El tránsito vehicular a lo largo de una de las carreteras más concurridas de Europa, que solía fluir sin impedimentos, ahora presenta carga vehicular con frecuencia a lo largo de kilómetros en un retén que acaba de ser instalado, donde una falange de policía alemana revisa camiones y automóviles en busca de migrantes ocultos.

THE NEW YORK TIMES

Debido a esto, en este cruce fronterizo, los austríacos que trabajan en Alemania tienen dificultades para llegar a sus empleos. Muchas empresas en Alemania deben esperar más días para entregas de alimento, refacciones de maquinaria y otros productos. Los compradores que salían de excursión rápidamente durante el fin de semana a tiendas de Freilassing ahora se mantienen lejos, en su mayoría.

Más de dos décadas después de que buena parte de Europa empezara a abolir controles fronterizos bajo el llamado Acuerdo de Schengen, el libre movimiento de personas y productos entre países ha contribuido a transformar la Unión Europea en la mayor economía del mundo.

Pero, a medida que el bloque lucha con la mayor crisis de migración desde la II Guerra Mundial, el resurgimiento de retenes en algunas de las rutas de transporte de mayor importancia en la región está siendo un problema para el comercio y amenaza con costar miles de millones de euros en ventas perdidas, justamente al tiempo que Europa se está recuperando de un bache económico de seis años.

Sin final a la crisis de migrantes a la vista, algunos gobiernos nacionales están presionando para expandir el número de retenes por toda Europa y extender su uso por hasta dos años. Este cambio no solo está tensando la cohesión política y social, sino también amenaza el principio de posguerra de la región de paz mediante prosperidad.

Si bien algunos llamados por la suspensión del Schengen pudieran ser meras posturas políticas, sus detractores temen que los controles fronterizos se conviertan en una realidad. De los 28 países integrantes de la Unión Europea, 22 tienen arreglos exentos de pasaporte, con Reino Unido como una de las notables excepciones. Sin embargo, se están trazando líneas nuevamente a lo largo de Europa.

Austria, Dinamarca, Francia, Noruega y Suecia se han unido a Alemania en la imposición y extensión de revisiones temporales en la frontera. Bélgica cerró temporalmente su frontera con Francia la semana pasada. Se han erigido vallas en diversas fronteras más incluyendo las de Hungría, Serbia y Croacia, y a lo largo de la frontera austro-eslovena.

Gobiernos europeos e instituciones de investigación han empezado a hacer un recuento del daño potencial.

Con 57 millones de vehículos al año y 1.7 millones de trabajadores al día cruzando las fronteras de Europa, la UE pudiera enfrentar pérdidas de ventas por hasta 18.000 millones de euros cada año, mayores costos de fletes y de pasajeros, interrupciones a cadenas de abasto, así como desembolsos gubernamentales para aumentos en la policía fronteriza, con base en un reciente informe de la Comisión Europea, el brazo administrativo del bloque.

Si la Unión Europea regresara a las revisiones permanentes en la frontera para desacelerar a migrantes sirios, afganos e iraquíes que viajan a través de Grecia y el oeste de los Balcanes hacia el norte de Europa, el costo a largo plazo superaría los 100.000 millones de euros, calculó el gobierno francés en otro estudio.

Pero para las grandes empresas que operan a lo largo de Europa, el efecto ha sido manejable hasta ahora, aunque temen lo que pueda pasar si esta situación se extiende mucho tiempo más.

La crisis de los refugiados está comenzando a traer problemas comerciales