplir atado con nuestra capacidad para exportar".

De todos modos, "Uruguay debe tener muy claro que ya no se trata de venderle solamente productos básicos. Hay enormes oportunidades en discutir una agenda más amplia. Y quienes nos ganan en ese terreno son aquellos que saben hacer prospectiva. Un país como Australia, que está permanentemente mirando hacia adelante, ya se está preparando para los cambios de la economía china y como beneficiarse de ellos. Más allá de que Australia esté más cerca y eso es importante, también lo es saber qué líneas de negocio apoyar y potenciar, qué tipo de productos se pueden colocar, cómo agregar valor a lo que hoy producimos y tratar de ser más competitivos".

El desafío para Uruguay es cómo hacer para avanzar en acuerdos de cooperación entre empresas, añadió. "En un país que está cambiando su patrón de consumo en forma acelerada hay que vender productos más sofisticados y Uruguay puede ser un interesante proveedor para China. "Eso nosotros no lo estamos identificando muy claramente y otros países sí", puntualizó.

También tenemos que trabajar para incrementar nuestra exportación de servicios, "porque en esa área China tiene necesidades y nosotros tenemos potencial".

Latinoamérica es una región más competitiva en materia de servicios que en bienes, por lo que "las oportunidades que se abren con China son tremendas. Desde la cooperación científica y tecnológica, en un país que hoy registra más patentes que Estados Unidos, y ni que hablar del potencial del turismo si se lograra captar una corriente de turistas de dicho origen".

Números.

Hasta la primera quincena de mayo, Uruguay lleva colocado en China mercaderías por un valor de 498 millones de dólares, de acuerdo a datos de Aduanas. Esa cifra representa un 25% menos que en el mismo período del año anterior. De los bienes vendidos, el 70% corresponde a soja y carne.

En 2014, se colocaron bienes por 1.530 millones de dólares, un 7% más que el año anterior, según información de Uruguay XXI. Sin embargo, esa cifra es bastante mayor, si se estima la soja y la pasta de celulosa que se envía a través de las zonas francas de Nueva Palmira y UPM. En ese caso, se superaría los 2.000 millones de dólares en exportaciones, equilibrando la balanza comercial al alcanzar una cifra similar a la que representan los productos importados desde China al país.

Diversificación, asignatura pendiente.

Desde la perspectiva latinoamericana, la diversificación exportadora y el aumento en productividad son las principales asignaturas pendientes: tan solo cinco productos, todos primarios, representaron 75% del valor de los envíos regionales a China en 2013. La inversión china en la región refuerza este patrón, ya que entre 2010 y 2013 casi 90% de ella se dirigió a actividades extractivas, particularmente minería e hidrocarburos, dice Alicia Bárcena Secretaria Ejecutiva de la Cepal.

Tres empresas chinas compraron, por ejemplo, en abril de 2014, en Perú, una de las mayores minas de cobre del mundo, por unos 6.000 millones de dólares de dólares. Y el grupo estatal chino de alimentos Cofco adquirió hace poco Nidera y Noble, dos de los más importantes comerciantes mundiales de granos y líderes en América del Sur. En Cuba, China financia un nuevo puerto; en Argentina, la modernización de una línea férrea y la construcción de dos centrales eléctricas. La brasileña Vale, una de las tres mayores empresas mineras del mundo, recibió de China un crédito para la compra de barcos y maquinaria.

Coincidentemente, Bartesaghi puntualizó que para Uruguay obtener inversiones chinas en infraestructura "es un poco más complejo, ya que generalmente apuntan a aquellos sectores de donde pueden luego obtener un beneficio directo", como es el caso de la minería.

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Empresas y gobierno chino están centrando la mirada en áreas menos exploradas.

incluye propuestas cooperación en temas de defensa y seguridad ciudadanaLUIS CUSTODIO 

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