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¿Más acentos y más crecimiento?

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Los migrantes pueden separarse en dos grandes categorías: 1) migrantes económicos, que se mueven de un país a otro para obtener un mejor nivel de vida y 2) migrantes que se mueven en busca de asilo, también conocidos como refugiados.

En esta nota me enfoco en los primeros, en cómo ha sido el debate al respecto del impacto de la inmigración en las economías, y luego cómo esto se relaciona con el Uruguay de hoy: un país cuya población ha crecido a tasa muy baja, pero que también ha estado recibiendo más inmigrantes en los últimos años.

Impacto.

Cuando me mudé a Estados Unidos a estudiar en 2013, una de las cosas que más me llamó la atención en las clases de economía fue cómo se hablaba del impacto económico de la migración. Hasta entonces era un tema del que había escuchado poco. Claro está: no es coincidencia el interés, dado que Estados Unidos recibe una enorme cantidad de inmigrantes al año y, además, la crisis siria había recién comenzado, desatando una gran discusión sobre el tema refugiados.

La discusión también ha sido centro de las campañas políticas de los países desarrollados en los últimos años. En Estados Unidos, Donald Trump sigue hablando de cómo va a pagar la pared que pondrá en la frontera con México, para evitar la entrada de inmigrantes mexicanos que, además de referirse a ellos como "violentos y narcotraficantes", dice que quitan el trabajo de los estadounidenses.

El debate académico no ha la sido excepción. Recientemente, George Borjas (profesor de la Escuela de Gobierno de Harvard) y Michael Clemens (economista miembro del think tank Center for Global Development) han tenido un fuerte debate en las redes sociales sobre el impacto de la migración internacional, desde países de ingresos bajos, hacia países de ingresos altos.

La discusión se basa en los efectos generados por migrantes cubanos que llegaron a Miami en 1980. Un estudio de Borjas concluye que la migración cubana de 1980 generó importantes impactos negativos en los salarios de los trabajadores locales de baja calificación. Clemens sin embargo dice que los efectos son muy pequeños (1).

La mayoría de los estudios muestran que la llegada de inmigrantes (generalmente de baja calificación) no impacta el salario de los trabajadores locales de similares calificaciones.

Paul Collier, ex economista del Banco Mundial y también escéptico a las políticas migratorias flexibles, enfoca su crítica en que la inmigración puede tener efectos negativos en la cultura del país receptor. Collier dice que cuanto más grande, y culturalmente diferente es la diáspora en un país, menores los niveles de confianza y de cooperación en la sociedad.

¿Y Uruguay?.

Esto nos importa porque la población en Uruguay prácticamente no ha crecido en los últimos años; ha envejecido y se espera que la tendencia continúe; por ello tal vez sea hora de que empecemos a pensar en políticas migratorias que contribuyan al crecimiento.

La población uruguaya entre 1997 y 2015 creció a una tasa promedio de 0,3%. Prácticamente nula. Las estimaciones de INE para el período 20152050 arrojan cifras similares: 0,2% en promedio anual.

Además, nuestra pirámide poblacional también se ha estado envejeciendo, y la tasa de natalidad ha bajado. La esperanza de vida ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, pero también se ha reducido el número de personas entre 0 y 29 años. La población entre 0 y 14 años de edad creció a una tasa de 11,4% entre 1950 y 1970. Entre 1990 y 2010, la tasa de crecimiento de ese mismo grupo etario fue negativa: -3,2%. El crecimiento de la población entre 15 y 39 años pasó de 7,3%, a 4,1% (2).

La población envejecida y el menor número de hijos no son necesariamente una mala noticia: es bueno que las personas ahora viven más. Además, la menor fecundidad también es consecuencia —en parte— de la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral. Sin embargo, el cambio de la pirámide poblacional y el envejecimiento pueden tener consecuencias serias, en particular, sobre la seguridad social, y por tanto el bienestar de las futuras generaciones.

Mientras tanto, el número de inmigrantes que llega a nuestro país ha estado aumentando en los últimos años, en particular de ciudadanos sudamericanos. Una nota de El País de abril de 2017 concluye que "en los últimos nueve años se entregaron más de 34,000 residencias a extranjeros" y "durante ese período la cantidad de inmigrantes superó a los uruguayos que emigraron".

Esto puede ser una buena noticia para revertir el envejecimiento poblacional y la presión sobre la sostenibilidad de la seguridad social en Uruguay. Sin embargo, también debemos tener políticas migratorias activas para asegurar una incorporación de estos migrantes que sea beneficiosa para ellos (que llegan a nuestro país en busca de un mejor futuro), contribuyendo al crecimiento económico de nuestro país de forma armoniosa.

(1) Recomiendo para quienes les interesa el tema leer los blogs de Clemens y Borjas. Seguro los economistas "disfrutarán" la discusión sobre, por ejemplo, el tamaño de la muestra y los cambios en el muestreo.

(2) Wanda Cabe lla y Adela Pellegrino. "El envejecimiento de la población uruguaya y la transición estructural de las edades" (2010).

LUCILA ARBOLEYA

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