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La baja en la inflación mejora el salario real

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Foto: archivo El País

Los ajustes por convenio están pautados en el orden del 10% y el IPC crece tan solo 5% anual.

El salario real tomó impulso en el 2017, en un contexto en el que los aumentos por convenios salariales son muy superiores a la inflación observada. Esta realidad marca un punto de atención en cuanto a la consistencia de la política de ingresos y la política monetaria. El desvío que comienza a manifestarse no es menor, porque los ajustes de salarios nominales van a estar muy cerca del 10% y la inflación del 5%. La consecuencia de este desfasaje, al igual que la suba de los salarios en dólares, afecta a sectores y empresas en diferente forma, pero al final seguramente termine con menor cantidad de puestos de trabajo y mayor tensión social.

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Cuando se mira con perspectiva el poder adquisitivo del salario promedio de la economía, se distinguen tres períodos bien marcados. Tal como se ilustra en el gráfico superior del cuadro adjunto, desde junio del 2012 a junio del 2015 los promedios anuales crecen a un ritmo del 3,2% por año, acumulando 10% en tres años. Luego hay un período donde la ganancia de poder adquisitivo del salario se enlentece a un ritmo del 1,1% anual. El enlentecimiento duró un año y medio, porque al comienzo del 2017 se retoma el impulso cercano al 3% anual.

Hay un sustento real y otro político para que el salario real retome el ritmo de crecimiento anterior. Del lado real, el nivel de actividad comenzó a mostrar señales de mayor dinamismo sobre el tramo final del año pasado y se ratificó en la primera mitad del 2017. Del lado político, los convenios salariales que entraron en vigencia fueron elaborados con una pauta que partía de la base de que la inflación era mayor y la política monetaria modificó su comportamiento histórico.

Las pautas del gobierno para la sexta ronda de consejos de salarios fijaron aumentos para este año y el que viene en el eje del 7,5% y 7,0%. A ese aumento se debía agregar un 3,5% adicional para los salarios más bajos. Un tema relevante en el contexto de negociación de los convenios fue la evolución de la inflación que en la historia de los últimos diez años había registrado un patrón de comportamiento que se resume en que el gobierno anuncia 5% anual con máximo 7% pero luego la inflación oscila entre 7% y 9% con un promedio del período del 8%. En particular el año previo a que se concretara la mayor parte de los convenios el IPC aceleró su ritmo de crecimiento anual por encima del 10%.

De esta forma los convenios aceptaron aumentos salariales nominales en un rango del 8,5% al 9,0% para 2017 y un punto porcentual más abajo para el 2018. Cuando la inflación baja en forma abrupta al 5% anual en lugar de oscilar entre el 7% y el 9% acostumbrado, se produce un incremento en el salario real. El tema es si la estructura de costos de las empresas va a permitir que este aumento se sostenga en la cantidad de puestos de trabajo. Para eso es necesario que los aumentos de costos salariales se puedan trasladar a precios, pero con la política monetaria actual esto se verá acotado a algunos sectores con buenas condiciones de demanda. Los restantes enfrentarán problemas en el camino.

Un claro ejemplo del problema mencionado es la dispersión de variaciones de los precios de los artículos que componen el IPC. Sobre la base de una variación promedio hay un 10% que no llega a subir y por el contrario registra una baja en períodos cortos como un año o dos. En el otro extremo un 5% registra variaciones que más que duplican la tasa del promedio.

Alguna diferencia en los aumentos de salarios promedios ocurre por sectores de actividad. En los dos gráficos de la zona central del cuadro se ilustran los principales sectores de la actividad privada. En el de la izquierda están la industria, la construcción, el comercio y el agregado de transporte y comunicaciones. En estos cuatro casos hay una tendencia ascendente que acompaña el periodo de reducción del ritmo inflacionario. A mediados del 2017 se encuentran en el entorno del 2% real para el promedio del doce meses pero con el segundo trimestre ya a un ritmo superior al 4% anual.

En el gráfico de la derecha están los sectores financiero, servicios (a empresas, inmobiliarias, de alquiler), educación y salud. Los dos primeros muestran una mayor estabilidad a lo largo del período ilustrado y cierran a junio del 2017 en el 2% el primero y en el 3% el segundo. Para el caso de educación (último dato 4%) y salud (último dato 2,5%) se observan unas variaciones reales muy deprimidas al comienzo del 2016 con una aceleración en el medio.

El formato de las gráficas tiene un punto de coincidencia en los últimos tres meses. Todos los sectores registran mejoras en términos reales y eso se debe al descenso en la tasa de inflación. Considerando que los aumentos están siendo nominales cada seis meses aproximadamente, toda la evolución real dependerá del comportamiento de los precios. Si la inflación se sostiene en 5% habrá una convergencia hacia 4% real en todos los sectores de actividad.

Los salarios públicos registran una variación inferior a los de los sectores privados pero siempre por encima de la evolución del IPC. El crecimiento real del promedio de los doce meses terminados en junio del 2017 contra el nivel observado un año atrás fue del 2,3%. Sin embargo, al interior del sector público hay diferentes comportamientos: el gobierno central registra aumentos del 3,6%, las empresas públicas una caída del -0,4% y los gobiernos departamentales aumentaron 1,9%.

El salario mínimo nacional también es una variable que importa considerar porque viene registrando subas reales y tiene pautado para el año en curso y el que viene nuevos aumentos por encima de la inflación proyectada. Como toda intervención de política, los primeros aumentos no generan distorsiones pero en la medida que se sigue forzando una situación de mercado con decisiones arbitrarias del gobierno se llega en un momento a consolidar una distorsión. En el caso del salario mínimo las mejoras vienen ocurriendo en forma continua desde enero del 2005. Los próximos intentos de aumentarlo van a chocar con la sustitución de la mano de obra no calificada por maquinarias, subiendo el desempleo y generando situaciones de mayor tensión social.

También hay un riesgo fuerte con el desfasaje entre salarios y cotización de la moneda extranjera. El salario medido en dólares ingresó en una nueva fase de expansión. En el gráfico de la zona baja del cuadro se ilustra la evolución en una década del salario en dólares para el sector privado. Es claro que el período de expansión más que duplicó el nivel en dólares. Luego hubo un período de leve ajuste a la baja y finalmente, en lo que va del 2017, se registra una nueva tendencia ascendente. Mes a mes se observa un nuevo record de los salarios en dólares. El problema de competitividad de las exportaciones y la industrias que se quieren mantener agregando valor en Uruguay y sufren con el ingreso más barato de productos elaborados en el exterior.

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Foto: archivo El País

HORACIO BAFICO Y GUSTAVO MICHELIN

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