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Xavier Dolan, el niño prodigio

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Xavier Dolan, con menos de 30 años, va por su primera película totalmente en inglés

Con menos de 30 años es considerado una de las nuevas promesas del cine franco-canadiense. Ahora prepara su primera película en inglés.

Tiene apenas 28 años, ya ha filmado siete películas y solo en Cannes ha recolectado ocho premios. El canadiense Xavier Dolan, residente de Montreal, es un niño prodigio del cine y en 2014 dejó la vara altísima con Mommy, un drama en el que hablaba del gran tema que ha tocado en varias de sus cintas: la marca indeleble de la madre y la neurosis establecida con el hijo. Dolan reincidió con el sujeto de exploración en Es solo el fin del mundo, la historia de un escritor de 34 años, Louis-Jean (Gaspard Ulliel), quien tras doce de inexplicable ausencia decide regresar al hogar a decirle a su madre, (Nathalie Baye), sus hermanos (Vincent Cassel y Léa Seydoux) y su cuñada (Marion Cotillard) que se va a morir.

"Mi madre está muy bien, nada de mal", dice. Esta película, amada y odiada por la crítica, se ha ganado el Premio Especial del Jurado en Cannes. Dolan no es muy dado a responder preguntas sobre su vida personal ni menos de su madre, cuya figura habría sido crucial para inspirar su cine, con una filmografía breve pero muy contundente. Así queda claro en su primer filme que hizo con solo 20 años, Jai tué ma mère y que protagonizó, escribió y dirigió. "Creo que como actor, es decir, actuando, me puedo sentir más libre. Como director es más complejo porque estás respondiendo preguntas todo el tiempo y es otra la presión", afirma sobre dos de las facetas, actuar y dirigir, ejercidas en su corta carrera.

Sensibilidad fílmica.

Xavier Dolan nació en 1989 pero su devoción —por lo menos estilística— hacia el pop de los 90 se deja sentir con todo su peso en Es solo el fin del mundo, basada en una obra teatral del reconocido dramaturgo francés Jean-Luc Lagarce, quien falleció en 1995, a los 38 años, a causa de sida.

Dolan dice que acercarse al trabajo de Lagarce fue complejo porque la primera vez que leyó esta pieza se topó con un tipo distinto de agresividad a la que él había desarrollado en sus películas, casi siempre de su autoría. "La primera vez que leí a Lagarce estuve desorientado por varias cosas: desde el modo en que sus personajes gritaban y gritaban hasta el hecho de que se corregían la manera de hablar. Me desorientaba esa enorme violencia", sostiene, entusiasmado por la fuente original de su filme.

Dolan tiene el mérito de saber condensar en pocas imágenes, momentos, ideas y emociones que podrían írseles de las manos a otros directores. Pero este chico con un talento innato para narrar no olvida el componente de la música. De hecho, en su anterior cinta, Mommy, hay un precioso momento cuando el protagonista, un joven rebelde, usa sus manos para abrir —literalmente— la pantalla, de formato cuadrado hasta ese entonces, para dejar respirar su cabeza y darle "aire". Entonces el formato widescreen se expande poéticamente y suena la canción Wonderwall, de Oasis, como música de fondo.

"Para mí, poner esas canciones se trata de hablar de lo que echo de menos en mi vida, pero no de una manera nostálgica, sino de lo que extraño siendo un chico y cómo fue para mí, por ejemplo, la primera vez que escuché esa canción".

Así ocurrió en Es solo el fin del mundo con I miss you de Blink-182, cuando el protagonista está hablando con su hermana menor. "Hay que darse la oportunidad de poner las canciones que ayudan a conectar a las personas con las emociones de la historia", comenta, quien también fue el director del videoclip Hello, de Adele. "Pude abandonarme a mí mismo artística y emocionalmente, tal como ella lo hace siempre. Fue un privilegio dirigir el video de esta canción, tan hermosa y desgarradora", dijo poco después de finalizar este trabajo en 2015.

Sabiduría.

La sabiduría de Xavier Dolan, pese a su breve edad, tiene peso. Y lo que dice es clave para cualquier artista: "Hay que hablar de lo que conocemos".

Dolan ha encontrado la forma de explayarse a través de seis películas, más la nueva que ya está editando y que lo mantendrá alejado del Festival de Cannes, que se desarrolla en estos días, y que será su primera producción rodada completamente en inglés.

Se trata The Death and Life of John F. Donovan, con Natalie Portman y Jessica Chastain, sobre lo que conoce: las neurosis familiares. La historia transcurre a principios de los años 2000 y se centra en John F. Donovan, un veinteañero estrella de la televisión en Estados Unidos, se escribe con Rupert Turner, un niño actor de 11 años que reside con su madre en Inglaterra. Sus vidas cambiarán cuando la existencia de esa amistad por correspondencia sea expuesta públicamente. "En la edición quedó claro que el corazón de esta película serían las relaciones madre-hijo", dijo Dolan a Collider. "Podría pasar el resto de mi vida hablando de madres e hijos y seguir haciendo una película completamente diferente a la anterior".

"Todo el mundo tiene una familia y puede sentirse identificada, pero al mismo tiempo una familia puede ser complicada y confusa", dice, y añade que decidió filmar ese nocivo ambiente familiar donde se sumerge el personaje principal usando tonos café y naranja. "Necesitaba que se sintiera todo muy asfixiante, muy denso", comunica, y con una risa aclara que su familia no es así. Para nada. "No podría irme de Montreal (su ciudad) porque mi familia está acá conmigo todo el tiempo. Y no son para nada como los de la película. Menos mi mamá".

"Sacar lo que tienes dentro".

"Muchos artistas proceden de familias complejas, casi desestructuradas. No digo que por eso sean artistas. Desde niño supe que yo iba a ser actor no por mi mala relación con mi padre o mi madre, sino porque quería actuar. Pero cuando te pones a escribir, sacas lo que tienes dentro de ti. Anomalías familiares, disfuncionalidades sentimentales, que marcan quién eres y cómo eres. Y estoy convencido que vale para cualquier parte del mundo", decía Xavier Dolan acerca de cómo los temas familiares dominan la escena en el cine y la literatura del siglo XXI.

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