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¿Bancarizar mediante empujones?

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Recientemente el Presidente del Banco Central (BCRA), Federico Sturzenegger, se comprometió a avanzar hacia una mayor bancarización y reveló estar manejando al respecto una agenda de "implementación gradual", que comenzó con la puesta en práctica de las cajas de ahorro gratuitas, pero será tan "ambiciosa" que abrevará en la experiencia sueca.

La definición sorprendió en una economía con casi un tercio de sus operaciones en negro, pero deja bien en claro su nivel de objetivos: Suecia es el país con menor nivel de uso de efectivo del mundo. Comentó al auditorio que mantiene contacto fluido con Stefan Ingves, su par del Riksbank (Banco Central de Suecia). "Hoy estamos recibiendo su asesoramiento personal", dijo. La mención constituye toda una definición: Suecia ya es caso de estudio en el mundo como el país que ha desterrado el uso del efectivo. Actualmente, los billetes y las monedas representan apenas un 2% del circulante total en esa economía, donde menos del 20% de las transacciones se cancelan con efectivo, frente a un promedio del 75% en el resto del mundo, según la agencia Euromonitor.

Inclusión.

El bajo nivel de acceso y uso y las altas barreras explican el escaso nivel de inclusión financiera en Argentina. En el primer caso, se perdieron 57 entidades del sistema desde los años 90, en tanto la banca móvil aún tiene poca penetración por la falta de acceso a la banda ancha. Entre los usos, sólo el 33,1% de la población tiene una cuenta bancaria. Y son la falta de ingresos, edad, confianza y documentación las mayores trabas para bancarizarse, según indica un informe del banco BBVA.

El sistema se transformó en los últimos casi 20 años, ya que de las 139 entidades financieras que existían en 1997 (19 bancos públicos, 95 privados, 17 compañías financieras y 8 cajas de crédito), hoy sobreviven 82 (12 públicos, 54 privados, 15 financieras y una caja). "Los bancos de primera línea absorbieron entidades más pequeñas, y de esta manera, lograron expandir su negocio y generaron una tendencia hacia la concentración", dice el informe. Sin embargo, el país está segundo entre los latinoamericanos por número de bancos comerciales.

En base a un trabajo del Banco Mundial de 2012, el BBVA indica que el 33,1% de la población adulta tiene una cuenta bancaria. Sólo el 18,9% de los individuos en el quintil más pobre está bancarizado y asciende al 55,5% en el más rico.

Entre quienes tienen cuenta, 84,4% la utiliza para transacciones personales; 2,9%, para negocios, y 9,8%, para ambos fines. En tanto, el 29,8% de la población adulta tiene tarjeta de débito y el 21,9%, de crédito.

Entre los movimientos, el 60% hace uno o dos depósitos al mes; menos del 10%, más de dos depósitos, y el 25% ninguno (el 20% de los depósitos es por cajero y el 62,3% no es en efectivo). En tanto, el 60% hace uno o dos retiros al mes y el 20%, tres a cinco (el 80% se realiza por ATM). Para pagar, 2,7% lo hizo con cheque en los últimos 12 meses, se estima por el impuesto al cheque, y sólo el 17,1%, en forma electrónica.

Obligación.

En épocas kirchneristas Federico Sturzenegger fue más allá de querer obligar a la gente a tener una cuenta bancaria y dijo sería más revolucionario aun: eliminaría el billete de $ 100 sin reemplazarlo por ninguno de mayor denominación. "Idealmente, me gustaría que sólo quedaran las monedas", dijo.

Si obligamos a la gente a no usar efectivo eliminando los billetes de alta denominación, entonces aumentamos el costo de llevar adelante transacciones de mucho valor y reducimos la cantidad que se llevan a cabo. Federico Sturzenegger argumenta que el impacto sobre las transacciones del sector formal es nulo ya que existe un sustituto perfecto para el efectivo que es el dinero bancario. Por lo tanto la eliminación del efectivo no aumenta el costo de las transacciones en el sector formal y estas permanecen inalteradas o incluso aumentan como discutiremos a continuación.

Sturzenegger supone además que, para las transacciones en el sector informal, el dinero en efectivo y el dinero bancario no son buenos sustitutos. Esto implica que la eliminación del efectivo aumenta mucho el costo de las transacciones en el sector informal, reduciendo la cantidad de las mismas e induciendo a muchos participantes del sector informal a pasarse al sector formal.

Además, en un país donde los bancos son usados por el Estado para cobrar impuestos y pueden saber los gastos que hacemos a través de los organismos de control o de espías como los Servicios de Inteligencia que cuando gobernaba el kirchnerismo espiaban los movimientos de opositores y de ciudadanos comunes (sufrí personalmente a los espías del gobierno kirchnerista), a nadie le da tranquilidad en Argentina no poder desenvolverse con efectivo.

Adicionalmente, existiendo en Argentina un impuesto que grava cada operación de débito y crédito bancario, la desaparición del dinero en efectivo y su reemplazo por cuentas bancarias significaría para el Estado "cazar/recaudar en el zoológico". Aumentar la recaudación es el principal tick o reflejo de todos los políticos argentinos. En particular, Sturzenegger tiene el diagnóstico de que hay que bajar la inflación pero sin bajar el gasto público, o sea, endeudando externamente al país (el endeudamiento interno sería recesivo) o, en el peor de los casos, recaudar más. La desaparición del dinero en efectivo, también cumpliría un objetivo recaudatorio.

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Federico Sturzenegger y Mauricio Macri. Foto: Wikimedia

JOSÉ LUIS ESPERT

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