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Dos amigos al borde de guerra por el comercio

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Una de las fotos del cierre de la cumbre G7. Foto: Reuters / Adam Scotti

Internacional

Estados Unidos denuncia a Canadá por perjudicar su producción de lácteos; Trudeau en difícil situación.

Los gobernantes mundiales del G7 ya partieron. Sin embargo, para el primer ministro canadiense Justin Trudeau, apenas comienzan los problemas.

Tras la desastrosa conclusión de la reunión cumbre, Trudeau se encuentra entre la espada y la pared por la presión que ejercen el impredecible Donald Trump y la poderosa industria láctea canadiense, el actual blanco de las crecientes amenazas comerciales del presidente estadounidense. El reto que enfrenta el primer ministro es encontrar la forma de lidiar con el aliado más importante de Canadá sin afectar su propia política interna.

Desde antes de la toma de posesión de Trump, Trudeau, sus colaboradores más cercanos y miembros del gabinete actuaron con presteza para establecer contacto con el nuevo presidente y sus asesores. Así mismo, a pesar de lo impopular que es Trump en Canadá, Trudeau puso especial cuidado en no criticar al presidente.

Trump decidió corresponder a esas acciones con posturas rígidas en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, por su sigla en inglés) e impuestos sobre la madera, el acero y el aluminio canadienses, además de insistir en que el fundamento de esas medidas es la seguridad nacional, lo cual es un insulto para Canadá.

Ahora, Trump decidió atacar el antiguo sistema que rige la producción de los lácteos canadienses, el cual aplica aranceles altos con el propósito de desalentar las importaciones. También está enfadado por las exportaciones de la industria automotriz canadiense, la columna vertebral del sector manufacturero de ese país.

La posibilidad de una guerra comercial franca resulta alarmante, pues el comercio con Estados Unidos es esencial para la economía canadiense. No obstante, la posición política y económica de Canadá requiere que Trudeau no ceda a las exigencias comerciales del presidente.

En un suceso excepcional, la Cámara de los Comunes de Canadá decidió hacer a un lado las divisiones partidistas y autorizó por unanimidad una moción, presentada por el Nuevo Partido Democrático de la oposición, para respaldar la decisión del gobierno de Trudeau de responder a las medidas aplicadas al acero y el aluminio con la imposición de aranceles a una amplia variedad de productos estadounidenses. También condenó los ataques a Trudeau y expresó el apoyo del Parlamento al sistema nacional de producción láctea.

"En el corto plazo, cuenta con el respaldo de todos", subrayó Jack Granatstein, un distinguido historiador canadiense con una larga trayectoria y autor destacado en el tema de las relaciones entre Estados Unidos y Canadá.

"Sin embargo, si fracasa el Nafta o estalla una guerra comercial grave todos lo culparán a él", agregó Granatstein. "No podemos ganar esa guerra porque el 75 por ciento de nuestro comercio tiene como destino a Estados Unidos. Estamos muy expuestos a las acciones de ese país. Para Trudeau, está en juego la supervivencia de la economía canadiense".

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