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Un año con escenario cambiante

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Foto: Pixabay

Opinión

El año 2018 viene mostrando un cambio importante en el escenario económico externo que enfrenta el país, en particular por sus vecinos. 

Las encuestas de expectativas que relevan los bancos centrales de Argentina y Brasil describen claramente ese cambio, el que, sin embargo, se ha visto contemplado muy poco en la evolución de las expectativas en nuestro país.

El valor de las encuestas de expectativas, o en términos más generales, de los pronósticos de los economistas, lo ubico precisamente en su evolución, más que en la consideración de una foto aislada captada en un momento determinado. De algún modo, vale para ellas lo mismo que suelen decir quienes relevan encuestas de opinión pública sobre intención electoral.

Quien pretenda tomar los resultados de las encuestas con pronósticos económicos como un concurso de aciertos, erra el foco. Más en un año como el que estamos viviendo. Veamos primero los resultados de las encuestas REM de Argentina y Focus de Brasil, en diciembre de 2017 versus las últimas publicadas, del 2/8 en el primer caso y del 10/8 en el segundo. Y veamos cantidades y precios, o sea inflación y tipos de cambio, para ver precios en dólares (lo relevante para nosotros) y producto.

Argentina.

En el caso del nivel de actividad económica, en diciembre se esperaba un crecimiento de 3,2% mientras que ahora se espera una caída de 0,3%. Se esperaba romper con la serie de malos años pares (y sin elecciones) pero ahora se confirmaría esa "regla" que rige desde 2012. La inflación se proyectaba en 17,4% y el dólar en AR$ 20,4 (en diciembre promedió AR$ 17,7). O sea que se esperaba una depreciación nominal de 15,3% y una inflación en dólares de 1,9%. En cambio, el REM de comienzos de agosto proyectaba una inflación de 31,8% y un dólar en diciembre en AR$ 30,5. Ahora la depreciación nominal esperada para el peso argentino pasó a ser de 72,3% y se proyecta una deflación en dólares de 23,5%. Se pasó de un escenario con una muy moderada inflación en dólares, propio de una economía que se veía en un proceso de gradual estabilización, a un escenario de inestabilidad y crisis cambiaria en el cual el dólar es el que gana la carrera entre todos los precios.

Brasil.

También en Brasil se espera ahora un menor crecimiento de la economía, pero sigue en terreno positivo: pasó de 2,7% en la última encuesta de diciembre a 1,5% ahora.

No ha habido cambios relevantes en la proyección de la inflación, que para el IPCA pasó de 3,96% en diciembre a 4,15% ahora. Un cambio menor si se considera que la proyección del tipo de cambio subió de BR$ 3,34 a finales de 2017 a BR$ 3,70 ahora en agosto. La depreciación del real sube de 1,3% a 12,3% y la inflación casi no se entera, algo propio de una economía no dolarizada. Asimismo, de una ligera inflación en dólares de 2,6%, se pasa ahora a una deflación de 7,2% en términos de dólares.

¿Y nosotros?

Si sólo conociéramos los datos anteriores, y nada supiéramos de lo sucedido en nuestro país con las expectativas, deberíamos esperar dos cosas: una, que la expectativa de crecimiento económico para este año se haya reducido y dos, que también en Uruguay se espere ahora un abaratamiento en dólares para este año. Sin embargo, esto es así sólo parcialmente.

A efectos de ver la evolución de las expectativas en nuestro país, considero las encuestas que releva Federico Comesaña para El Observador, que recoge más respuestas que las del BCU y además es la última que ha sido publicada a la fecha de escribir esta columna (lunes 13).

En diciembre se esperaba para este año un crecimiento del 3,3% y la encuesta de agosto había bajado la tasa de crecimiento al 2,1%, una caída similar a la registrada en Brasil, y muy inferior a la de Argentina.

Mientras tanto, la proyección de inflación subió de 7,3% a 7,9% para todo el año sin que prácticamente haya habido cambios en el precio esperado para el dólar en diciembre: $ 31,6 en la última encuesta de 2017 y $ 31,7 ahora. Frente a un dólar promedio de $ 28,88 en diciembre pasado, la depreciación nominal subió de 9,4% a 9,8% y la deflación en dólares no cambió: 1,7% en ambas encuestas.

Análisis.

En realidad, no sólo sucede que nuestros vecinos se abaratarían en dólares de manera significativa sin que nosotros los acompañáramos. Además, quedaríamos claramente más caros que ambos. De hecho, al mes de agosto esa ya es la realidad. En este contexto, más tarde o más temprano, en mayor o en menor medida, la actividad económica sentirá el impacto de semejante divorcio.

Por otro lado, debe tenerse en cuenta la foto de agosto (en todos los casos y en particular en Argentina) es parte de una película que sigue su curso. Como vimos, el último REM proyecta al dólar en AR$ 30,5 a fin de año, precio muy cercano al operado cuando escribo esta columna el lunes 13. ¿Cuál será la Argentina de fin de año? ¿Una de 30% de inflación y AR$30 o una de 40% y AR$40? ¿Cuál será la magnitud de la recesión argentina y cuánto terminará contrayéndose la economía?

Y en ese contexto, ¿cuánto soporta Uruguay un peso todavía muy apreciado que apenas ha acompañado la depreciación de cualquier canasta de monedas que se considere relevante para nuestro país? ¿Cuánto soporta la actividad económica local esa divergencia?

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