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Argentina sin margen para copiar las medidas de EE.UU. o la UE

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Foto: Reuters
Juan Ignacio Roncoroni

OPINIÓN

La diferencia está en que hay países que pueden expandir moneda o, dicho de otra manera, cobrar el impuesto inflacionario sin tener gran impacto inflacionario porque ellos tienen moneda.

Si bien la pandemia puede ser enfrentada, en gran medida, con el home office y las nuevas tecnologías que hoy permiten hacer reuniones virtuales, comunicarse por WhatsApp, mail, Skype, celular y otras formas que 30 años atrás no existían, hay sectores que sufrirán en forma plena el impacto recesivo.

Obviamente las primeras en la lista son las compañías aéreas, hotelería y todo lo ligado al turismo. Además, restaurantes, comercios en general, salvo los comercios de barrio que pueden abastecer a los vecinos en las cosas más elementales, como ocurría con los antiguos almacenes de barrio.

Pero hay muchas personas que viven de su ingreso del día a día y, al disminuir el tránsito de gente, se ve afectado su negocio. Por ejemplo un taxista, que ya venía mal de trabajo, ahora estará mucho peor. Muchos taxistas alquilan el auto por día y tienen que enfrentar el costo diario del alquiler y el combustible. Una vez que cubrió esos costos, recién empieza a recaudar para llevar plata a su hogar. Con el menor tránsito de gente y el miedo al contagio, menos trabajo para el taxista

El dueño del maxikiosco que trabaja con la gente que circula por la calle ve disminuido el tránsito de personas y sus ventas.

Nadie que tenga guardado un dólar hoy va a desprenderse para comprar una propiedad o un auto, de manera que esas actividades también se resentirán notablemente.

Otros sectores, como por ejemplo la educación, pueden continuar perfectamente vía las aulas virtuales, algo que no es nuevo. Existen hace más de 20 años.

De todas formas, el nivel de actividad va a disminuir y esto significará menores ingresos fiscales para el Estado. Es más, el sector privado se encontrará con un serio problema para poder pagar impuestos si no tiene ingresos por ventas.

Entre beneficiarios de planes sociales de todo tipo, empleados públicos, jubilados que aportaron y que no aportaron, pensiones no contributivas, etc. tenemos que poco más de 19 millones de personas todos los meses reciben un cheque del Estado. Ese cheque se paga con fondos que provienen de los impuestos que pagan los contribuyentes.

De acuerdo a datos del Ministerio de Trabajo, al mes de diciembre pasado, sumaban 8.5 millones de personas trabajando en blanco. Si restamos a los asalariados en casas particulares cuya contribución impositiva es mínima, quedan 8 millones de personas que trabajan en blanco en el sector privado, incluyendo a los 1,6 millones de monotributistas, aunque muchos de ellos trabajan en el sector público con contrato y facturan como monotributistas, de manera que el número es relativo, tal vez 7 millones trabajando en blanco.

El punto a resaltar es que, si hasta ahora el peso de quienes viven del Estado era insoportable para el sector privado, con la inevitable caída en el nivel de actividad que producirán las medidas tomadas por la pandemia, el costo será inviable.

Sin embargo, el gobierno lanzó una serie de medidas que se distribuyen entre más subsidios sociales (AUH, bono a los jubilados que cobran la mínima, la Asignación Universal por Embarazo, etc.) y medidas económicas que incluyen $ 100.000 millones para obra pública, construcción de viviendas, créditos blandos y más gasto público.

Se estima que el paquete de gastos adicionales sumará $ 700.000 millones, que equivale a expandir la base monetaria un 38%, siendo que la base monetaria ya venía teniendo una expansión del 39% interanual.

Es cierto que varios países como EE.UU. o de la UE, están adoptando medidas como las que adopta el gobierno argentino, pero la diferencia está en que esos países pueden expandir moneda o, dicho de otra manera, cobrar el impuesto inflacionario sin tener gran impacto inflacionario porque ellos tienen moneda. Tanto EE.UU. como la UE están en niveles bajísimos de inflación y la expansión monetaria que hagan para financiar la baja de impuestos y aumento del gasto tendrá un impacto marginal, tal vez llevando la inflación anual del 2% al 4%.

Nuestro caso es totalmente diferente. No tenemos moneda y la gente huye del peso rápidamente. De hecho, estamos en niveles de inflación anual del 50%. No es lo mismo tener una inflación del 2% anual a tener una del 50% anual al momento de hacer política monetaria expansiva por aumento del gasto público.

Argentina no está en condiciones de imitar las medidas expansivas de otros países que sí tienen margen porque no destruyeron 5 signos monetarios, ni tuvieron alta inflación, megainflación e hiperinflación. Al no tener moneda, no queda margen para expandir el gasto público y financiarlo con emisión como están intentando.

En todo caso, en esta oportunidad es más razonable reducir gastos en burocracia estatal y disminuir la carga tributaria a un sector privado que ya agonizaba antes de la pandemia.

Otros países podrán emborracharse con emisión monetaria, Argentina es alcohólica y no puede darse el lujo de tomar ni una copa de emisión monetaria.

El escenario es muy complejo porque Argentina ya hizo todas las fiestas populistas que pudo en el pasado y no le queda margen para hacer el más mínimo amague de despilfarro fiscal.

Lo más viable es, a mi juicio, bajar en 1,5 puntos porcentuales el gasto de las administraciones públicas nacional, provinciales, municipales, para ahorrar $ 500.000 millones en sueldos de la maquinaria política y burocrática y así descomprimir la carga impositiva en el sector privado que, antes de la pandemia no podía más, y ahora va a poder menos seguir manteniendo la fiesta populista.

Veremos si los políticos, que tanto hablan de solidaridad, dan el ejemplo y se bajan un 50% sus sueldos y sus gastos burocráticos. ¿O el discurso de la solidaridad será puro verso?

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