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Apostando al blanqueo

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Recién el año próximo el dólar retomaría la tendencia alcista. Foto: Reuters
Una persona revisando billetes de 5 dólares en la Casa de la Moneda estadounidense en Washington, abr 15, 2015. La apreciación del dólar que se inició a mediados de 2014 ya casi ha agotado su curso y retomará fuerza sólo levemente durante el año próximo, según un sondeo de Reuters entre estrategas, quienes afirmaron que los riesgos a sus pronósticos están más inclinados hacia la baja. REUTERS/Gary Cameron
© Gary Cameron / Reuters

Por falta de fuerza política (es minoritario en el Congreso), por estrategia política o por convicción, lo cierto es que el gobierno de Cambiemos no muestra signos de tener interés en llevar a cabo reformas estructurales profundas, particularmente en lo que hace al sector público y en materia tributaria.

Por ahora se limitó a eliminar lo más ordinario y guarango de la política económica del kirchnerismo, como el cepo cambiario, quitar los derechos de exportación al trigo, maíz y otros granos y a arreglar con los holdouts. En el gobierno creyeron que arreglando con los holdouts y eliminando el cepo cambiario iban a llover dólares en el primer semestre del año por el solo cambio de expectativas y que ese ingreso de dólares, más las mejores condiciones para el sector agropecuario, iban a reactivar la economía.

La realidad es que tal cosa no ocurrió, le economía sigue estancada y con fuerte recesión en algunos sectores y ahora la apuesta es que el blanqueo del segundo semestre genere un ingreso de capitales que movilice la economía. Nuevamente, la apuesta está centrada en el ingreso de capitales sin reformas estructurales.

¿Cuánto éxito puede tener el gobierno con el blanqueo que acaba de lanzar?

A diferencia de otros blanqueos, en esta oportunidad el gobierno cuenta con un acuerdo internacional en el que intervienen muchos países y están dispuestos a entregar información al resto de los que integran el acuerdo, sobre cuentas de extranjeros. Esa amenaza hace que posiblemente en esta oportunidad haya un mayor nivel de blanqueo que en otras oportunidades. En esta ocasión, los depósitos en el exterior pasan a ser como bienes que se registran públicamente, como una propiedad o un terreno. Pasa a ser información pública con lo cual, puede haber un blanqueo mayor que en otras oportunidades, no tanto quizá por confianza en el gobierno de Cambiemos sino por miedo a la información que darán el resto de los países.

Esa amenaza hace que posiblemente en esta oportunidad haya un mayor nivel de blanqueo que en otras oportunidades. El resultado será que habrá una mayor recaudación tributaria pero es demasiado arriesgado pronosticar una reactivación de la economía porque no sabemos, de los que exterioricen sus capitales, cuántos van a traerlos a la Argentina y cuantos van a dejarlos afuera.

En rigor, el problema de fondo para decidir si uno blanquea o no blanquea es si hubo un cambio tan profundo en los valores que imperan en la Argentina que incentiven el blanqueo de capitales.

Por un lado, obviamente, están las crecientes restricciones para mover el dinero no declarado impositivamente que van acumulándose en el exterior. Por otro lado, esos capitales se fugaron de Argentina por dos razones: 1) la elevada carga tributaria y 2) la tendencia confiscatoria del Estado.

Con una carga tributaria tan alta como la que rige en Argentina y la baja calidad de los servicios públicos que brinda el Estado, la fuga de capitales hacia países con menor presión impositiva y baja tendencia a confiscar activos, es lo que explica la enorme fuga de capitales que desde hace décadas tiene Argentina.

Recordemos que bajo el gobierno de Illia se confiscaron los depósitos en dólares y se pesificaron. En efecto, ya en 1964, instaurado un control de cambios, el gobierno de Illia decide que los depósitos en dólares fueran devueltos en pesos. En ese momento había unos US$ 200 millones depositados en los bancos, unos US$ 1.600 millones actuales que fueron pesificados por decreto presidencial.

En 1988 el gobierno de Alfonsín estableció el ahorro forzoso. Desde que se creó el BCRA se destruyeron 5 signos monetarios para aplicar el impuesto inflacionario hasta llegar al impuesto hiperinflacionario.

En diciembre de 1989 estuvo el plan Bonex, en 2001 el corralito, en 2002 la pesificación y luego vino el cepo cambiario con los Kirchner. En 2008 se confiscaron los ahorros que la gente tenía en las AFJP y en 2011 se estableció el corralito.

La trayectoria de violación a los derechos de propiedad es muy grande en Argentina como para no comprender las razones de la fuga de capitales. No me refiero a los capitales de la corrupción, el narcotráfico y demás delitos, me refiero a capitales que huyeron del Estado confiscador.

La razón para que el Estado se haya transformado en un violador serial de los derechos individuales y de propiedad, llevando incluso la carga tributaria hasta niveles asfixiantes, tiene que ver con el populismo imperante en Argentina desde la década del ´40.

Ese populismo exige de creciente gasto público para mantener un aparato estatal ineficiente, redistribuir el ingreso y otorgar todo tipo de subsidios para sostener el clientelismo político. El mayor gasto público requiere de más recursos y es ahí cuando el Estado empieza a confiscar.

Cada uno tendrá su propia visión sobre si le conviene blanquear o no sus ahorros. No todos los casos son iguales. Incluso algunos pueden no tener más alternativa. Pero la pregunta que hay que formularse es si, a pesar de haberse frenado al kirchnerismo, cambiaron los valores que imperan en la sociedad que llevan a este populismo desaforado que conduce a un Estado confiscador. Por el momento no se observa un cambio en los valores como para pensar que va desapareciendo el Estado saqueador que abastece al populismo

De todos modos, mi impresión es que va a haber bastante blanqueo, que algo va a venir a la Argentina. Que parte se va a volcar a los bienes inmuebles, pero no creo que vaya a ser la carta ganadora del PRO. Un plan B sigue siendo necesario.

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Recién el año próximo el dólar retomaría la tendencia alcista. Foto: Reuters

ROBERTO CACHANOSKY

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