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Una chance más al Mercosur

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Isidoro Hodara – Economista, ex Director General de Comercio Exterior (MEF); Marcel Vaillant – Dorctor en Economía, docente en Comercio internacional (UdelaR) - FOTOS: El País

ENTREVISTA

Las condiciones de acceso a mercados y al comercio global son las condiciones de precios relativos de la economía.

El Mercosur cumplirá 30 años el próximo 26 de marzo y para muchos académicos, profesionales y analistas, atraviesa su hora más compleja. Isidoro Hodara y Marcel Vaillant forman parte de un colectivo que días atrás hizo pública una declaración (El País, 26/02) en respaldo a la estrategia de impulsar negociaciones en el Mercosur que, sin debilitar al conjunto, habiliten negociar con terceros a velocidades diferentes. Coinciden en que es una medida importante para “quebrar el encerramiento regional que se vuelve contra la propia región”. Sin embargo, ambos profesionales admiten que el peso de Uruguay en el bloque es relativo y deben manejarse escenarios alternativos. El tema trasciende la coyuntura y se proyecta hacia la construcción del futuro, advierten. A continuación, un resumen de la entrevista.

—Junto a otros académicos y profesionales firmaron una declaración a favor de la apertura comercial. ¿Qué los moviliza?

— Isidoro Hodara — Somos ciudadanos preocupados por el futuro de Uruguay y los problemas del Mercosur. Planteamos nuestras inquietudes a través una plataforma que pretende ser un respaldo para que todos los que deban llevar adelante nuestra política comercial.

—Marcel Vaillant — Entendimos que era buen momento para demostrar apoyo a las intenciones puestas de manifiesto por el Presidente, en el sentido de tomar liderazgo y plantear con claridad la necesidad de modificar esta realidad. Un camino que otros gobiernos también habían intentado llevar adelante con escasos resultados. Tenemos claro que hemos sido frágiles en plantear estas cosas como país, porque lo hemos hecho en forma fragmentada. Quizás hoy nos encontremos con más posturas coincidentes para empujar un cambio como el que se requiere.

—La presidenta de la Unión de Exportadores afirmó el pasado lunes en E&M que, en comercio exterior, quedarse quieto es retroceder… ¿eso resume lo que le ha pasado en 30 años al bloque?

—IH — Es acertada esa definición. Ha habido un inmovilismo casi cadavérico en materia de crear oportunidades para la expansión de nuestro comercio exterior. La luz de esperanza más grande fue el acuerdo Mercosur-Unión Europea; y doce meses después no estamos seguros si el acuerdo está todavía vivo, a juzgar por las últimas declaraciones.

—MV— Uruguay no avanzó en materia de acuerdos recíprocos. Aunque en términos unilaterales, ha tenido una sostenida vocación de perfeccionar ciertos instrumentos de inserción internacional. Tiene regímenes especiales de comercio amigables con la exportación, también ciertos niveles de liberalización con el sector financiero, con un conjunto de servicios relevantes para la internacionalización, etc. Es decir, ha habido inmovilismo en materia de acuerdos recíprocos, pero Uruguay mantuvo cierta ruta de apertura que tiene que reforzar, porque para poder sacar beneficio de todos los cambios que ha hecho desde el punto de vista de la internacionalización de la economía, requiere acuerdos comerciales. Es el paso más complejo el que nos queda por dar.

—IH—Es un buen punto el de las disciplinas comerciales virtuosas que se importan al acceder a estos acuerdos y de las cuales no le es fácil apartarse en lo sucesivo. Un acuerdo como el que se negoció con la Unión Europa, dice: “no habrá impuestos a las exportaciones más allá de los que existan hasta este momento”. Eso asegura que le costará mucho en el futuro a un país volver a aplicar retenciones o detracciones, por ejemplo, porque hay un compromiso adquirido y no atenderlo puede redundar en dificultades en nuestras exportaciones hacia ese socio comercial.

—El Canciller Francisco Bustillo puso tres conceptos sobre la mesa que parecen definir la estrategia oficial: perfeccionamiento, actualización y modernización del Mercosur. Desde el punto de vista conceptual, ¿comparten esta definición?

—IH— Solo una duda: ¿perfeccionar el bloque quiere decir, hacerlo de su actual fisonomía, donde no solo alcanza en ser una unión aduanera completa, sino que, además, actúa como un corsé para las posibilidades de que Uruguay retome la soberanía de su política comercial? Si se trata de perfeccionarlo en se sentido, preferiría abstenerme.

—MV— Con un criterio realista, lo que tendría que hacer Uruguay es definir claramente cuál es su interés en materia de inserción internacional y política comercial; en el Mercosur tiene que ser un socio que colabore y apoye las buenas ideas, pero teniendo en cuenta cuál es su capacidad de liderazgo y de establecer trayectorias posibles de cambio. Nuestro lugar en el bloque, en términos relativos, es de socio menor; acompañamos, podemos dar la voz, pero claramente el liderazgo del bloque lo tiene Brasil y la relación bilateral privilegiada es con Argentina. La mayor contribución que Uruguay puede hacer al proceso de integración regional es establecer líneas de inserción internacional y de apertura que le permita mejorar su desempeño comercial.

—Un camino que, a la larga, deberían seguir todos los socios…

—MV— Claramente. El mal comportamiento de la región como bloque está directamente asociado a su mal comportamiento en términos globales y externos. Se usa muchas veces el término de regionalismo abierto y es equívoco, el regionalismo no puede ser otra cosa que abierto. Si un país se cierra ante el mundo también respecto de los socios, Es lo que le pasó al Mercosur. Tenemos un mal desempeño regional porque Brasil y Argentina son las economías emergentes más proteccionistas del planeta. El Mercosur es un resultado adjunto a eso.

—La propuesta de flexibilización para acceder a acuerdos con terceros a velocidades diferentes parece ser el principal objetivo de Uruguay ¿Qué posibilidad existe de lograr un consenso en esa materia como pretende el presidente Lacalle Pou?

—IH— Yo prefería, en lugar de hablar de velocidades distintas, decir que el Mercosur debería permitirle retomar soberanía a Uruguay en su política comercial. Para hacer acuerdos, sí, pero además para alcanzar otros instrumentos que están pendientes de autorización por parte del bloque, como la admisión temporaria o los regímenes especiales de exportación, una cantidad de instrumentos que no han logrado un consenso. Mientras tanto, otros instrumentos similares que usan Argentina o Brasil son aplicados sin ningún esperar ningún consenso.

—MV— El gobierno ha elegido una ruta pragmática, basada en un hecho novedoso, que es la afirmación rotunda y clara del gobierno de Brasil de que efectivamente está dispuesto a seguir el camino de la flexibilización y dar libertad de hacer acuerdos con terceros a los países del bloque. Brasil tiene los instrumentos y los modos para lograr convencer a los demás socios de que hay que aceptar esta propuesta de Uruguay. Pero hay otro escenario, el de un resultado negativo. Para ello deberíamos tener otras alternativas, porque no podemos dejar de insistir en esto. Porque las condiciones de acceso a mercados y al comercio internacional, son las condiciones de precios relativos de la economía, de rentabilidad, de inversión, de crecimiento en la productividad y condiciones de trabajo. De esa importancia es lo que nos estamos jugando.

— ¿Qué pasa si la respuesta es no?

—MV— tiene que haber otras posibilidades. En la actualidad, tenemos acuerdos de libre comercio con los países de la Alianza del Pacífico en el marco del tratado de Montevideo, acuerdos distintos a los del Mercosur; todos los socios lo tienen, ya nos dimos los respectivos weiver y podemos ingresar mañana mismo a ese bloque. Podemos firmar acuerdos plurilaterales, bilateralizar el acuerdo con la Unión Europea, etc. Y en última instancia, si se complican las cosas, un escenario extremo es pasar a tener el estatuto que tiene Chile con el Mercosur; es el país más liberalizado y está en las condiciones perfectas: accede a lo mismo que nosotros dentro del Mercosur y hace lo que quiere con su política comercial. Es un caso extremo, hay muchas otras acciones que se pueden tomar antes que eso. El mundo no se termina si hay una respuesta negativa al planteo de flexibilización, el tema es saber que eso puede ocurrir y tener otras opciones a mano.

— IH— Todos los que menciona Marcel son caminos a recorrer. Conviene recordar, en este contexto, que no hay ninguna razón para irse de una asociación de la cual nadie nos puede echar. Uruguay, en el último de los casos, si se detuvieran las preferencias que otorga a Argentina y Brasil, debería asumir que estos dos países tendrán dos años de goce de las preferencias en Uruguay sin otorgárselas a los productos uruguayos. A Argentina hoy le vendemos apenas el 5% de lo que exportamos globalmente; con Brasil es diferente, pero nada que no acceda a otros mercados. Y si de lo que se trata es de ingresar en una etapa de apertura de la economía, obtendremos condiciones para ser más productivos.

—El Arancel Externo Común es otro gran escollo, manejado con discrecionalidad por parte de los socios…

—MV— Nuestro arancel de Nación Más Favorecida, en términos comparados, es muy proteccionista. En dos direcciones muy importantes. Tanto el promedio arancelario del Mercosur, que es sustantivamente más alto que para países en desarrollo. Pero, además, la estructura arancelaria, el hecho de tener once o doce alícuotas genera una enorme dispersión. Cuando entramos al Mercosur teníamos tres alícuotas. Un país como Uruguay no debería tener más que eso.

—IH— Además, nuestro arancel tiene incorporada la protección a muchos bienes que Uruguay no fabrica, que sí se producen en territorios de los vecinos. Y eso sesga la estructura de nuestra protección. Si bien la mayor parte del universo arancelario va de cero a 35%, tenemos algunos productos que están con una alícuota de 55% de AEC desde 1994 y, muchos de ellos, no se producen en Uruguay desde hace muchos años. Un ejemplo: duraznos en almíbar.

—¿Qué esperan sobre el acuerdo con Unión Europea? El canciller Bustillo afirmó en el Parlamento que no está cerrado y que hay varios aspectos pendientes…

—MV— Creo que no es una afirmación precisa. Entiendo que la negociación terminó. Lo que queda son aspectos puntuales que refieren a cuestiones técnicas. Es posible que no se ratifique y es cierto que las reacciones proteccionistas y los intereses asociados a las demandas ambientales de Europa pusieron alerta sobre quienes llevaban el liderazgo político de un acuerdo. Lo que queda es el tiempo político de Europa.

—IH— Dicho con ironía: antes pensábamos que se había cerrado el acuerdo y ahora descubrimos que no lo teníamos, o que no es fácil hacerlo valer ante los poderes legislativos de algunos países, sobre todo los europeos, peor nada obstaría para que algún país del Mercosur aproveche para hacer una picardía…

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