Publicidad

Es bueno ver más mujeres en política

Compartir esta noticia

Hillary Clinton podría convertirse en noviembre en la primer presidente mujer de la historia de Estados Unidos. Cuarenta y cuatro presidencias desde la independencia, ni una sola mujer.

No comparto todas sus propuestas políticas, pero creo que su victoria será importante para contribuir a reducir la idea generalizada de que las mujeres no tienen lo que se necesita para gobernar un país . Idea que también se extiende a otros ámbitos como los negocios y la ciencia, perpetuando la brecha económica entre hombres y mujeres.

Sesgos implícitos.

¿Se imaginan los hombres haber nacido y crecido en un mundo donde la mayoría de los políticos, tanto nacionales como locales, hubieran sido mujeres? ¿Se imaginan las mujeres haber nacido y crecido en un mundo donde la mayoría de los políticos, tanto nacionales como locales, hubieran sido mujeres?

Cuando comento lo histórico que sería el hecho de una primer presidente mujer, y los años que habría llevado lograr esto, me enfrento constantemente a las mismas dos reacciones: 1) "lo que pasa es que las mujeres están menos capacitadas para gobernar un país" y/o 2) "el problema es que a las mujeres les interesa menos la política". Comentarios tanto de parte de hombres como mujeres, de todo color político.

El hecho de que las mujeres se crían en un mundo donde —en términos promedio— no ven otras mujeres en posiciones de poder, afecta sus expectativas, y eventualmente sus decisiones. Si un niño dice que quiere ser el próximo presidente de Uruguay y sus padres le dicen que será difícil, podrá citar 60 ejemplos de otros hombres que lo lograron. Para una niña el retruco será diferente.

Mahzarin Banaji, psicóloga de la Universidad de Harvard, ha dedicado gran parte de su carrera a estudiar los "sesgos implícitos", sesgos que tenemos y manifestamos de manera inconsciente. Un ejemplo clásico es la asociación de la mujer con la familia o la debilidad, y el hombre con lo profesional y la fortaleza. Banaji explica que en política existen dos tipos de sesgos: "de gusto" y "estadístico". El sesgo de gusto es aquel donde las personas preferirían tener a hombres y no a mujeres como líderes políticos. El sesgo estadístico es aquel donde, incluso cuando les daría lo mismo, creen que las mujeres son menos capaces.

La exposición.

En un experimento llevado a cabo por Esther Dufló, Rohini Pande, y otros , los autores hicieron que candidatos para gobernaciones de pueblos indios grabaran un discurso idéntico. Cuando hicieron escuchar la grabación entre el electorado, tanto hombres como mujeres declararon que las grabaciones femeninas eran peores.

En 1993 India implementó un sistema de cuotas aleatorio donde, en cada elección un tercio de los puestos para las gobernaciones de los diferentes pueblos es reservado para mujeres (una cuota). Haciendo uso de este caso, los economistas mencionados arriba estudiaron cómo la exposición a más mujeres —resultado de las cuotas políticas— afecta las opiniones respecto a los líderes femeninos.

Los autores ven que en los pueblos donde la cuota femenina nunca fue requerida los habitantes: 1) prefieren líderes masculinos que femeninos (sesgo de gusto) y 2) tienen la idea de que una potencial candidata mujer es menos eficaz que su homólogo masculino (sesgo estadístico), incluso cuando se aclara que su desempeño es idéntico. Si bien el estudio concluye que la exposición a más mujeres no reduce la preferencia general por políticos hombres, los autores sí encontraron que una mayor exposición a gobernadoras mujeres mejoró la percepción de las mujeres en política y eliminó el sesgo negativo que los hombres tenían sobre la capacidad de las mujeres. Además, más mujeres se presentaron y ganaron puestos fuera de la cuota en los pueblos donde había habido uno cuota en las dos últimas elecciones.

El estudio anterior es uno de muchos que muestra que la exposición importa. Ver a mujeres en posiciones de liderazgo mejora la forma en que pensamos sobre las capacidades e intereses de las mujeres.

Dos políticas.

Para intentar resolver el problema de la brecha de género, se pueden aplicar dos tipos de políticas: políticas sociales que eventualmente equiparen a la mujer y al hombre, o políticas específicas de empoderamiento femenino. Si bien existe una relación bidireccional entre ambas políticas (dado que empoderar a mujeres genera más desarrollo y a su vez más desarrollo genera más empoderamiento femenino), si las políticas sociales fueran suficientes para igualar a hombres y mujeres (para que tengan de hecho las mismas oportunidades), entonces no habría necesidad de hacer políticas "pro mujer".

Sin embargo, aunque hay evidencia de que las políticas sociales contribuyen a reducir la brecha de género, no parece ser suficiente.

Las mujeres han logrado importantes logros en los últimos años, pero las cifras muestran que todavía queda mucho camino por recorrer. En 1997 las mujeres conformaban el 9% de los cargos parlamentarios, hoy esa cifra es un 22%. Además, los países con mayores proporciones son aquellos que tienen cuotas de género. En Uruguay en 2015, 29 mujeres ejercieron como legisladoras titulares (20% del total).

Por eso la victoria de Hillary importa, porque servirá para ir cambiando no sólo la forma en que percibimos a las mujeres en política, sino también las decisiones que tomarán las mujeres en el futuro.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Hillary Clinton habla en un discurso de acto de campaña en Tampa. Foto: Reuters

LUCILA ARBOLEYA

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad