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Un año perdido, el próximo bueno y las dudas después

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Ignacio Munyo, director del IEMM. Foto: El País
Nota a Ignacio Munyo, economista uruguayo, Mvdeo., ND 20160519, foto Marcelo Bonjour
Archivo El Pais

Las previsiones de crecimiento para el año que viene son consistentes con un crecimiento del 2% de la economía, asegura el economista Ignacio Munyo. Una reciente revisión de los indicadores y proyecciones realizadas por este profesional, indican que 2017 será un año bueno, pero antes hay que superar "lo malo" que todavía nos espera en 2016.

Afirma que no están dadas las condiciones para que se den crisis como las del pasado, pero califica como "lo feo" lo que vendrá después, el mediano plazo, donde las grandes reformas que el país necesita siguen pendientes. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿Cuál es el "lado bueno" del futuro próximo que usted pronostica?

—Revisamos las proyecciones de este año y las del año que viene, con una alta volatilidad para el próximo, pero si uno se queda con el escenario central, todas las especificaciones y los chequeos que hacemos están dando que el año que viene mejoran las condiciones de la economía, con un crecimiento del 2% del PIB. Nos sorprendió llegar a ese dato, dadas las condiciones del mercado, lo que "se respira" en la calle, en cuanto a expectativas y humor de consumidores y empresas, donde en general hay mucho nerviosismo y pesimismo importante.

—¿Qué factores juegan para llegar a ese número?

—Si uno analiza los factores externos, que en nuestro modelo explican el 65% de las fluctuaciones del PIB, tiene que empezar por la región. En Brasil, este año la economía va a caer casi 4% pero para el próximo esperan una variación apenas negativa o de cero crecimiento. Por ese lado, el piso estaría este año. Si miramos a fondo, hay dos indicadores que son muy fuertes: el primero que el país ya hizo el ajuste cambiario. Si uno mira el valor que hoy tiene el dólar de 3,50 reales, lo deja en paridad cambiaria con sus socios comerciales, se encuentra en un equilibrio que Brasil no tenía desde 2008. Otro indicador importante son las reservas del Banco Central, están en el 20% del PIB y han subido en el último año en parte porque cayó el PIB, pero están en niveles extremadamente altos. Esto se traduce en que el sistema financiero se ha resentido levemente pero está muy lejos de una crisis.

La mesa está servida para que una vez que la situación política se estabilice, la economía comience a recuperarse.

—La realidad en Argentina es distinta.

—Distinta porque está en otra situación, ha hecho todo lo necesario en materia de desatar nudos de la administración anterior, tal como se propuso el gobierno de Macri, pero tiene un serio problema en la parte fiscal y en la inflación que no ha podido todavía encaminar, y la llave de todo esto, en lo que confía el gobierno, es la entrada de capitales. Se habrían abierto las puertas para una entrada fuerte de capitales en Argentina, y eso es condición necesaria para solucionar el tema de la inflación, porque la inflación en Argentina es funcional al financiamiento del déficit. No se puede cortar de lleno con la inflación con un déficit de 6%, se irá bajando gradualmente, porque cada punto que se toque tiene efectos que pueden ser contraproducentes en materia de tarifas u otros beneficios sociales como ya ha quedado demostrado. La estrategia parece ser, en lugar de recortar el gasto, obtener una fuente de financiamiento que no se ha usado en muchos años, y ahí si ir cerrando la canilla de la inflación como fuente de financiamiento, que en niveles de 40% anual el impuesto inflacionario es enorme, del entorno de 3-4% del PIB. Las proyecciones de mercado de Argentina hablan de una caída de PIB de este año de 0,9% y para el año que viene un crecimiento de 2%.

—¿Qué otros factores son determinantes de ese escenario?

—Si uno mira las condiciones de financiación internacional, las tasas de interés a 10 años —con las que se evalúan los proyectos de inversión— están todas en niveles reales negativos, por tanto todavía en el año que viene hay una ventana de oportunidad para la inversión extranjera en esta parte del mundo.

Además, hubo un cambio importante en la Reserva Federal entre diciembre y marzo. Si uno observa las bolsas a nivel internacionales más relevantes en diciembre, tuvieron una caída sincronizada con el anuncio de la suba de las tasas hasta un mínimo en principios de febrero, cuando la Fed asumió un compromiso dual, señalando que "de ahora en más nos va a importar lo que pase en el contexto internacional además de lo que pase a nivel interno". A partir de allí todo cambió: 30% de recuperación en el mercado bursátil de Estados Unidos, niveles similares en el resto de los países. Si uno mira los commodities, el índice global creció de febrero hasta ahora en 18%. Si observamos todas las monedas, se apreciaron desde ese momento hasta ahora.

Entonces, las condiciones financieras que venían durísimas hasta enero, febrero, han cambiado. Y esto explica que Uruguay se siga financiando a tasas bajas, o que Argentina lograra también buenas tasas en su salida al mercado.

Para poder mantener esto hay que cuidar la estabilidad macroeconómica, las calificadoras de crédito nos lo hacen saber en cada informe y para ello se están tomando medidas por parte del gobierno que son muy importantes, claves para mantener el grado inversor.

—¿Qué podemos esperar de los precios?

—Tomando en cuenta que nosotros vemos el piso este año, observamos también buenas señales para la inflación. Con la tendencia del dólar que tenemos actualmente —variable clave para la inflación en Uruguay— va a terminar el año bastante por debajo de lo que pensábamos los analistas meses atrás. Nosotros esperamos un dólar a 32 pesos o poco más para fin de año. Si esto se mantiene así, nuestras proyecciones nos dan que la inflación ya entra en julio nuevamente a valores de un dígito, o sea por debajo del 10%.

—Usted dice que "lo feo" viene después…

—Si uno mira que estamos haciendo para mantener un crecimiento a largo plazo, cómo están nuestras variables externas que afectan el crecimiento a largo plazo, ahí hay problemas. Hasta hace un tiempo el ministerio de economía hablaba de una serie de inversiones encadenadas, producción de hierro, puerto de aguas profundas, regasificadora, tercera planta de celulosa, todo eso se iba a ir atando e incluso, cuando el contexto externo no sea tan bueno, se decía que íbamos a tener ese impulso adicional. Todo eso se fue cayendo. ¿Y qué tenemos como nuevo proyecto hoy? Lo único que hay es la posibilidad de petróleo, pero también sabemos, lo dicen los expertos, que hasta dentro de 15 0 20 años no podemos esperar ningún resultado de ganancia. ¿Cómo vamos a hacer para generar internamente un nuevo impulso al crecimiento? Si no aprovechamos que todavía hay oportunidades a nivel global, y no generamos proyectos para invertir, ¿qué hacemos? Y aparecen los limitantes de los costos internos, de la capacitación de la mano de obra, los problemas de inserción internacional. Hay una intención clara del Ejecutivo de abrir la economía y buscar acuerdos de libre comercio, hay potenciales avances en el discurso, pero no avanzamos mucho.

—Ha hecho referencia también a la Reforma del Estado…

Y en especial las empresas públicas. Estamos gobernando nuestras empresas de la peor manera que se puede concebir hoy desde las buenas prácticas de un gobierno corporativo. Y perdimos oportunidades. ¿Cuánto hace que se viene hablando de esto? Uruguay en teoría no está tan desalineado, en un 80% tiene las normas pero no las aplica, y hay un 20% que necesita de reformas legales y ahí se necesita voluntad política en el parlamento. Es un serio problema en Uruguay. Estamos teniendo intenciones de avanzar en este gobierno pero no avanzamos.

—Y nos queda la educación…

—Que es lo peor de todo. Es la situación más grave porque es la que tiene impactos de más largo plazo y en donde ni siquiera estamos en las condiciones que venimos en las otras dos grandes barreras que comenté. En la educación ni siquiera hay una agenda. Imaginen que cuando exista una agenda, un acuerdo y comience a implementarse, pasarán años para que comiencen a generarse egresados con las características que necesitamos. Son muchos años. Lo que gasta Uruguay en educación tampoco asegura buenos resultados. Países que tienen mejores resultados invierten 6% por encima de su PIB en educación. Nosotros estamos planchados en el 4,5% del PIB desde el comienzo de la administración Mujica, con ese gasto en inversión en educación, sería un milagro lograr buenos resultados.

Todavía nos resta superar todo lo malo que falta en este 2016.

—Por dónde va "lo malo" para la economía uruguaya?

—Lo malo es que hay que vivir este año, técnicamente no llegamos todavía el piso, todos los indicadores disponibles son para abajo, cuando salga el dato del primer trimestre a fines de junio seguramente nos muestre una caída, es decir todavía tenemos mucho que sufrir este año. El desempleo va creciendo, nuestras proyecciones son que puede llegar hasta el 9% para fin de año, la confianza del consumidor está en niveles muy bajos y puede seguir cayendo, la inversión se está resintiendo en su flujo de inversión extranjera, aunque sigue habiendo interés. Otro aspecto negativo es que si uno mira la paridad de cambiaria con la región, ve que la disparidad cambiaria con Brasil va a seguir. A nosotros nos está dando que a fin de año, con un dólar a $ 32,50 en Uruguay y a 3,70 reales por dólar en Brasil, y con una inflación de 8,5 en Uruguay y 7% en Brasil como dicen los mercados hoy, , quedaríamos un 30% más caros que Brasil. Con Argentina la historia es distinta ante la unificación del tipo de cambio en el país, pero también ellos están muy mal con Brasil. Vamos a seguir caros y esto tiene sus repercusiones. Brasil hoy solo es el 14% del total de nuestras exportaciones cuando llegó a ser el 30%.

Ignacio Munyo.

Ph.D. en Economía por la Universidad de San Andrés y máster en Economía en la Universidad de Chicago en donde también cursó estudios de doctorado. Director del Centro de Economía, Sociedad y Empresa del IEEM (UM)

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Ignacio Munyo, director del IEMM. Foto: El País

IGNACIO MUNYO: NÚMEROS NEGATIVOS EN 2016 Y CRECIMIENTO EN 2017 DE 2% DEL PIB

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