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Con una alta cotización previsional en Uruguay, el ajuste debería venir por traspasar mayores fondos a las AFAP

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Guillermo Arthur - Presidente de la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP). Foto: El País

ENTREVISTA

No es posible pensar en una sola fuente de recursos para las pensiones, se necesita más de una para que sea sustentable

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La seguridad social se instala fuertemente en la agenda esta semana; además de un foro organizado por el MTSS con técnicos de la OIT para evaluar la marcha de los sistemas de pensiones que se realizará el próximo miércoles, ese mismo día las representaciones sociales en el BPS contarán con los candidatos presidenciales en un evento donde los invitados expondrán sobre una eventual reforma previsional. En ese contexto, Uruguay aparece en una posición más favorable que sus vecinos de la región, pero no exento de amenazas, según el chileno Guillermo Arthur, presidente de la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP). Para Arthur, la mejor forma de enfrentar en Uruguay el desafío de los cambios demográficos y de una nueva realidad laboral, no pasa por un incremento de las cotizaciones. A continuación, un resumen de la entrevista.

—Desde FIAP remarcan que es imperativo hacer reformas a los actuales sistemas…

—Sin dudas. Y lo debemos entender como algo con lo que tendremos que convivir. Acá no hay cuestiones ideológicas de por medio. Criticamos los sistemas de reparto porque hoy es imposible que provean las pensiones como ocurrió en el pasado. Cuando a fines del siglo XIX, Bismark (Otto von, canciller alemán) puso en marcha estos sistemas, había importantes contingentes de trabajadores jóvenes que podían, con sus aportes, asegurar el retiro de los pensionados mayores. Otra relación activos-pasivos, con una pirámide poblacional que se invirtió radicalmente, acompasado a una mayor expectativa de vida.
Hay un autor español (José Luis Cordeiro) formado en el MIT, que advierte sobre lo que denomina “la muerte de la muerte”; en el entendido que en algunas décadas más la muerte va a ser casi opcional. Y aunque seamos escépticos ante esa afirmación, sí es indiscutible que cada vez vivimos más tiempo y en mejores condiciones de salud.
Ante esto, y más allá de ideologías, queda claro que necesariamente hay que corregir los sistemas. La solución puede pasar por mayores tasas de cotización, más rentabilidad de las cotizaciones, aumentar la edad de retiro, etc. Cada país se debe dar la fórmula que mejor se ajuste y que sea la posible en las actuales circunstancias. Pero ya no hay posibilidad de que se dependa de una sola fuente de recursos para tener pensiones, sino que necesitan más de una fuente de financiamiento.
En Europa, los países que no hicieron reformas estructurales de los sistemas, lo que hicieron fue fortalecer sistemas de capitalización dentro de los sistemas originales. Por tanto, una parte importante del ahorro de los europeos depende del ahorro individual que ha hecho. Se fueron dando facilidades para que la gente fuera lentamente transitando hacia ahorro en cuentas privadas. Esto ha ido reduciendo la presión enorme de los sistemas originarios. No necesariamente deben hacer lo que ha hecho Chile, México, o Colombia, con una reforma de fondo, pero si pueden hacer ajustes que son necesarios, contando con cuentas de ahorro individual.

—¿Cómo observa el régimen en Uruguay?

—Uruguay tiene dos condiciones básicas que están por encima del resto de la región. Altos índices de formalidad y régimen de cotización elevada. Y una muy buena administración de los recursos por parte de las administradoras. Son fortalezas indiscutibles. De todos modos, eso no le pone por fuera de los riesgos que amenazan la sustentabilidad de los sistemas, como le comenté antes.

—¿Cuál entiende que sería el camino de reforma en Uruguay?

—En el contexto actual, en Uruguay no parece haber demasiado margen en cuanto a incrementar la cotización, que es muy alta en comparación con otros países. Creo que la posibilidad debe estar por buscar herramientas que permitan rentabilizar más los fondos. Hay un porcentaje importante que aún es reparto; si se pudiera hacer un traspaso mayor a las cuentas individuales, las posibilidades serían mayores.

—Chile fue el primer país en reformar el sistema, y hoy hay un proyecto con correcciones…

—Hay un proyecto de ley en tratamiento en este momento, que entre otras cosas aumenta la contribución en 4 puntos —puede ser más— y fortalece el pilar no contributivo; sin embargo, casi todo el debate se ha centrado en si las AFP deben seguir existiendo o no. En estos 37 años de existencia, han dado una rentabilidad anual de 8% promedio, ¿la culpa de los problemas que puedan existir es de las AFP? No, el problema está en lo que ya hablamos, las cuestiones demográficas, y otro aspecto también muy importante: en la región, con excepción de Uruguay, hay una alta informalidad y la gente cotiza por períodos muy cortos de su vida activa. Cargamos con ese problema…

—Sin embargo, hay fuertes cuestionamientos acerca de lo insuficiente que resulta el sistema para las pensiones más bajas…

—El gobierno tiene las holguras suficientes para ir en auxilio de los sectores más vulnerables, precisamente porque el sistema de AFP le ha eliminado el gravamen de financiar pensiones. Mucha gente ha cotizado su pensión y eso no ha presionado fiscalmente al Estado. Es una ventaja del sistema comparado con lo que ocurría previo al actual sistema.
La gente tiene memoria muy corta. En el sistema antiguo de reparto, quienes no tenían quince años de cotización no tenían pensión y perdían todo su ahorro por el tiempo que aportaron. En la actualidad, reciben igualmente una pensión, que podemos calificar de “satisfactoria”. El sistema hoy tiene 210 mil millones de dólares bajo administración, o sea lo que tienen los trabajadores en sus cuentas individuales. De eso, solamente un tercio es lo que aportaron, el resto es lo que se ganó a través de las inversiones realizadas. Por tanto, el problema no ha estado en el manejo de las administradoras.

—En Perú, el segundo país en reformar su sistema después de Chile, hoy se maneja como opción la posibilidad de elevar la tasa de cotización obligatoria; pero además, está en debate la posibilidad de retiro de fondos de una sola vez por parte de quienes llegan a la edad de jubilación…

—En Perú convive un sistema público de reparto y uno privado de ahorro individual, y se les permite a los trabajadores retirar el 95,5% de los fondos que tienen acumulados cuando llegan a la edad de retiro. Es un contrasentido que se obligue a ahorrar durante cuarenta años y al llegar al retiro, cuando se supone que existe la posibilidad de disfrutar de los beneficios de una renta mientras viva, al pensionado le digan “tome, lléveselo”, todo junto. Se han llevado 5 mil millones de dólares, ¿qué va a pasar con esa gente con el paso de los años? Y a esto deberíamos sumarle aquellos que tienen posibilidades de jubilación anticipada y también están habilitados a retirar sus fondos. Necesita ajustes para ser sostenible.
En Colombia, el gobierno se encuentra realizando mesas técnicas con el propósito de estructurar el proyecto de reforma jubilatoria que sería presentado a final de este año. Hay un informe del Banco de la República donde proponen una fórmula para subir la edad y el porcentaje de cotización, pero baja las semanas de aporte, por considerar este requisito como uno de los impedimentos para lograr una pensión en medio de la alta informalidad que caracteriza el mercado laboral del país.

—Brasil está discutiendo legislativamente una reforma. Quedó por el camino la posibilidad de pasar a un sistema de capitalización. ¿Cómo observan los cambios propuestos?

—Lo que está ocurriendo es un primer avance. La situación allí era una bomba de tiempo, con un sistema donde la gente se jubilaba muy joven y con altas tasas de reemplazo; insostenible, si no hay cambios va camino a la insolvencia y una crisis de deuda. Si bien la reforma no instituye un sistema de capitalización y se mantiene en un sistema único de reparto, además de no incluir aún a los Estados y los municipios, los ajustes propuestos y aprobados en Diputados corrigen una trayectoria explosiva y mejoran claramente el perfil del sistema.

—En Argentina, se conoció recientemente que el gobierno comenzó a usar recursos del Fondo de Garantía de la Sustentabilidad para equilibrar las cuentas públicas y cumplir con las metas fiscales prometidas al FMI…

—Es verdad, pero el problema mayor comienza cuando se toma el dinero de las administradoras en la administración de Cristina Fernández. Lo que pasó en Argentina es impensable que pueda suceder, porque se quedaron con el dinero de los trabajadores, no de las administradoras como dijeron una y otra vez justificando esa acción. El año pasado se aprobó una reforma que, entre otras cosas, modificó el sistema de cálculo. Once años después de haber eliminado las AFJP, el sistema en Argentina está muy mal y el gasto público en pensiones ha crecido enormemente.

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