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Argentina y el FMI: con acuerdo y sin acuerdo, el gobierno está complicado

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El presidente de Argentina, Alberto Fernández, junto a la primera dama, Fabiola Yañez, en Buenos Aires. Foto: EFE.

OPINIÓN 

Lejos está de constituir ese acuerdo una solución a la crisis económica argentina, es solo una condición necesaria pero no suficiente para crecer,

El tema FMI ha pasado a ser “el” tema económico en las últimas semanas como si un acuerdo con el FMI implicara entrar en la senda de crecimiento económico. Lejos está de constituir ese acuerdo una solución a la crisis económica argentina, es solo una condición necesaria pero no suficiente para crecer, pero lo más importante, no acordar con el FMI y caer en default con dicha institución tendría efectos más complicados para la economía argentina que si firma.

En efecto, de entrar en default con el FMI no solo se perdería el acceso al crédito comercial en el exterior, con lo cual las empresas tendrían que pagar al contado la importación de insumos recurriendo al contado con liquidación, es decir, importando insumos al tipo de cambio libre, sino que, además, el gobierno perdería acceso a créditos de otros organismos multilaterales como el BID, el Banco Mundial, etc. que le financian algunas obras públicas y programas sociales. Además, un default abierto con el FMI y el Club de París podría llevar a una corrida financiera y cambiaria que complicaría más el escenario económico. Es decir, no acordar con el FMI sería demasiado costoso para el gobierno.

Insisto, un default con el FMI complicaría muchísimo más la importación de insumos porque las empresas no tendrían bancos que les abrirían cartas de crédito, por lo tanto ningún banco le pagaría a un proveedor de Argentina si antes no recibe la plata del importador argentino porque no sabe si el gobierno va a permitir girar esos fondos luego, lo cual impactaría sobre el precio de los productos finales.

Si firma un acuerdo, va a tener el costo político de bajar la bandera anti FMI, que es el estandarte de La Campora y el kirchnerismo duro, además de hacer algún tipo de ajuste cambiario y de las tarifas de los servicios públicos.

Justamente, el ajuste de las tarifas de los servicios públicos es donde van a tener que poner el acento para bajar algo el gasto público.

El gasto en subsidios económicos que había bajado a 1,64% del PBI en 2019 volvió a trepar llegando a 3,25% del PBI en 2021. Claramente es un rubro en donde meter mano para empezar a bajar el déficit fiscal porque la economía no va a crecer con el kirchnerismo. La idea de Guzmán de bajar el déficit fiscal porque la economía crece y así se recaudan más impuestos y se achica el déficit fiscal es copia del error que cometió Macri con el gradualismo. Macri creyó que, porque no estaba más el kirchnerismo en el poder y él se sentaba en el sillón de Rivadavia, las inversiones iban a llover, la economía crecer y sin necesidad de bajar el gasto público se iba a reducir el déficit fiscal por más recaudación.

Del total de los subsidios para mantener artificialmente baja las tarifas de los servicios públicos, del 3,25% del PBI que se gastaron el año pasado, 2,43% del PBI fueron a subsidiar la energía, es decir, este es el tema clave.
Por eso la contradicción entre las declaraciones de Guzmán y el comunicado del FMI. El ministro afirmó que no se iba a modificar los aumentos previstos en las tarifas de los servicios públicos y el FMI comunicó que se había acordado una reducción del gasto en subsidios económicos, en particular en energía. Ambos saben que tocar las tarifas de los servicios públicos es clave.

Dos puntos básicos se van a estar en la carta de intención con el FMI. El aumento del tipo de cambio oficial y el incremento de las tarifas de los servicios públicos. Ambos temas conflictivos para la ideología populista del kirchnerismo.

Puede ser que el gobierno se vea beneficiado con el aumento del precio de las commodities, pero aun así el desestimulo a las exportaciones es muy grande.

Es que el gobierno se apropia de los dólares de los productores y le entrega a cambio pesos sin valor. Es una suerte de expropiación del trabajo de los productores que exportan. Si alguien produce trigo y lo vende al exterior a cambio de dólares, esos dólares son del productor de trigo porque el trigo que entregó a cambio de los dólares era de él. Pero aparece el Estado y se apropia de los dólares del que produjo y el que exportó trigo y encima le entrega menos pesos que los que recibiría en un mercado libre si vendiera sus dólares y, como frutilla del postre, le cobra un impuesto por exportar.
Si bien todavía no tenemos los datos del boletín fiscal de enero, si sabemos que el BCRA tuvo que emitir $ 122.000 millones en enero para financiar al tesoro, lo cual nos está indicando que continúa el déficit fiscal.

¿Es mucho o poco ese nivel de emisión? En 2021 la emisión monetaria para financiar al tesoro fue, en promedio mensual, $ 142.000 millones. Si en enero se emitieron $ 122.000 millones para financiar al tesoro, el ajuste que van a tener que hacer para cumplir con la meta de emitir solo 1 punto del PBI en 2022 va a ser muy grande porque ya de largada están emitiendo fuerte.

En síntesis, el BCRA literalmente no tiene reservas propias para hacer frente a los vencimientos de deuda de este año. Los dólares disponibles para pagar importaciones dependen de las exportaciones, que no crecen por las políticas proteccionistas y populistas que se aplican en Argentina desde hace décadas. Esa falta de crecimiento de las exportaciones junto con el intervencionismo del estado en el mercado de cambios, combinado con la fuerte expansión monetaria para financiar el déficit fiscal, genera tensiones en el mercado de cambios que continuarán y pueden llegar a desbordarse si, finalmente, no se llega a un acuerdo con el FMI.

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