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Alistarse, mientras estemos a tiempo

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Uno de los de los dramas humanos que la crisis de 2008 dejo en Estados Unidos es que como nunca antes en la historia adultos mayores —con 70 y 80 años— debieron volver al mercado laboral porque vieron sus ahorros evaporarse de la mano de la peor crisis financiera vivida desde la gran depresión.

Malas decisiones de inversión derivaron en una pérdida de valor de tal magnitud en sus portafolios que ya no les alcanzaba para cubrir su nivel de vida básico.

La época en la que nos retirábamos y vivíamos de nuestra jubilación será, para muchos, parte del pasado. Precisaremos de un ingreso suplementario para poder mantener un determinado estándar de vida durante el retiro. Y para esto debemos prepararnos con tiempo. Mientras aún estemos a tiempo.

El ajuste vendrá de una forma o de otra. Si no tomo decisiones a tiempo lo hará la realidad por mí. Lo hará en la vejez, en una etapa de gran vulnerabilidad, y cuando ya quedan opciones.

Un tsunami. La expectativa de vida y la habilidad de trabajar más aumentaron, pero los esquemas de incentivos no aumentaron proporcionalmente.

Esto, junto a una menor tasa de fertilidad, volvió a los sistemas de reparto (también llamados de solidaridad intergeneracional o beneficio definido, en el que la población que trabaja financia las pensiones de aquellos que ya no están en actividad) crecientemente insostenibles.

Muchos países introdujeron soluciones legislativas que implican un pasaje de planes de pensiones de beneficio definido (o reparto) a contribución definida (o capitalización). En este último caso los aportes jubilatorios se acumulan en una cuenta de inversiones. Nuestra jubilación dependerá de cuanto se logre ahorrar y de la rentabilidad de dicho fondo.

El riesgo de tener los medios suficientes para el retiro se trasladó a los individuos, que son los que están menos preparados y calificados para manejarlo. Precisaremos ahorrar más y comenzar antes. Esto en un período donde las tasas de interés son las menores de la historia (por lo que es esperable que la rentabilidad de las inversiones sea menor) y en el que hay muchas alternativas de inversión. Tener muchas opciones, cuando no se tiene el conocimiento necesario, frecuentemente lleva a malas decisiones.

Esta combinación de factores (longevidad, mayor gasto en salud, el traspaso del riesgo al individuo, menores tasas de interés y falta de educación financiera) ha representado un verdadero tsunami para las finanzas personales.

Soluciones. Además de factores demográficos hay otras múltiples causas de la crisis de retiro que enfrentan los diferentes países. Entre ellas se incluyen regulación errónea, falta de incentivos tributarios, mala definición de derechos de propiedad, costos de agencia. Factores en los que no podemos influir. Debemos tomarlos como un dato.

Hay otros factores como ahorro insuficiente y falta de conocimiento financiero, que llevan a ahorrar menos de los que podríamos y a cometer severos errores a la a la hora de invertir. Estos están bajo nuestro control. Sobre ellos debemos actuar.

Se precisan soluciones legislativas. Isaac Alfie resume algunas en su columna del 7 de noviembre: aumentar la edad de retiro, los años de cotización, la tasa de aportación y/o la tasa de reemplazo (porcentaje del sueldo que se abona como pasividad). Incorporar incentivos (principalmente tributarios) y favorecer la creación de productos que ayuden a cubrir el riesgo de longevidad son otras medidas a considerar. Este tipo de soluciones tiene costos electorales y sus resultados se verán en el largo plazo. Son medidas que políticos, que están haciendo cálculos electorales, difícilmente quieran considerar.

Es por eso que no podemos contar con que se dé una solución legislativa. Debemos tomar medidas nosotros. Empezar por tomar conciencia del problema y, con tiempo, planificar. Ya que si no lo hacemos a tiempo será tarde.

Hay una analogía que es muy gráfica: la de un avión que va a despegar. Si el avión no tiene suficiente pista como para carretear y adquirir una velocidad que le permita despegar, no va a poder volar.

A título personal. La mayor longevidad tendrá más implicancias que las financieras. Recientemente se publicó el libro "La vida de 100 años". Los autores afirman que cuanto antes tomemos medidas seremos más felices.

Recomiendan cambiar el ritmo de vida que llevamos. Del punto de vista laboral sugieren alternar años de mayor intensidad con otros de menor intensidad (incluso sabáticos).

Precisaremos "aire" cada tanto para trabajar por 60 años y no por los 40 que anticipábamos. Las tradicionales tres etapas de la vida (estudios, trabajo y retiro) darán paso a una vida con múltiples etapas, en la que el período del medio será más prolongado, puede ir cambiando y tener transiciones.

Recomiendan ser flexible y adquirir nuevo conocimiento. Mantener las opciones abiertas. Experimentar. Recrearse. Usar el tiempo libre para invertir en habilidades, conocimiento, salud y relaciones.

También sugieren cultivar relaciones y pasar más tiempo con familias y amigos. Al fin y al cabo estarán con ellos mucho más tiempo del inicialmente anticipado.

(*) Economista, CFA Charterholder

BÁRBARA MAINZER

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