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Cayó el ingreso real de los hogares, ¿Qué esperar a mediano plazo y dónde hacer foco?

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Foto: Getty Images

OPINIÓN

El ingreso medio real de los hogares cayó en el segundo trimestre incidido por el aumento en la inflación

El ingreso medio real de los hogares cayó 1,2% en términos interanuales en el segundo trimestre del año. Dicha caída refleja la pérdida de poder adquisitivo derivada de que la inflación fue muy superior a lo previsto en la última ronda de negociaciones salariales (la tasa de empleo creció 3%). Los datos divulgados en las últimas semanas reflejan una fuerte heterogeneidad a la interna del mercado de trabajo. Si el empleo aumentó 3% y el salario medio real del sector formal cayó un 1,6%, es factible que el deterioro del ingreso real de los trabajadores informales haya sido superior (el ingreso medio real de los hogares combina todas las anteriores y cayó 1,2%).

Una vez recuperado el nivel de empleo “pre-pandemia”, el debate en torno a la velocidad de recuperación del salario real, que se encuentra cerca de 4% abajo del nivel prepandemia, ha sido uno de los temas que ha dominado la agenda económica. Se trata de un reclamo justo de la población, aunque cabe aclarar algunas particularidades que matizan la incidencia del gobierno en su poder para “fijar” una variable real, a excepción del salario real del sector público, que depende del mismo, y cuyo componente de “recuperación” se efectiviza como tarde, una vez que operan los correctivos por inflación pasada.

En el sector privado formal (el 80% de los ocupados) la historia es distinta. Si bien el gobierno diseña las pautas y participa de la negociación, operan también factores de mercado. En sectores más dinámicos las pautas funcionan más como un piso que como un techo, mientras que en los menos dinámicos —recientemente los vinculados al comercio y los servicios que emplean trabajadores de baja capacitación— ocurre lo contrario, y en esos casos, pautar una recuperación del salario más rápida que lo que indican los fundamentos de mercado puede generar una caída del empleo.

Por último, en el sector informal, que ocupa a unos 335 mil trabajadores no existen consejos de salarios y la evolución de sus ingresos depende mucho más del juego entre la oferta y la demanda.

Lo anterior es especialmente relevante en un contexto en que (a mi juicio) erróneamente se reclama un mayor “derrame” de algunos sectores agroexportadores, favorecidos por los buenos precios internacionales.

Todos los sectores de la economía “derraman”, algunos más, otros menos. Naturalmente, no es lo mismo exportar ganado en pie o soja, que carne, que pasó por la industria frigorífica o lácteos industrializados, y mucho menos “exportar” turismo. Los sectores más encadenados o intensivos en empleo “derraman” más.

En este debate se pierde de vista de que actualmente, los sectores vinculados al turismo y al comercio y los servicios en la frontera posiblemente se encuentran ante su peor contexto en décadas, y con malas perspectivas. El desastre económico argentino ha ubicado al tipo de cambio real bilateral un 35% por debajo del nivel de diciembre 2019 y un 60% abajo del nivel de diciembre 2018, la última temporada turística auspiciosa. Si a eso le adicionamos la caída del salario real que experimentaron —y posiblemente experimentarán a medida que la inflación se acerque a los tres dígitos—, el escenario para estos sectores luce muy mal al menos hasta 2024.

Otro aspecto relevante es el hecho de que el ingreso real (o salario) sobre el que se hace foco es simplemente un promedio. A la interna de la distribución la situación es bastante distinta. Mientras que, en los deciles superiores, el ingreso real se ubicaba al cierre de 2021 en torno al 1% por debajo del nivel de 2019, en los deciles más pobres la caída era de casi 4%.

La pandemia, la incorporación de tecnología en los procesos productivos y más recientemente, el impacto de la situación argentina en el comercio y los servicios, han afectado desproporcionadamente a los trabajadores con menor capacitación e ingresos, muchos de los cuales han salido del mercado laboral o trabajan menos horas de las que quisieran.

Para hacer frente a esta situación, se ha apelado a programas bien intencionados, pero mal enfocados, como ser el “Plan ABC” y los “Jornales Solidarios”, que por cierto no necesariamente “crean” puestos de trabajo ya que pueden acceder a ellos personas ocupadas en el sector informal. Los trabajadores con problemas de empleo necesitan más y mejor capacitación.

Esos programas deben ser reenfocados de forma tal de que las personas cobren por capacitarse y no por realizar tareas improductivas.

Mirando hacia adelante, no es esperable ver en el corto plazo una recuperación de los ingresos por la vía de mayores niveles de empleo. La recuperación del ingreso (y del consumo) deberá venir por el lado del salario real, algo que el gobierno se ha comprometido a realizar de aquí a las elecciones. Como mencionamos anteriormente, no es un tema que dependa exclusivamente de la voluntad del gobierno, y es una promesa que en caso de que no ocurra le puede costar caro en términos electorales. En donde si tiene incidencia es en la trayectoria de corto plazo, de forma tal de no depender de los correctivos al final del período. Si cuando se abran las mesas de negociación en 2023, se subestima nuevamente la inflación esperada, la vuelta al nivel de 2019 vendrá recién a mediados de 2025.

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