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Cómo captar capital de riesgo para la innovación

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Marcel Mordezki – ingeniero industrial, docente y consultor privado en gestión tecnológica

ENTREVISTA

Sería oportuno incluir en el presupuesto quinquenal un estímulo a las empresas que creen fondos de capital corporativo para invertir en startups.

Uruguay está en condiciones de impulsar la innovación con una fuerte inversión del sector privado, a pesar de las restricciones que sufre el sector público, afirma el ingeniero industrial Marcel Mordezki, docente y consultor privado en gestión tecnológica (1). Mordezki hizo público recientemente un diagnóstico y propuesta de soluciones en materia de innovación y emprendimiento a 10 años en Uruguay, donde afirma que en la medida que se otorguen los estímulos necesarios y se fomente la captación del capital privado, podría suplirse con creces las restricciones de dineros públicos para la inversión en innovación y desarrollo. El especialista propone la creación de un esquema de “fondo de fondos” público-privados, normativas legales que permitan alojar y mentorear startups dentro de grandes empresas, así como la reglamentación de un decreto que permite a las empresas obtener un crédito fiscal con sus proyectos de innovación. A continuación, un resumen de la entrevista.

—A la luz del debate público instalado en los últimos días por el cierre temporal de la ventanilla de la ANII y otros recortes presupuestales vinculados con la innovación y el desarrollo, es momento de pensar en un cambio de estrategias que potencien realmente la inversión en I+D+I?

—Lo primero que es necesario decir es que lo que hizo la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) en los primeros diez años es correcto (2); lo que debe hacer un país que no tiene un ecosistema emprendedor, que debe arrancar con apoyo estatal para construir capacidades e impulsar la innovación. No hay otra manera de hacerlo y hay mucha evidencia internacional que lo corrobora.

—Por tanto, no fue una lectura equivocada de la realidad…

—Claro que no. Además, no se podría pasar a una segunda etapa si no se hubiera hecho esa primera. Es necesario un ecosistema desarrollado, un flujo permanente de nuevas ideas y emprendimientos, para ser acelerados y transformados en emprendimientos de alto impacto. En un ecosistema sin esas características no hubiera sido posible pensar en una etapa posterior.

—Ahora, ¿la estructura de promoción para la innovación debe ser repensada?

—El sistema de estímulo uruguayo está basado en vouchers de innovación. Es lo que hacen muchos países cuando intentan dinamizar un ecosistema emprendedor. Es un apoyo del sector público a emprendedor o innovador privado, que lo que permite es reducir el riesgo o el compromiso de dinero de un proyecto emprendedor o de innovación. Es el mejor modelo en etapas tempranas.
Pero pensemos que estamos enfrentando tiempos donde la restricción presupuestal va a ser muy importante y el modelo de vouchers requiere de un apoyo muy sustantivo. Por tanto, no es que haya que abandonar el respaldo público, pero sí apalancarlo en dinero privado, porque es evidente que, si lo que estábamos haciendo hasta ahora pretendemos hacerlo con menos dinero, se vuelve irrelevante. El modelo de vouchers no funciona bajo restricciones presupuestarias.

—Por tanto, entiende que se debe ir hacia un modelo nuevo…

—Exacto. Y ese modelo nuevo tiene un conjunto de riesgos. No creo que salga todo perfecto cuando pasemos a un sistema más parecido a Silicon Valley, un modelo con mayor participación privada. No sé si el ecosistema uruguayo está pronto, maduro; probablemente, hubiera sido bueno tener cinco u ocho años más el sistema de vouchers para continuar fortaleciendo el ecosistema y generando más tracción.
Hace cinco o siete años, en promedio se generaban por año veinte emprendimientos en condiciones de ser invertidos. En los últimos años ese número trepó a cincuenta. Eso da una medida del crecimiento que está teniendo el ecosistema…

—Entonces, con ese crecimiento de emprendimientos, ¿hubiera sido importante contar con recursos para seguir un tiempo más con el actual sistema?

—Pueden que sí, pero también que no. Por un lado, podemos pensar en que sigue siendo necesario continuar reforzándolo, pero por otro lado comienzan a evidenciarse falencias en este modelo. Faltan apoyos en franjas en proyectos de 500 mil dólares, un millón o dos millones de dólares. Un acompañamiento en el crecimiento de las empresas que es típicamente en base a dinero privado. Y cuando no se estimula la participación privada, nos quedamos en pequeños emprendimientos que no generan la tracción necesaria, o sea el ritmo de crecimiento de nuevos usuarios y clientes.
Lo ideal, a mi juicio, sería hacer las dos cosas; mantener el sistema de vouchers de respaldo público y dar herramientas para mayor participación privada. Pero dadas las restricciones, es necesario apuntar a un modelo de apalancamiento privado.

—¿Cómo debería ser ese modelo de apalancamiento privado?

—Hasta ahora estimulamos los emprendimientos, típicamente a través de vouchers: a reducción de riesgos, donde el emprendedor gasta cien y le pasa sus gastos a la ANII, que le devuelve cincuenta. O un sistema a fondo perdido, donde se presenta el proyecto y la ANII le facilita los fondos, contra un conjunto de hitos a cumplir. Ese es el modelo de estimular emprendimientos. Ahora, deberíamos pasar a dar ese dinero a capitalistas de riesgo. Que sean esos capitalistas que hagan una palanca entre dinero público y dinero privado y seleccionen a los emprendimientos, de manera de acelerarlos hacia mayores volúmenes internacionales. Eso tiene, además de las ventajas de dotar de mayor tamaño, de reducir el aporte del Estado y estimular la industria del capital de riesgo, el valor de que la selección la hacen los privados, lo que mejora esos criterios de selección.

—¿Cómo funcionaría un esquema así?

—Por ejemplo: un fondo de capital de riesgo privado que se junta con una aceleradora y hacen un plan de negocios, comunicándole al Estado que se enfocarán, por caso, en emprendimientos en biotecnología que estén en determinada etapa de desarrollo, seleccionando determinado número de proyectos, y a cada uno se le otorgará una cierta suma convenida. Por tanto, el Estado entenderá que se trata de una industria de alto riesgo, con alto capital, por tanto el Estado participa en una relación de dos a uno. O sea, por ejemplo, para un capital de 12 millones de dólares, 8 serían del Estado y 4 de los privados. Para que se tenga una idea, proyectos de biotecnología en etapa temprana de desarrollo, en un país de referencia como Israel, se arman en una relación de 6 a 1, ya que son proyectos que demandan más capital y demoran más tiempo en visualizarse.
Generalmente se arma de la siguiente manera: el Estado anuncia los fondos que está dispuesto a volcar en una estructura así y se convoca a una suerte de licitación, donde las aceleradoras acuerdan con los fondos de capital y concursan por ese apalancamiento. Y eso se plantea para distintos rubros: autos autónomos, fintech, robótica, tecnología de la información, etc., pensando en un esquema de mayor desarrollo que el que podemos tener en Uruguay. Eso es lo que denominados, “fondo de fondos”.

—¿Ese rol privado lo podrían cumplir las que hasta ahora son denominadas instituciones patrocinadoras (IPE)?

—Un buen modelo es el que existe en Israel. Un venture capital que es el que aporta el dinero, con una aceleradora local —que puede ser una IPE con una buena red de mentoreo— y con una institución financiera local. La cuestión es que las tres instituciones deben poner parte del capital y las IPE no lo tienen, por tanto les quedaría reservado un rol de servicios.

—¿Uruguay está en condiciones de captar ese capital de riesgo necesario?

—Hay mucho dinero disponible en el mundo y tasas de interés muy bajas. La clave es presentar una propuesta que pueda ser vista como suficientemente estable desde el punto de vista institucional y legal para que se genere el interés de los fondos. Siempre han venido fondos en Uruguay, donde hoy hay radicados fondos de San Pablo, también fondos argentinos, norteamericanos y europeos. No se están dedicando a este tipo de inversiones, pero si se presenta la oportunidad pueden destinar parte de su capital a este tipo de proyectos. Debe haber un sistema que los capte. Mientras no existan los instrumentos, muy probablemente nadie haga nada.
Pero el “fondo de fondos” no es el único mecanismo…

—¿Qué otros instrumentos hay?

—Yo le doy mucha importancia a lo que denominamos corporate venture funds. Concretamente, y en conceptos que manejaba Alvaro Lamé (3), es la capacidad de “embarazar” empresas grandes, con varias empresas chiquitas, de manera que las empresas más grandes apoyen, desarrollen, gestionen y mentoreen a esas startups hasta que se desarrollen.Este modelo funciona extraordinariamente bien en Londres, por ejemplo, donde existen las leyes que permiten apoyar con capital de riesgo a las empresas innovadores y obtener beneficios por ello. Pero además, esas empresas pequeñas que se desarrollan generan soluciones a demandas de negocios de las empresas grandes. Y si a la startups le va bien, paga todo. Si le va mal, lo que se invirtió en la startups lo puede deducir de impuestos, gastos, etc.

—Un modelo así, por tanto, necesita de modificaciones legales en nuestro país…

—Lo que necesita es poder estimular fiscalmente a las empresas. Una modificación legal que sería estupendo que se pudiera integrar en el Presupuesto Quinquenal en esta instancia, donde se otorgara el estímulo para que las empresas creen fondos de capital corporativo para invertir en startups.
Y también deberíamos poner en marcha un mecanismo de crédito fiscal que permita a las empresas que innoven poder deducir de su carga impositiva parte de los recursos que destinen a ello. Hay un decreto en Uruguay que precisamente va en ese sentido (407/019), pero al que aún le resta su reglamentación.
Hay oportunidades de hacer estas cosas en el país, pensando incluso en generar la dinámica para apuntar en capitales de la región. Transformarnos en un centro operativo de financiamiento de emprendimientos innovadores de alto potencial y crecimiento, creando las condiciones que otros países de América Latina no tienen y nosotros sí. Nuestro benchmark es Israel, Irlanda o Nueva Zelanda.

—¿Dónde queda el rol del Estado en este esquema?

—No se trata de quitar al Estado de en medio, debe seguir participando; pero miremos esto en perspectiva: cualquier fondo que se radique e interese, tiene una capacidad que supera muchas veces la de ANII. A veces ponemos el foco en que el Estado en Uruguay es muy grande e importante, pero el capital privado disponible en el mundo es enorme, ni mejor ni peor, enorme, y puede estar a disposición de proyectos que valgan la pena en nuestro país.

(1) Marcel Mordezki, Ingeniero Industrial (UdelaR) con un MBA Universidad San Andrés (Arg.) y estudios de doctorado en la Universidad Politécnica de Madrid. Catedrático en Innovación y Gestión Tecnológica en Universidad ORT. Profesor visitante. Consultor en la industria tecnológica (Mordezki y asoc.) manegement of technology.
(2) ANII fue fundada en 2006.
(3) Alvaro Lamé- empresario tecnológico, ex presidente de CUTI, fallecido en 2017.

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