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Varguitas hace manito

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El día que me enteré que Mario Vargas Llosa se había enredado en un lío amoroso con Isabel Preysler quedé atónito.

WASHINGTON ABDALA

El autor del libro que condena al mundo moderno, ubicado cual Catón juzgando a las masas por lo banal de masificar la cultura y producir así un mero "espectáculo", nos termina regalando el "espectáculo" más increíble en clave de revista Hola!: un veterano intelectual se enloquece por los atributos femeninos de una dama de la alta sociedad y entre champagne y champagne nace una loca pasión.¡Tomá pa’ vos y tu tía Gregoria! ¡Y todo con fotos de primera calidad como si fuera la nueva pareja de Ricky Martin!

Hay un Vargas Llosa literato que a todos nos seduce por su magia, por su pluma y hasta por la cadencia de su escritura. Un estilo único, neto, agudo, limpio y absolutamente personal. Hay, también, un fino observador de la realidad, el periodista que analiza con precisión este mundo y lo decodifica con mirada plural. Hay un político mediocre, que nunca tuvo el tono, la empatía, la voz, el barro suficiente y el olor a pueblo que se requiere para salir airoso de esos menesteres, por eso cuando habla desde ese lugar, suena más a hijo del rencor que a sabiduría filosófica. Y, hay ahora un personaje penoso que irrumpe en la escena del mundo de lo rosa que nos termina por producir una caricatura patética de sí mismo que se suponía no iba a representar jamás.

¿Es que Mario Vargas Llosa no tiene derecho a enamorarse a sus años de otra dama? ¿Es que acaso por ser el laureado premio Nobel no tiene la posibilidad de rehacer su vida como le plazca si el amor ya no existe con la mujer que era su esposa y ese sentimiento lo encuentra con otra persona?

Nada de eso está en discusión. Todos los liberales del mundo sabemos que la libertad es lo central para nosotros. Ese no es el debate. Lo que sí es debatible es que al final el "monstruo mediático" —del que el escritor advertía su pecado— se termina por comer al personaje que lo enjuicia, y de aquel intelectual valiente que luchaba contra los autoritarismos a este personaje de revistas frivolongas y de peluquería, en fin, hay un saltito que impacta y que ambienta cuestionarlo. No creo que Vargas Llosa no supiera que esa aventura terminaría de esta forma tan poco saludable para sus intereses de serio intelectual planetario. Al final, era tan mortal como el que más. Otra lección a aprender.

Seguramente no sea la intención de Vargas Llosa producir en nosotros esa impresión por verlo en portadas de revistas del corazón pero es un dato que esta nueva faceta lo desmerece en algún lugar. No digo que sea un delito aparecer en esas revistas, digo sí, que para un intelectual de enjundia no es lo ideal andar de la manito jugando a ser un teen excitado look Taylor Swift. Quizás me están jugando una mala pasada los prejuicios, quizás no le crea a la dama, quizás no le creo a Mario, quizás todo me parece un sinsentido mayúsculo, quizás sea envidia de género, pero algo de esta aventurilla me afecta la visión primigenia que tenía del escritor. Capaz que gana el amor y me tragaré una a una todas mis palabras.

Y acá está el punto que quiero referirles: ya casi nadie tiene una vida privada de verdad, las redes sociales y los medios de comunicación desnudan a todos, o la gente se desnuda por voluntad propia en actos de alienación posmodernos. Y los personajes públicos ya no tienen privacidad alguna. Lo que conspira contra el límite de lo que tendríamos derecho a saber de aquellos a los que les robamos su intimidad por detrás del lente del paparazzi o del chusmerío del barrio. Da igual, es la misma vejación al fin y al cabo. La misma basura. Basura por cierto que nos facilita el "star-system". Es una pena que sepamos tanto de todos porque al final se pierde esa magia tan necesaria para imaginar y elucubrar lo que creemos que "es" fulano de tal. El día que sabemos todo de alguien que admiramos, ese día se muere la fantasía. Una atrocidad contemporánea solo comparable al dios Cronos que se comía a sus propios hijos.

Cabeza de Turco

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