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No cargar las culpas al Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte

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Donde funcionaba la planta de Kodak en Rochester, luego de su caída abrieron más de cincuenta nuevas compañías

El miércoles 21 de enero, al día siguiente del informe sobre el estado de la Unión del presidente Barack Obama, un puñado de representantes demócratas, junto con el senador independiente Bernie Sanders de Vermont, sostuvieron una conferencia de prensa para criticar una de las pocas propuestas presentadas por el presidente y que realmente tiene posibilidades de ser aprobada. El objeto de su desagrado son los acuerdos comerciales que está negociando el gobierno.

Críticas.

"Desde que estoy en el gobierno, nunca he visto una ley comercial que beneficie de alguna manera a los fabricantes y trabajadores estadounidenses", aseguró la representante Louise Slaughter, que ha representado al distrito de Rochester, Nueva York, desde hace 28 años.

Ella señaló a Kodak como ejemplo de una empresa perjudicada por los acuerdos comerciales, especialmente por el histórico Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TNLC). Desde 1994, cuando entró el vigor el acuerdo en el que participan Canadá, Estados Unidos y México, la fuerza de trabajo de Kodak en Rochester, Nueva York, se ha reducido de 39.300 a 2.300.

"Estamos luchando por el futuro de las familias de clase media", observó por su parte la representante Rosa DeLauro de Connecticut. "Esos acuerdos comerciales facilitan que las empresas envíen puestos de trabajo al extranjero." En los últimos veinte años, Connecticut ha perdido más de 90.000 empleos de manufactura, precisó, debido a acuerdos comerciales que no protegen los intereses de los trabajadores estadounidenses.

Error oficial.

A su vez, Sanders les dijo a los medios congregados para la ocasión que si bien le gustó el discurso del presidente, "él se equivoca en un tema muy importante, que es la Alianza Transpacífico". Y agregó: "No creo que tenga ningún caso continuar con una serie de malas políticas, de políticas que ya han fracasado."

La Alianza Transpacífico es el acuerdo comercial que se está negociando entre doce países, entre ellos Japón, Canadá, Vietnam, México, Australia y Perú. Los países que participan en estas negociaciones representan casi 40 por ciento del producto interno bruto global. Es un proyecto tan complejo como ambicioso.

Empero, aunque la directiva republicana ya se comprometió a colaborar con Obama en esta alianza (así como en otro acuerdo que se está negociando con la Unión Europea), los demócratas han expresado su oposición.

En el corto plazo, no quieren darle al presidente la llamada autoridad de vía rápida, que le permitiría al gobierno negociar el acuerdo para después presentarle el Congreso el acuerdo negociado solo para que lo apruebe o lo rechace, sin posibilidad de modificarlo. (Desde el año 1974 se han usado procedimientos de vía rápida para negociar 14 acuerdos comerciales.)

Se necesitaría tener corazón de piedra para no simpatizar con las inquietudes de los demócratas. En los últimos veinte años se han desvanecido numerosos empleos de manufactura en Estados Unidos, causando un enorme daño a los trabajadores. El TNLC ha estado en vigor durante todo ese tiempo. Relacionar la pérdida de empleos con la existencia del mencionado tratado es el salto que han dado los demócratas, así como los progresistas en general.

¿Culpable?

Sin embargo, la pregunta que realmente debemos plantear es si esa relación está justificada. "Soy escéptico respecto de los juicios definitivos sobre el TNLC", asegura Edward Allen, miembro de número del Consejo de Relaciones Exteriores. "Empezamos a mandar al extranjero el ensamblado de los televisores desde los años sesenta", muchos años antes de la puesta en funcionamiento del TNLC. Mientras tanto, en México sí se han construido muchas plantas de ensamblado desde que entró en vigor el Tratado.

Pero China, a donde han emigrado millones de empleos de manufactura —y con quien tenemos un enorme déficit comercial— ni siquiera tiene un tratado comercial con Estados Unidos.

Edward Gresser, director ejecutivo de Economía Progresista, un centro de estudios de inclinaciones de izquierda, observó otros factores que han ocurrido al mismo tiempo que el citado tratado comercial: el auge de los barcos contenedores, la reducción del costo de las comunicaciones, el auge de las industrias globales.

Con o sin acuerdos comerciales, la globalización es una fuerza imparable. Lo que el Tratado del Atlántico Norte es realmente, dijo Gresser, es ser un delegado de la globalización.

Un error que cometieron los negociadores del TNLC hace más de veinte años fue sacar la protección de los derechos de los trabajadores y del ambiente y ponerla en una carta lateral. Así, nunca se aplicaron efectivamente.

Quienes negocian ahora la Alianza Transpacífico esperan rectificar ese error esta vez. También tienen la intención de abrir los mercados automotores y agrícolas de Japón a los productores estadounidenses, así como establecer medidas de protección de una Internet libre y abierta. En otras palabras, tienen más potencial de beneficiar que de perjudicar.

Locos acuerdos.

Lousie Slaughter no disimula su irritación. "Esos locos acuerdos comerciales", los llamó en un momento dado. Y agregó que "Rochester ha sufrido mucho".

Habló de la pérdida de empleos en Kodak. "Creo que el TNLC acabó con Kodak", aseguró aunque, por supuesto, no fue así. Los problemas de Kodak surgieron cuando la fotografía digital volvió obsoleta la película y la empresa no cambió de rumbo a tiempo. Pero Slaughter culpa al TNLC de las heridas que Kodak se causó a sí misma.

Pero después aligeró el tono y habló de las nuevas compañías —55 en total, precisó— que se han instalado en los edificios que durante décadas ocupó la antigua compañía. Algunas de esas nuevas empresas están manejadas por ingenieros que salieron también de allí.

Y así es, por supuesto, como se supone que debe de funcionar la globalización.

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Un edificio que representa un pasado glorioso. Foto: Archivo El País

GlobalizaciónTHE NEW YORK TIMES

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