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Mauricio Macri en la cumbre del Mercosur. Foto: EFE
El presidente de Argentina, Mauricio Macri, duran la cumbre de líderes de estado del bloque Mercosur y sus estados asociados, en Luque, Paraguay, 21 de diciembre de 2015. El presidente de Argentina, Mauricio Macri, pidió el lunes ante sus colegas del bloque sudamericano Mercosur la pronta liberación de los presos políticos en Venezuela, un socio pleno del bloque al que ha cuestionado en el pasado por su política de derechos humanos. REUTERS/Jorge Adorno MERCOSUR-ARGENTINA-VENEZUELA
JORGE ADORNO/REUTERS

De la catastrófica herencia económica recibida del kirchnerismo, el PRO ha solucionado, como pudo, tres de los problemas económicos. Uno fue la salida del cepo cambiario sin que estallara el tipo de cambio ni hubiese corrida cambiaria, pero a costa de llevar la tasa de interés a niveles que generan una fuerte recesión y devengan un gasto cuasifiscal que tiende a ser inmanejable.

El stock de letras de corto plazo (Lebacs) que ha colocado el BCRA es superior a las reservas de esa entidad.

El otro problema que enfrentó el nuevo gobierno es el retraso de las tarifas de los servicios públicos. Los anuncios de aumentos en energía, gas y transporte público ya fueron realizados. Por cierto, hace tiempo que vengo insistiendo que el PRO tiene un serio problema de comunicación. Adopta las medidas pero no detalla la herencia recibida con lo cual, como si fueran masoquistas, cargan con el costo político del lío económico que dejó el kirchnerismo, al tiempo que tampoco ofrecen un discurso económico atractivo, que genere esperanza y optimismo en la gente. En seguida voy a volver sobre este punto.

El tercer problema que logró solucionar el macrismo es el tema con los holdouts. Terminada la negociación en el curso de la semana pasada, lanzó una oferta de bonos públicos en el mercado exterior y logró una abundante oferta. El gobierno quería colocar US$ 15.000 millones y tuvo ofertas por US$ 60.000 millones a tasas que, en los plazos más largos llegaron al 8%. Si bien esta tasa es más alta que el promedio que paga la región, es notablemente más baja que el 15% que cobró Chávez en su momento. Mucho socialismo siglo XXI, pero cuando llegó el momento de cobrar una intereses no se diferenció demasiado de los llamados fondos buitres.

En términos prácticos, el arreglo con los holdouts le permite al gobierno volver al mercado internacional para colocar deuda. Al salir del default los fondos de inversión que tienen prohibido comprar bonos de país en esa condición, puede adquirirlos en Argentina. Se abren dos caminos importantes para el gobierno. Por un lado, además de conseguir fondos para pagar la deuda que vence este año, también puede colocar más deuda para financiar obra pública. El gobierno de Macri apostará al esquema keynesiano aumentando el gasto en rutas, puentes o trenes para reactivar la actividad. Y, finalmente, colocará deuda para financiar el gasto corriente.

De producirse una mejora en el nivel de actividad, el gobierno apuesta a un aumento de la recaudación impositiva que le permita bajar el déficit fiscal intentando contener el gasto público.

En otras palabras, más que reducir el déficit fiscal vía una baja del gasto público, el gobierno intenta generar más actividad económica con obra pública financiada con deuda externa. El mayor nivel de actividad, en el razonamiento del gobierno, hará que disminuya el peso del Estado sobre el PIB y el déficit fiscal se reduzca por efecto de la mayor recaudación.

Quedan dudas sobre esta estrategia. Veamos algunos números. El déficit fiscal de 2015 sin contabilidad creativa, estuvo en $ 412.500 millones. El gasto en subsidios económicos (energía, transporte, empresas públicas, etc.) sumó $ 2.483.896 millones.

Con los aumentos en energía, gas y transporte puede haber un ahorro de aproximadamente $ 180.000 millones, equivalente al 11% del gasto público total de 2015. El problema es que si las jubilaciones y los gastos de consumo crecen a una tasa mínima del 20% anual, el gasto aumentaría en $ 161.000 millones, con lo cual se neutraliza el menor gasto en subsidios y no baja el déficit fiscal salvo que la recaudación impositiva tenga un salto muy importante.

Definitivamente, la política económica parece apuntar más a administrar mejor un Estado sobredimensionado que a encarar grandes reformas estructurales en materia de gasto público, sistema tributario e incorporación económica al mundo. Digamos que, por el momento, se cree más en administrar mejor que en cambiar profundamente el modelo económico populista que nos llevó a una larga decadencia.

Macri insiste mucho en que la confianza es clave para generar crecimiento. Sin duda que la confianza es clave para impulsar el crecimiento, pero ojo que la confianza no se genera solo cambiando las personas. Sin duda que Macri y su equipo de gente es 1.000 veces más presentable que lo que fue el kirchnerismo, y no cometerán las burradas económicas de Moreno o Kicillof. Pero la confianza, además de generarla el cambio de gobierno, se consolida con las medidas que se vayan tomando. Con las reformas que se vayan produciendo. Y es en ese punto donde no queda claro el futuro porque sencillamente el gobierno no anunció ningún plan económico global para infundir confianza. Por ahora es mucho voluntarismo.

Días pasados, Macri convocó a los empresarios y les pidió que cuidaran los puestos de trabajo y que invirtieran. En rigor esas cosas no se piden, se logran por la aplicación de políticas económicas que incentivan la inversión y la contratación de personal.

Insisto, hay demasiado voluntarismo en los discursos y escaso cambio de modelo. Tal vez sea eso lo que deba revisar el presidente Macri.

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Mauricio Macri en la cumbre del Mercosur. Foto: EFE

ROBERTO CACHANOSKY - ECONOMISTA - ARGENTINA

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