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El balance de un quinquenio

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El repaso de esta columna publicada coincidentemente con el cambio de gobierno en marzo del 2010 (1), muestra que grandes temas internacionales y desafíos de índole doméstico siguen latentes.

Para comenzar, Europa continúa en crisis, siendo los episodios de Grecia la misma constante vista un quinquenio atrás. Con ello se confirma lo que decíamos en aquel momento: la crisis griega no se podía resolver por los caminos convencionales de una reestructura de su endeudamiento acompañado de consolidación fiscal.

Ambos instrumentos fueron aplicados sin los resultados esperados, derribando gobiernos y dejando a la sociedad griega peor que al comienzo de la crisis. Se pagaron los costos pero sin resultados, pues no se pudo resolver el problema de origen. Integrar la Unión Europea implica aceptar reglas que no son verosímiles para un país del grado de desarrollo de Grecia. Competir en plano de igualdad con sus pares europeos con un tipo de cambio común aparecerá en los anales de su historia como uno de sus grandes errores políticos. Quedarse o irse dependerá de decisiones políticas propias y de sus socios europeos, más que de aplicar racionalidad económica para liquidar el problema de cuajo.

Es decir, hacer un paréntesis en su pertenencia a la Unión Europea para facilitar el tránsito hacia las reformas necesarias. Los efectos de este episodio parecen cauterizados en su foco sin consonancias globales aparentes. De todos modos es un foco de inestabilidad que requiere atención, que pone en tela de juicio la permanencia de la Unidad Europea tal como es hoy en día, y que advierte que las decisiones políticas equivocadas en materia de integración económica y monetaria tienen costos socio económicos inexorables.

Brics.

Respecto a América Latina, el haber navegado con éxito los avatares de la crisis en el 2009 infundió cierto optimismo respecto a que su devenir económico respondía a méritos propios. Se estaba en el apogeo de la idea que grandes países en desarrollo (Brics), entre ellos Brasil, serían la nueva locomotora que ayudaría a arrastrar el crecimiento mundial.

En realidad, la idea imperante de que Latinoamérica se había desacoplado de los vaivenes del ciclo económico mundial, era una utopía Una vez que la economía China comienza a enlentecerse arranca el decaimiento del precio de las materias primas y con ello el debilitamiento de la mayoría de las economías latinoamericanas y de los países Brics.

Brasil hoy presenta crecimiento económico negativo, y con una larga agenda pendiente de reformas estructurales que lo arranque de su condición de economía exportadora de materias primas y le posibilite montar un sector industrial moderno y competitivo acorde con el potencial y tamaño de su economía. Algo similar ocurre con Rusia, India y Sudáfrica: siguen siendo economías que están lejos de repetir la peripecia de países como Corea, que se convirtieron en potencias en un lapso relativamente breve a fuerza de reformas estructurales.

Paradigma.

A su vez, la mirada entre aquel entonces y la actualidad muestra un cambio de paradigma en las políticas monetarias de los países desarrollados, propulsándoles a niveles de expansión impensados que aun continúan, cuyo resultado son tasas de interés nominal prácticamente nulas.

Sus efectos han sido la distorsión al alza del precio de las materias primas al ser usadas como protección ante las expectativas de inflación, la sobrevaluación de las monedas de las economías en desarrollo y el fortalecimiento de la cotización de la deuda soberana y corporativa por encima de lo que sugieren sus fundamentos. Viendo la realidad europea y de Japón, todo hace indicar que esto continuará pero abriendo un signo de interrogación al respecto.

Estados Unidos figura como un caso aparte, al ser hoy la única economía desarrollada que ha retomado el crecimiento, junto a un proceso robusto de consolidación fiscal y saneamiento de su sector financiero. Pero aun creciendo, su potencia no podrá revertir la debilidad que presenta la mayoría del resto del mundo. Como hecho nuevo, ante el fracaso de las negociaciones comerciales multilaterales, se vienen consolidando acuerdos de liberación comercial abarcando grandes cuencas oceánicas, liderados por Estados Unidos. Primero con lo países de la cuenca del pacifico, excluida China, seguido de uno de corte similar con la Unión Europea. Lo que es una realidad inminente de consecuencias globales, son todavía proyectos o conversaciones iniciales para el Mercosur.

La región.

Un hecho diferencial notable, es el deterioro que muestran actualmente Argentina y Brasil. Ambos proyectan tasas de crecimiento negativas para el año en curso en un contexto político interno complejo.

Son difíciles los pronósticos, salvo decir que ambos tienen que recuperar competitividad externa para lo cual deben retomar sus equilibrios macroeconómicos, promocionar la inversión e introducir reformas estructurales para mejorar la productividad global. En otras palabras, estamos en presencia cercana de un foco de volatilidad latente inexistente un quinquenio atrás. Este será el entorno externo que encuadrará la futura gestión de gobierno, lo cual sin duda es menos benévolo al que lo toco vivir a la actual administración.

Local.

En el plano doméstico, en aquel entonces señalábamos como temas prioritarios la consolidación fiscal ante los desvíos provocados por la necesidad de atemperar los efectos de la profundización de la crisis externa en el 2009. A eso se agregaba el fortalecimiento de la inversión pública ante los signos de saturación en el uso y las carencias de la infraestructura, ante un escenario donde no existían espacios fiscales disponibles para financiarla. Ante ello se proponía la utilización de la participación privada como complemento de la inversión pública.

Al finalizar esta gestión, ambos temas siguen en el debe. Transcurrido un quinquenio, las cuentas fiscales lucen el mayor deterioro de la última década, debiéndonos remontar a la crisis de principio de siglo para encontrar guarismos similares. Como han demostrado otros columnistas en este medio, la inversión no ha sido responsable de los desvíos.

Tanto la inversión del Gobierno Central como de las empresas públicas están por debajo de los promedios históricos de los últimos años, salvo algún caso puntual en alguna empresa. La causa de los desvíos es el aumento de los gastos corrientes respecto al resto de los rubros.

Aunque corresponde reconocer que hubo aumentos necesarios en partidas referidas a la educación, salud y combate de la pobreza, también corresponde señalar que hay exceso de gasto respecto a la disponibilidad de recursos genuinos. Nadie puede afirmar que birlar esa regla sea sostenible en el mediano plazo por el sencillo argumento que eso implica aumentar el endeudamiento y por ende, aumentar vulnerabilidades.

La madre de cualquier gestión exitosa de gobierno es la consistencia macroeconómica en todas sus aristas. Las señales emitidas por las autoridades futuras de gobierno apuntan a respetar ese postulado en lo que serán tiempos de menor exuberancia fiscal. Sin duda es un hecho bienvenido.

De ahora en más, muchas promesas electorales deberán darle el paso al mundo inexorable de lo que es posible. Evitar el desperdicio y determinar estrictamente los límites de la expansión del gasto público son claves. En ese ámbito, el control de las inversiones de las empresas públicas ya anunciado, tanto en su pertinencia como monto serán esenciales.

Existe presunción fundada de que algunas de sus inversiones por montos abultados tienen un retorno social bajo o dilatado en el tiempo cuando al mismo tiempo existen otras urgencias desatendidas. Y una vez más, hacer el intento de viabilizar la participación privada como complemento del sector público en la puesta a punto de la infraestructura básica del país en sus distintos modos. Por el bien de todos esperamos que ambos temas no continúen como asignaturas pendientes.

(1) Consolidación fiscal, inversión y crecimiento, Economía & Mercado, 1/3/2010

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Esta vez será Mujica quien entregue la banda a Vázquez. Foto: Archivo El País

carlos steneri

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